
La marca La Toja sigue siendo uno de los embajadores de O Grove. En manos de Henkel, esos productos se fabrican muy lejos de la isla meca
10 sep 2013 . Actualizado a las 07:00 h.«El más barato de los jabones finos, y el más fino de los jabones de tocador». Ese era uno de los lemas con los que, en el primer cuarto del siglo veinte, se publicitaban los jabones de La Toja. Un prodigio nacido en O Grove que «no se corta en ningún agua», así que podía cruzar el Atlántico y llegar a Argentina, Perú o Chile, donde ganaba adeptos y espallaba la fama de la isla más glamurosa de toda Galicia. Han pasado casi 110 años desde que las olorosas pastillas empezaron a producirse en la isla del Louxo y a conquistar pieles y tocadores. Todo este tiempo después, sigue siendo «una marca única, muy característica y con un gran índice de fidelidad por los consumidores». Así lo asegura el departamento de comunicación de Henkel, la multinacional que desde hace años se encarga de gestionar esta parte del patrimonio inmaterial de O Grove.
Fuera de la isla
Pese a llevar el nombre de la isla del Louxo, hace ya muchos años que los jabones y los geles no se fabrican en este rincón de las Rías Baixas. Un hotel de lujo ocupa ahora las naves de lo que en su día fue la fábrica construida bajo los auspicios del todopoderoso Marqués de Riestra y la Sociedad Empresarial La Toja. Fue esta entidad la que, tras levantar un hotel balneario que aprovechaba las aguas curativas que manaban de la isla, se dio cuenta de que sus huéspedes pagarían por seguir disfrutando, también en casa, de esos beneficios de. «Con ese espíritu nacieron los productos de La Toja, y su misión esencial se mantiene intacta en la actualidad», aseguran desde Henkel.
Tras el bum inicial, que se extendió durante las primeras décadas del siglo pasado, la actividad en la fábrica de A Toxa fue reduciéndose paulatinamente. Por un lado, las instalaciones se habían quedado pequeñas. Por otro, la isla empezaba a dibujarse como ese gran destino turístico que es hoy. Y la imagen de glamur y lujo era incompatible con los sebos y las grasas con las que se hacían los jabones, y con los camiones que entraban y salían de la isla, traqueteando con sus cargas a cuestas. Así que en los años sesenta la producción empezó a trasladarse a A Pasaxe. Y de ahí llegó, ya en los años ochenta, a Culleredo. La marca permaneció, durante todo ese tiempo, en manos españolas. Luego, en 1986, fue adquirida por Guillette, y a partir de ahí cambió varias veces de propietarios hasta llegar a Henkel. Fue esta empresa la que, en el año 2007, decidió cerrar la planta coruñesa de La Toja y trasladar la producción. ¿A dónde? Los productos de esta marca son elaborados en «una de las tres fábricas ubicadas en Europa», señalan desde la multinacional. Y eluden decir más «por motivos de confidencialidad». Cuando se desmanteló la factoría de Culleredo, los trabajadores apuntaban a que los jabones se iban a fabricar en Eslovenia. Otros, sin embargo, aseguran que las gamas más selectas de la familia La Toja se hacen en Barcelona.
A pesar de la distancia, sea cual sea, los jabones de esta marca siguen teniendo un vínculo sagrado con O Grove. «Todos los productos siguen incorporando las sales minerales del agua del manantial de la isla de A Toxa», explican desde Henkel. Precisamente en esa isla, en una esquina del edificio que en su día albergó la fábrica de jabones, hay abierta una tienda-museo en la que se pueden adquirir los productos de la gama «La Toja Manantiales», exclusiva para este punto de venta. Son muchos los turistas que hacen una parada en el local cuando se acercan a la isla. «Tenemos constancia de que muchos siguen comprando productos La Toja» después, de vuelta a su lugar de origen. Si vienen de fuera, eso sí, las compras deben hacerlas vía Internet, ya que la multinacional «solo comercializa los productos La Toja en España.
Los minerales del manantial de grovense siguen formando parte de los jabones
La marca solo se comercializa en España, aunque llega a todo el mundo por la Red