
Xulio Correa va de la fotografía documental a la abstracción
02 dic 2013 . Actualizado a las 09:44 h.«Todos ven lo que tu aparentas; pocos advierten lo que eres», Maquiavelo.
Mediante la fusión manual de múltiples tomas documentales, Xulio Correa, en Take my picture, exposición comisariada por Víctor Nieves, presenta una serie de fotografías realizadas en destinos turísticos como el Mer de Glace, el Parc Güell, la Fontana di Trevi o el Mont Blanc. En estas tomas simultaneadas se advierte la superposición de imágenes que construyen una nueva realidad que sustituye lo verdadero por la verdad. Imágenes constituidas mediante esa superposición de las mismas en las que los actores son sorprendidos o pactados y captados de manera instantánea construyendo un efecto tapiz collage de elementos distorsionados y sujetos integrados y fotografiados en el instante en el que son agentes de una acción idéntica: fotografiarse, como una manera de capturar el instante para siempre, de perpetuarse, en distintos escenarios.
Arquitectos y seres fragmentados, las columnas se quiebran en inestable equilibrio. Cabezas sin cuerpo en distintas perspectivas o giradas en forzados escorzos y figuras hipertrofiadas de anatomías imposibles. Pictoricismo en los paisajes entre las apuntadas cumbres de las montañas como dientes, atravesados en su garganta helada como una carretera infinita, y una Venus del Milo como eje de composición centra las miradas detrás del objetivo de las cámaras? pero ¿qué hay de verdad en esto? La fotografía a lo largo de la historia ha perfeccionado su técnica y difusión, interpretado tanto con fines documentales como artísticos pero no constituye el documento veraz de una historia sociológica, política o testimonial de una época ya que existen factores como la intencionalidad o manipulación de las imágenes por el fotógrafo o editor.
La influencia social de la cultura de masas convierte a la fotografía en agente fundamental de la alienación, de ahí su importante ambigüedad: por una parte constituye el núcleo más representativo y difundido del arte contemporáneo, pero sus posibilidades no siempre son convenientemente utilizadas, en una contradicción paralela a las vanguardias, cuya incidencia fue socialmente más escasa, pero de gran trascendencia para el arte como rebelión creativa. La fotografía se convierte en documento visual del mundo contemporáneo con una memoria construida en base a imágenes documentales, pretendidamente veraces.
Fotobiografía
Para Joan Fontcuberta se abandona la literatura de las biografías para dar paso a la fotobiografía como una manera de testimoniar y diseñar en el presente como seremos vistos en el futuro. Ahora las técnicas y procedimientos empleados forman parte del interés del artista, bien sea documental o artístico. Así, en Take my picture, fotógrafos y actores captan imágenes de sí mismos, construyendo su propia fotobiografía. El tema es, sin embargo, la fotografía, y no el fotógrafo furtivo. Presenta la evolución sociológica de la fotografía contemporánea, con un abandono de la función narrativa de la imagen y un interés experimental por la fotografía abstracta como contrapunto de la realidad. En este recorrido por la imagen arrancada del instante, se incluyen dos proyecciones performáticas: Mountain Guides nos eleva a la cúspide tras el vértigo gélido de la montaña y, en la segunda proyección simultánea, pueden verse imágenes y contenidos que diariamente suben a Internet protagonistas anónimos para cultivar la propia identidad, en su afán de inmortalizarse (el cómo somos y cómo queremos ser vistos).
Quién no siente deseos de volver a experimentar aquella sensación de comerse el mundo. De perpetuar ese instante que vamos a recordar como feliz aunque no lo fuera. De dejar impresa nuestra imagen, porque si no estás, no existes. Y hemos aprendido a posar clavándonos las uñas en los puños apretados, pero con la mejor sonrisa. Felizmente falsa como las promesas incumplidas, colgados de los hilos de marioneta que nos dejaron suspendidos en el aire, el mismo que evaporó nuestras ilusiones, con el recuerdo apolillado de lo que pudo haber sido y pendientes de un hilo que nunca acaba de romperse.
«Slumber Land»
También en el Museo Municipal, la exposición Slumber Land de Aude Léonard llena de poesía e imaginación con sus imágenes surrealistas. Dulzura y elegancia con un tierno savoir faire. Muy recomendable.
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