A Maribel Verdú le interesa lo de fuera pero más su esencia. En «El faro de las orcas» se reencuentra con la vida y la naturaleza abordando una historia real de autismo.
23 dic 2016 . Actualizado a las 09:17 h.aribel Verdú vuelve a convencernos de la mano del director argentino Gerardo Olivares en El faro de las orcas, una historia conmovedora basada en hechos reales. La actriz interpreta a una madre coraje que viaja de España a la Patagonia argentina con su hijo autista atraído por un documental sobre las orcas de ese recóndito lugar donde la naturaleza se alía con el sentimiento y la esencia de la vida.
-Visualmente es de agradecer la calma y paz del mar y del arenal que llenan la pantalla de «El faro de las orcas». ¿Nos suena ya a chino esta calma que transmite la naturaleza? ¿La hemos perdido?
-Totalmente, estamos acostumbrados a pelis más violentas, llenas de tecnología, urbes y acción, que también son estupendas. Pero hacía falta una película que nos hiciera evadirnos de la realidad en la que nos ha tocado vivir, para fundirnos con esa naturaleza tan bella y que es como una caricia al alma. A mí me cambió la vida y a todo el equipo, igual.
-¿De qué forma te cambió?
-Es algo personal pero en dos meses viviendo allí te planteas muchas cosas y también te cambia el concepto de otras, principalmente sobre lo que uno cree que necesita y que son solo cuatro cosas. Desde entonces no dejo pasar ni un día sin darme el lujo de estar al menos tres horas diarias de silencio, sin nadie, sin hablar ni con mi familia. En silencio o con mis libros, mi música y, por supuesto, el teléfono en modo avión.
-¿Alguna vez has sentido que habías perdido tu esencia?
-No, eso no. Pero te das cuenta de que nos dejamos cosas muy importantes en el camino. Siempre estamos mirando para fuera y cuando te encuentras con la energía de esa naturaleza obscena, por bestia, te das cuenta lo que nos ofrece y lo que le quitamos a ella, y lo importante que es. Entonces ahí sí que reflexionas sobre tu esencia. Yo no la he perdido pero intento conservar la que tengo y darme momentos de respirar cerca del verde y del mar. Y desde luego tengo claro que no voy a terminar mis días, ni de coña, en una gran ciudad.
-¿Así que puedes pasarte sin el ruido del asfalto o las luces de la ciudad?
-Puedo pasarme sin eso, sí, y frente al mar sin necesitar otra cosa. Por eso desde hace años tengo un refugio en la playa adonde me escapo. Desde la película lo valoro más. Antes era como tener mi segunda casa pero ahora lo veo como el lugar donde recargarme y sacar mis energías.
-¿Qué es lo que más te gusta tomarte con calma?
-Todo, me gusta disfrutar de cada momento, soy disfrutona por naturaleza, y las cosas con prisa no se gozan. Me gusta tomarme con calma una comida con amigos, ir al cine dando un paseo, o ponerme cómoda y preparar una cena y un vino con mi chico viendo nuestra serie favorita.
-¿Has llegado a ese punto vital de separar el trigo de la paja?
-Lo más importante para mí es estar a gusto con mi pareja y estar juntos compartiendo la vida. Y también poder trabajar para luego regalarme momentos con los míos que me den la energía suficiente para luego seguir trabajando con buen rollo y transmitírselo a los demás.
-Con treinta años de experiencia a tus espaldas, ¿te sientes una actriz mayor, curtida en exceso?
-No, yo me sigo ilusionando y emocionando por las cosas.
-La película aborda el tema del autismo, del que cada vez se habla más. ¿Qué crees que no sabemos de esta enfermedad?
-No sabemos nada y es increíble porque es un desorden del cerebro. Pero no es ninguna enfermedad mental. Antes de la película, el niño y yo estuvimos trabajando con psicólogos especialistas en autismo, para analizar el comportamiento que yo tenía que tener, que era tratar a mi hijo con una naturalidad pasmosa. Nos enseñaron su mundo y la conexión que tienen estos niños con sus madres, que es bestial. Porque cuando tienes un hijo autista, tienes que dejar todo y dedicarte a él porque esa conexión solo la crean con la madre: solo.
-Y otro objetivo de la película es soltar lastres…. ¿Tú, cuál has soltado?
-El mayor lastre que solté es algo muy mío que no puedo contar pero fue un gusto. Un lastre que deberíamos soltar todos está relacionada con la frase que leí hace poco del Dalai Lama. Él decía que no hay que dejar a la gente negativa que todo lo ve mal y todo le parece un horror que utilice nuestro cerebro como un cubo de basura, más cuando nosotros estamos intentando construir. Eso es hacerse mayor: quitarse de encima a toda esa gente lastre de nuestra vida, conocidos o amigos, y rodearnos de gente que aporta. Y yo no sabes cómo estoy aprendiendo a quitármelos de encima.
-¿Cuál es el mejor lenguaje en el que te expresas?
-El que más me emociona y más me conmueve, y además es el más internacional porque no usa palabras, es el ballet. El ballet me lleva tanto que me puedo poner a llorar.
-¿Promete el 2017?
-Sí, seguiré con mi gira de teatro Invencibles hasta Semana Santa y después empezaré un nuevo rodaje que aún no puedo anticipar. También estreno Abracadabra, la película de Pablo Vergel.
A mí esta película me ha cambiado la vida