El cura gallego más popular de Londres

Rita Álvarez Tudela / Londres

FIRMAS

Miguel Toran

Ernesto Atanes lleva más de 40 años ayudando a los emigrantes españoles

05 ene 2015 . Actualizado a las 09:25 h.

El capellán gallego Ernesto Atanes lleva en Londres desde junio de 1971, cuando los Padres Paúles le propusieron venir «porque hacía falta gente para ayudar a los emigrantes», actualmente unos 75.000. Ha vivido cambios muy grandes desde aquellos primeros años, cuando España todavía no estaba en la Unión Europea.

«Entonces los emigrantes tenían que venir con contratos de trabajo aunque no fueran muy reales. Venían de A Coruña, Lugo, Pontevedra y de las aldeas. Llegaban aquí y traían un papel para certificar que eran camareros o cocineros. En ocasiones era el del bar del pueblo el que se lo facilitaba para poder entrar aquí y encontrar luego un trabajo», cuenta.

Atanes explica que los emigrantes entonces tenían una dificultad añadida: no podían venir con niños. «Los críos se quedaban con los abuelos en Galicia, se rompía esa unidad familiar y los niños querían más a los abuelos. Muchos no podían volver todos los años de vacaciones por cuestiones económicas, y cuando llegaban, eran como desconocidos y los hijos ni se acercaban a recibirlos», recuerda.

Vivían en habitaciones alquiladas, pero luego fueron consiguiendo pisos del ayuntamiento que terminaron comprando durante la etapa de Margaret Thatcher, cuando cree que los españoles tenían fama de «respetuosos, trabajadores, honrados y sinceros».

Desde una oficina de información ponían en contacto a los que llegaban con hospitales y hoteles, y ayudaban con vuelos chárter muy económicos. «Eran 16 libras ida y vuelta a Santiago de Compostela», cuenta. También gestionaban un barco que iba hacia A Coruña, pero la mayoría iban en tren por Francia. Había también un bar con tapas y un salón de baile donde se conocieron muchas parejas que Atanes terminó casando y cuyos hijos siguieron acudiendo al centro.

«Ahora la situación está muy complicada porque están llegando jóvenes, muy preparados, que terminan sus carreras y desgraciadamente vienen a producir para un país que no los formó», apunta Atanes. Habla de abogados, arquitectos e ingenieros, que en muchas ocasiones terminan en cafeterías, en tiendas y en la limpieza, lamenta, y reconoce que conoce grupos de médicos que «están furiosos contra España, tienen un gran resentimiento por no poder trabajar allí».

Estamos en una ciudad donde escasea la vivienda y los alquileres son altísimos. «Aquí al lado hay varios hotelitos en los que viven ocho en literas en la misma habitación hasta que encuentran una habitación y un trabajo fijo, otros terminan en este edificio de la Capellanía Española en Londres. Los acogemos hasta que soluciona su papeleta y pueden encontrar algo. También a los que llegan al Consulado y han perdido los papeles o les han robado la documentación, o los que salen de la cárcel», explica. Si bien hace años los repatriaban, ahora dicen que no hay dinero. Cada semana tienen dos o tres personas, siempre hay gente constantemente.

El pasado mes de octubre, Atanes recibió la Medalla de Honor de la Emigración por su dedicación y trabajo a favor de los emigrantes españoles. Atanes la ve como un reconocimiento a todos los emigrantes. «Yo solo estoy aquí para servirles y ayudarles, pero ellos también me ayudan a mí. Es un reconocimiento para todos los que salieron de España. Es una medalla que me dieron a mí, pero pertenece a todos», puntualiza.

Atanes sigue dando tres misas todos los domingos y se ve viviendo en Londres en el futuro, pero reconoce que le gusta volver a Monterrei, en Ourense, para ayudar a la familia y los amigos con las vendimias. Cree que la británica es una sociedad respetuosa, donde nadie se mete en la vida de los otros: «Observas a los políticos de España y da vergüenza, aquí no se ve eso, hay elecciones pero no esas luchas internas. En Inglaterra parece que hacen patria todos igual, no todos en contra de todos», explica.

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