Regístrate gratis y recibe en tu correo las principales noticias del día

San Simón, la tumba de 43 falangistas

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

FIRMAS

Esta fue la lancha del accidente, tomada del libro Naufraxios no mar de Vigo, de Francisco Díaz Guerrero.
Esta fue la lancha del accidente, tomada del libro Naufraxios no mar de Vigo, de Francisco Díaz Guerrero.

Los jóvenes murieron ahogados tras volcar la lancha que los llevaba a Cesantes

06 abr 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

La peor tragedia marítima vivida en la ría viguesa en los últimos cien años se produjo el 22 de agosto de 1950. Era un día soleado de verano, el mar estaba muy tranquilo en la ensenada de San Simón y, sin embargo, fallecieron 43 personas en unas aguas cuya profundidad era de tan solo de cuatro metros.

Los tristes protagonistas de aquel dantesco suceso fueron un grupo de miembros de la guardia de Franco, que pasaban una temporada de vacaciones en el albergue de la isla de San Simón. El plan para aquella jornada era jugar un partido de fútbol en Redondela. La guardia de Franco era una sección de la Falange, nutrida principalmente por excombatientes que se agrupaban en una estructura militar.

Muchos de los pasajeros de aquella pequeña embarcación, llamada Monchiña, no sabían nadar, lo que multiplicó las consecuencias del accidente. Uno de los falangistas cayó al agua, provocando que de una forma instintiva, una gran parte del resto de sus compañeros se trasladaran a aquella borda para tratar de ayudarle. La descompensación de la lancha provocó que volcase, precipitando al agua a lo pasajeros restantes. Los que no sabían nadar se agarraron a las personas que tenían a su lado, sin dar opción a casi nadie.

Días después, en el periódico de la Falange, El Pueblo Gallego, se elogiaba la acción de marineros de la zona, que se acercaron a ayudar a los náufragos en los primeros momentos del accidente. También recordaban a una mujer, que ayudó a tres personas, y a un niño.

En los primeros momentos solo se recuperaron diez cadáveres, por lo que fue necesario montar una operación de rescate submarino. Desde la base naval de Ríos, que entonces empezaba a funcionar ya como la Escuela de Transmisiones y Electrónica de la Armada (ETEA), se enviaron lanchas y buzos, así como también se envió una grúa de grandes dimensiones de la empresa Uriarte.

Al día siguiente de la tragedia, los buzos comenzaron a sacar los cuerpos de los fallecidos. Curiosamente, estaba a una profundidad de tan solo cuatro metros. Salvo tres cadáveres que estaban en sí estaban en el interior de la cabina de la lancha, la mayor parte del resto de los fallecidos se hallaban fuertemente asidos a las bordas de la lancha, según relataron los buzos posteriormente.

Las víctimas fueron trasladadas al embarcadero de la fábrica de conservas Job, en Rande, para luego ser llevadas a Redondela, donde fueron veladas por miembros de la Falange en la sede del Auxilio Social, en el paseo de A Xunqueira.

Entre aquellos fallecidos había ocho gallegos, uno de ellos, Isaac Rosón Pérez, era el hermano del primer presidente de la Xunta de Galicia preautonómica y, posteriormente, presidente del Parlamento gallego. En la lista de bajas se encontraban también dos porriñeses, Manuel Nogueira Pérez y Nereo López Rojo.

Tras celebrarse una ceremonia religiosa que oficio el obispo de Tui, José López Ortiz, los cuerpos de los fallecidos fueron trasladados a sus respectivas localidades natales, repartidas por toda la península.

Fue el naufragio que se cobró más vidas dentro de la ría en los últimos cien años, y no se trata de marineros ni las condiciones meteorológicas eran malas.