El artista realiza una serie de grabados sobre «La saga/fuga de J.B.»
07 dic 2013 . Actualizado a las 07:00 h.Obra cumbre en la trayectoria de Gonzalo Torrente Ballester (Ferrol, 1910-Salamanca, 1999), La saga/fuga de J.?B. ocupa un lugar destacado entre lo mejor de la literatura del siglo pasado gracias a su ambiciosa estructura y su desbordante fantasía. Tan desbordante, que el pintor Manuel Quintana Martelo (Santiago, 1946) se vio en dificultades para elegir las seis imágenes con las que retratar la mágica ciudad de Castroforte del Baralla en la que transcurre la novela. «De cada páxina podería sacar seis gravados sen ningún problema», explica el artista, quien finalmente seleccionó al protagonista, José Bastida, y sus transformaciones, además de personajes emblemáticos como la tía Benita dos carallos.
Los seis grabados formarán parte de una carpeta, junto a los respectivos textos que les sirvieron de inspiración. Además, las ilustraciones podrán verse en una exposición que se abrirá el próximo miércoles en la sede compostelana de la Fundación Torrente, de quien partió la iniciativa de invitar a Quintana Martelo a que tradujese a imágenes el mundo fantasioso de La saga/fuga, como parte de las celebraciones de aniversario del libro. En la muestra se podrán ver también los originales, los bocetos preparatorios y varias pruebas de estado manipuladas de los grabados.
En su primer acercamiento al libro como lector, Quintana Martelo, que frecuenta más el ensayo que la novela, quedó deslumbrado por la complejidad narrativa y el derroche de imaginación. Para el pintor, la serie también fue un proceso complejo. «Matinei moito en como abordalo, tanto polo alto número de personaxes como polo feito de que era un reto que me levaba a zonas habitualmente alleas á miña obra», afirma el artista, para quien el humor de Torrente y la «plasticidade» de su prosa fueron grandes aliados para hallar el registro adecuado. La levitación de la ciudad o el tren ensimismado -retratado a través de unas zapatillas que recuerdan cuadros anteriores del artista- forman parte de este retrato que capta el aliento fabulador de Torrente.
Para Quintana Martelo, además, el trabajo sirvió para rememorar su encuentro con el propio Torrente, a quien conoció en una de las célebres tertulias que el escritor mantenía en Nigrán con, entre otros, Carlos Casares. Y, de alguna manera, se cierra un círculo artístico, ya que para imaginarse Castroforte Torrente se inspiró en un cuadro que vio en la Frick Collection de Nueva York.