Rafael Cadenas (Barquisimeto, Venezuela, 1930) es una de las voces mayores de la poesía contemporánea en español. Es un poeta de versos despojados, que buscan deliberadamente la desnudez, ese punto cero al que también aspiraba Valente. Por eso su literatura, tras un itinerario espléndido que se puede atisbar en la Antología poética de Visor, alcanza ahora el destino natural de los haikus y sus periferias con En torno a Basho y otros asuntos (Pre-Textos), un libro que supone una auténtica sacudida para el lector en estos tiempos de imposturas y falsedades multiplicadas a la velocidad de la luz.
Cadenas, que recientemente visitó Galicia invitado por Afundación para recitar sus poemas y explicar algunas de las claves de su formidable obra, regresa aquí a lo más esencial de su escritura, a ese núcleo que lo hace dueño de una voz de una honestidad y claridad inclasificables.
«Lo que salva de los escombros / es la mirada», apunta el autor, que recela de la palabra, que considera a menudo demasiado poderosa e ingobernable, que desconfía del deslumbramiento y de las trampas de un lenguaje que tiene que ser dominado y depurado para que no escape al control del poeta y diga cosas que en realidad no quiere decir (o al menos no exactamente así). Como apunta en otro verso magistral: «No quiero estilo, sino honradez».
Y esa honestidad le convierte en un autor transgresor, irrenunciable, que aspira a «poder caminar todavía con cierto decoro por una ciudad irremediable» llamada Caracas.
Frente a lo que él mismo ha calificado de «barbarie civilizada» emerge Rafael Cadenas, sin alardes pirotécnicos ni afán alguno de dar lecciones a nadie, con una literatura que bebe en las fuentes de Rilke o el maestro Basho.
Es Cadenas un poeta enorme, al que hay que descubrir, redescubrir y releer, porque es capaz de detener el tiempo y la conciencia del lector con versos que resuenan como un disparo:
«Quiero exactitudes aterradoras».