
Oriundo de la localidad cántraba de Sopeña de Cabuérniga, David López es uno de los luthiers artesanos más prestigiosos del momento. Invitado por el colectivo Gaiteiros das Rías Baixas a dar una conferencia en Pontevedra, sostiene que en el norte peninsular «existen diferencias notables entre unas zonas y otras. Igual hace cien años no se apreciaba tanta diferencia, pero hoy tienen un definición muy concreta».
-¿A qué se puede deber que existan estas diferencias?
-A ciencia cierta, nadie lo puede asegurar, pero está claro que, tiempos atrás, la gaita se tocaba de forma muy parecida, como es un instrumento tan arcaico se tocaba igual tanto en Galicia como en Asturias. Con el paso del tiempo esto ha cambiado y cualquier gaiteiro sabe si lo que suena es una gaita gallega o asturiana. Los sonidos se han definido y modelado. Además, se buscan cosas más rebuscadas, en ocasiones, por la presión que ejercen los gaiteiros sobre los artesanos para que los instrumentos consigan ciertas cosas.
-Hablando de esa presión, ¿cuál ha sido el encargo, por así decirlo, más extraño?
-No sabría decirlo, pero hace un año o así le hice a Carlos Núñez una flauta con un fémur de un primate, de un gorila. Fue una prueba para ver como sonaba, fue más curiosidad que otra cosa. Y la verdad es que después de hacerlo, quedé sorprendido del sonido tan alucinante que tenía aquello. No se parece ni a una flauta, ni a una ocarina... Es algo como intermedio, un sonoridad muy extraña, pero afinada. Era un sonido increíble. Me quedé asustado.
-Y, por otro lado, ¿qué es lo más habitual que le piden?
-Estoy innovando un poco con tonalidades poco convencionales, que no hace nadie más. Son tonalidades como el «si» o el «do» graves y para ello se necesitan gaitas muy grandes, enormes. Son instrumentos que miden, sin exagerar, setenta centímetros de largo, cuando lo habitual es que midan 33, 32 o 31 centímetros, que es el tamaño más extendido tanto en la cultura gallega como en la asturiana.
-Pero, ¿las suyas son el doble de grandes?
-Exactamente, porque en lugar de que lo que se toca sea en «do» agudo es en grave. Es una cuestión de proporciones matemáticas. La gaita es matemática pura y dura, y luego yo trabajo también un poco por intuición. Un día hablé con Antón Corral -uno de los nombres más influyentes de la música tradicional gallega- y él me dijo que las pruebas que hacía para las tonalidades eran más intuición que estudios con fórmulas matemáticas.
David López Luthier artesano de gaitas