
A las 7.40 minutos del 10 de noviembre de 1956, el Ave del Mar, un pesquero de doce metros de eslora, matriculado en Moaña, se hundía en las inmediaciones de las islas Cíes. La intensa niebla pudo ser el factor determinante de aquel naufragio que dejó 26 fallecidos y un inmenso dolor en la villa del Morrazo.
Y aún pudieron ser tres muertos más, ya que otros tantos tripulantes no fueron aquel día a trabajar por diferentes motivos; uno de ellos, llegó tarde al muelle y vio como se alejaba el barco.
En los primeros momentos solo aparecieron dos cadáveres, y hubo que esperar hasta el 15 de noviembre, para que un equipo de buceadores, que buscaba el tesoro del Santo Cristo de Maracaibo, hallará otros once cadáveres sumergidos cerca del Carrumeiro. Era la expedición comandada por el norteamericano John Potter, que desde un año antes exploraba las zonas de Rande y las Cíes en busca del tesoro perdido de la Batalla de Rande.
Se dio la triste circunstancia de que el accidente coincidió con el inicio de las fiestas de San Martiño, patrón de Moaña. Fueron suspendidas. Aunque la niebla se dio como principal factor desencadenante del hundimiento, también se barajó la posibilidad de un fallo mecánico que dejase al barco sin gobierno.