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Un estereotipo que se ve demasiado frecuentemente en el mundo de la farándula es el del supuesto artista que disimula su falta de talento a base de una exagerada y falsa genialidad. En el otro extremo está Neil Hannon
08 sep 2017 . Actualizado a las 05:05 h.Aquellos que van de raros y en ello gastan su limitada energía creativa, y que lamentablemente siempre han abundado en terrenos anejos al arte. Pero un caso bien distinto es el del genio real que se permite ciertas excentricidades precisamente porque puede hacerlo, porque su obra está más allá de toda duda y simplemente busca un modo de diferenciarse de otros compañeros de profesión. Y si a esto le sumamos una buena dosis de humor y, por qué no, algo de ganas de molestar y de descolocar al personal, tenemos a Neil Hannon, alma máter de Divine Comedy que lo mismo posa para una entrevista ataviado con ropajes decimonónicos que compone una ópera de cámara.
Para los que todavía no hayan caído en las irresistibles redes de este maestro del pop barroco, baste decir como presentación que se le ha comparado con Jacques Brel, con Scott Walker, con el Ray Davies más cabaretero y hasta con el mismísimo David Bowie (quien, por otro lado, tenía bastante de Brel y Walker). Y estas comparaciones son más que válidas, y no solo por el sonido de la voz de Hannon, un barítono afectado como los antes citados, sino también por su querencia hacia los pasajes orquestales, la teatralidad y, en definitiva, el drama en su vertiente más lúdica. Pero que nadie se lleve a engaño, estamos hablando de pop, de melodías deliciosas e, incluso, de algún pasaje o estribillo pegadizo, pero todo siempre aderezado por esa atmósfera grandilocuente marca de la casa. Para muestra, basta con recurrir a algunos de sus éxitos: la escucha de A Lady of a Certain Age o National Express condenan para siempre al oyente a ser esclavo de las composiciones de Hannon.
Todo esto ha derivado en una longeva y sólida carrera que desde principios de los noventa no ha dejado de sorprender. A Divine Comedy se le ha intentado meter en diferentes sacos, por coincidencia temporal y geográfica, más que por otros criterios más válidos. Pero siempre han demostrado ser caso aparte. Demasiado eclécticos para el brit pop, demasiado elegantes para el indie y demasiado cultos para el rock, los de Neil Hannon siempre han ido, afortunadamente, por libre.
Viene con un disco todavía fresco bajo el brazo, Foreverland, editado hace apenas un año. Poco tiempo si se tiene en cuenta que hubo que esperar seis años para que este viese la luz. Un disco en el que vuelven a forjar himnos inmediatos como To The Rescue y donde las orquestaciones se ponen al servicio de un sonido deliberadamente sensual, como en Napoleon Complex. Canciones barrocas, como de costumbre, pero que Hannon sabe traducir, si es necesario, a la soledad y el sonido íntimo de un piano o una guitarra, como ya demostró en anteriores visitas a Galicia.
15 de septiembre, 20.30. Pazo da cultura de Pontevedra. Entradas: 20 EUROS.