Cuando en los años sesenta la Caja de Ahorros Provincial adoptó la iniciativa de construir en el centro de la ciudad de Ourense una actuación que albergaría un conjunto de actividades de las que la ciudad estaba necesitada se corría el peligro de caer en algo disperso, de infeliz resultado, e incluso basado en diseños historicistas (por ejemplo el Edificio España en la Plaza de España de Madrid). En Ourense tuvimos la suerte de que la actuación se puso en manos de Antonio Alés (ojo a algunos: es con s), magnífico arquitecto, ourensano de adopción, que consiguió agrupar las actividades de un hotel, locales de ocio, reunión, entidades culturales, administrativas, etc.
¿Y cómo lo hizo? En un solo edificio en altura, en el centro de la ciudad.
Amplia edificación en plantas inferiores para el hotel, cafetería, viviendas y entidades y actividades públicas hasta una línea de altura de cornisa de edificaciones cercanas, y un cuerpo central de planta sensiblemente rectangular con diecisiete alturas, sobrepasando ampliamente en vertical a la base y que albergaba apartamentos del hotel y acababa en la última planta con una espectacular y conocida cafetería, acristalada en su perímetro. Era el remate a la torre.
El edificio, de magnífica concepción, diseño, alta calidad de construcción, excelente elección de sus materiales, se puede enmarcar dentro del movimiento moderno en el que destacó su arquitecto.
¿Y cómo se enmarca en el urbanismo de la ciudad? Pues admirablemente bien. Un edificio de altura, una torre, exige más que ninguno unas cualidades de sensibilidad en el diseño, de composición volumétrica, de conciencia de su singularidad, que solo un profesional arquitecto puede ofrecer por sus conocimientos específicos adquiridos y condiciones personales innatas adecuadas. Y más si es de la calidad profesional del que lo hizo.
¡Gracias querido colega y maestro Antonio Alés!