«Esto no era Miedo y asco en Las Vegas y yo no era Hunter Thompson, pisando el acelerador en su Chevrolet descapotable, el Red Shark, con un imaginario coche de policía pisándome los talones. Mi amigo Quim, que planchaba sus camisas hasta en los moteles de carretera, no era el abogado yonqui que acompañaba a Thompson ni, como él hacía, osaba echarse una botella de Budweiser sobre el torso desnudo con el fin de broncearse más rápido. [...] A los cincuenta y tantos años hay que ser sincero: ¿quién quiere ser un periodista gonzo?». 123 páginas tarda el periodista y escritor Andy Robinson en confesar que su idea original de convertir un periplo por la trastienda de Estados Unidos en un doble homenaje a On the road, de Jack Kerouac, y Miedo y asco en Las Vegas, de Hunter S. Thompson, era solo eso: un buen propósito. Porque ni siquiera el país era ya el mismo.
El veterano corresponsal británico compone en Off the Road. Miedo, asco y esperanza en América (Ariel) un desolador retrato de Estados Unidos. Su América es la realidad impostada de Las Vegas, con canales venecianos de pega y el inquietante Atomic Testing Museum, donde los turistas pueden disfrutar de la recreación de una explosión nuclear; es el abismo que se abre entre las mansiones de los multimillonarios tecnológicos en Aspen y la pobreza y la desigualdad desatadas en lugares como Albuquerque (la ciudad de Breaking Bad y de Henry Roth); es el racismo disfrazado de ecologismo, que acusa a los inmigrantes mexicanos de gastar demasiada agua; y es el boyante negocio de las cárceles gestionadas por empresas privadas. El país que nos desvela Robinson es ese gigante contradictorio donde conviven unas multinacionales cada vez más obesas y opacas con el movimiento libertario por la independencia del estado de Vermont. Es ese enorme parque temático del que España quiso importar una pesadilla llamada Eurovegas.