No me extenderé mucho, pues a veces las palabras no expresan la totalidad de lo que uno siente. Esta es una de ellas porque gracias es lo normal, lo que debo de decir cuando club me da tanto como ha hecho el Río Breogán. Así que me limitaré a decir que por mucho que llegase a pensar en cómo me podía ir cuando llegara a Lugo en ese viaje en coche desde Madrid con el que iniciaba esta aventura, nunca hubiese llegado a acertar lo que vendría después de que el que ahora es un amigo me recibiera en la puerta del Pazo en octubre del 2020.
Tres temporada llenas de emociones, de éxitos deportivos, de gente que me ha recibido como si fuera de su familia, de trabajo para un club que me tratado de manera inmejorable y me ha dado todo lo que he podido necesitar para realizar mi trabajo con garantías, de compañeros de trabajo que quedarán ya en mi vida como amigos y con los que trabajar fue un verdadero placer. No podría estar más orgulloso de la decisión que tomé cuando vine a esta ciudad y del tiempo que en ella he pasado.
Ahora es tiempo de decir hasta pronto, pues una vez finalice mi contrato con el club, otro compañero o compañera vendrá para seguir ayudando al club a crecer y a afianzar este proyecto tan bonito en la élite. He dado todo lo que tenía, no me guardé nada. Seguro que no siempre habré acertado, pero espero que sean más los aciertos que los errores los que dejo detrás de mí. Así que sí, gracias infinitas a todos los que habéis hecho este viaje posible para mí y mi familia. Mi hijo ya me pregunta; «papá, cuándo volvemos a Lugo», y yo claramente le contesto: «pronto hijo, pronto».
Siempre vuestro y por siempre agradecido.
Rubén Portes fue preparador físico del Breogán las tres últimas temporadas