Yoseba MP, el pintor de las superabuelas gallegas
En realidad, estas heroínas ejercen sus superpoderes de una manera muy discreta, a diario y con una enorme capacidad de sacrificio, pero el artista Joseba Muruzábal (Cambre, 1984) ha decidido proyectar su grandeza en las fachadas de los edificios, como un particular homenaje, en su serie de murales -y lienzos- «Fenómenos do rural»
Jefe de Cierre
Hace siete años, cuando el término street art no había entrado en el lenguaje mainstream de los gallegos (y quizás la palabra mainstream tampoco lo había hecho), esta misma revista dedicó su portada y sus primeras páginas a la que por entonces era la cuarta edición del festival DesOrdes Creativas, de la localidad coruñesa de Ordes. Desde entonces, Fugas ha seguido la evolución de este y de los otros certámenes del género que en ese tiempo han nacido en Galicia y que, entre otros artistas, han visto crecer y triunfar a talentos como Joseba Muruzábal (Yoseba MP) con su serie Fenómenos do rural. Precisamente fue en Ordes donde el artista pintó el primero de los murales de su serie (A greleira de 50 pés) y donde comenzó a labrarse un éxito que seguramente seguirá con sus trabajos más inmediatos: una lavandeira en Caldas de Reis, una costureira en A Coruña, en recuerdo a los miles de mujeres que trabajaron en los bajos de la ciudad en los inicios de Inditex; y dos pandereteiras en Zas. Todas, claro está, con los superpoderes que le otorgará este licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Vigo, natural de Cambre y con estudio y academia en Santiago. Entre sus fans, algunos de los cuales se han disfrazado estos carnavales de algunas de las protagonistas de la serie, como de personajes de la Marvel se tratase, ya hay expectación por ver cómo resuelve ese juego de personalidades extraordinarias y poderes sobrenaturales. Charlamos ahora con Joseba Muruzábal, ya con cierta distanciamiento después del gran interés informativo hace unos meses a raíz de que su trabajo trascendiera el ámbito autonómico para dar pie a esos clásicos reportajes de la prensa foránea en los que suele reflejarse una Galicia tópica y pintoresca.

Porque para entender Fenómenos do rural hay que conocer, ante todo, la realidad de la Galicia menos urbana, y saber que esas señoras de mandilón fueron en muchos casos el soporte oculto de las economías domésticas. Unas auténticas heroínas. Hace pocos días llevábamos a la primera de La Voz la historia de una octogenaria de la Costa da Morte, todavía en activo al frente de su huerta y su ganado, que bien podría ser protagonista de esta serie, sobre la que el propio Joseba explica: «El mundo de Fenómenos do rural surge de la unión de varias cosas. Por una lado venía de pintar una hamburguesería móvil tematizada con la Guerra de Las Galaxias donde Yoda hacía levitar unas patatas fritas. Justo después me invitaron a participar en la exposición del cocido de Lalín para la que pinté a una señora pelando una patata en el aire con el poder de La fuerza. Convertí lo que podría ser una meiga por tradición cultural en un jedi de Star Wars». Joseba recuerda que después de este cuadro empezó «a flipar» con la cantidad de señoras con las que me cruzaba por la carretera, «mujeres mayores trabajando en sus huertas, cargando carretillas, desbrozando, fumigando, o caminando por el arcén, siempre en actitud de que van a hacer o vienen de hacer algo». Todas vestidas con el mandilón a cuadros, «el supertraje, porque todo superhéroe necesita uno», apunta. Así construyó este homenaje desde el humor, el cariño y la cariño y la ciencia ficción. Una metáfora de una realidad gallega.

-Imagino que lo de otorgarle superpoderes a estas mujeres es, más allá, de una ironía, una forma de recordar que en realidad los tienen. Aunque sean superpoderes de andar por casa...
-Llevo tiempo trabajando en la serie, donde me divierto mezclando un imaginario lleno de jedis, mutantes y ondas vital, con lo que para mí representa una parte muy importante de mi tierra, la mujer rural. Las mujeres del rural gallego pueden cocinar pollos con los ojos -de ahí su mural Balbina, a muller macroondas- porque los crían y los despluman, muchas nacieron compartiendo el calor del ganado, muchas sudaron tanto como la leche que carretaron, en la Costa de Morte siguen saltando de roca en roca jugándose la vida con la raspa en la mano, por necesidad plantaron para comer y vender y las que no tenían ni de dónde sacar lo básico, emigraron para volver co peto cheo a construir sus casas o montar negocios. A todo esto se suma un sobreesfuerzo más; criaron hijos, nietos, algún bisnieto y un ciento de animales. Parieron Galicia, y en la vejez siguen haciendo lo que siempre hicieron, trabajar. Es una generación que probó la dureza de la vida y seguramente no se repita otra igual. ¡Claro que tienen poderes!

-Al echar un vistazo al material del «book» de trabajo que me enviaste, veo que una parte de tu tarea, antes de ponerte a pintar y también durante el proceso, es conocer en mayor profundidad a las mujeres que retratas. ¿Cuál de ellas te impresionó más y por qué?
-Fue un gusto tratar con todas, la verdad es que a veces la sesión de fotos, que es el momento en las que las conozco, es rápida y solo me entero de una pequeña parte de sus vidas de y su carácter. Con Carmen, Lady Falcón, fue distinto, tuve que variar la composición del mural y le hice dos sesiones de fotos, lo que me dio más tiempo para conocerla. Al final del mural me fui a comer con ella a su casa. Es una señora de 95 años que vive sola y aún le da vuelta a la tortilla con facilidad. Muy habladora con gran memoria, me llevó a una Galicia de principios de siglo XX, me contó vivencias de las que cualquiera se sorprendería. Pero todas fueron especiales, todas tiene algo que contar; emigración, tipos de abono, historias de mar... intento que cada mural tenga relación o con la modelo o con el pueblo donde lo pinto. Suerte cuando puedo juntar los dos factores, como en la caso de Claudina, a ninja das olas, pintado en la lonja de Muxía.

-¿Te has encontrado una buena acogida entre la gente de la calle?
-Creo que a la gente le gustan mis murales por dos razones, la más importante es que entienden el juego que se plantea, la señora del rural con superpoderes, mucha gente tiene madres o abuelas con las que identifican a la protagonista del mural; creo que esto fomenta un sentimiento afectivo y de querencia. Por otro lado el acabado realista llega más fácil. En general, la gente valora la dificultad técnica en el arte, quieren saber lo que está pasando y en mi obra lo que se cuenta es evidente.
-¿Qué otros aspectos de la vida cotidiana gallega crees que podrían tener cabida en tus obras?
-Tengo varios murales previstos, aparte de los ya comentados de A Coruña, Caldas de Reis y Zas. Es muy probable que pinte varios murales en O Couto, el pueblo de Eduardo Pondal. Hay más cosas que supongo se irán cerrando, trabajo tengo para tener agujetas solo de pensarlo.

-Supongo que este trabajo, que es el que te ha dado más publicidad, es solo una parte del reflejo de tu inquietud artística. Pero te puede ayudar para dar a conocer tu faceta como pintor entre un público más amplio, ¿no?
-Sí, desde luego. Estaba dando clases en mi academia en Santiago (Academia Veladuras) y pintando cuadros de Fenómenos de rural con la ilusión de ganar algún concurso, todo con mucha calma. Desde que fui a pintar al DesOrdes Creativas, el primero de los murales, todo se potenció. Está claro que los cuadros guardados en mi taller o expuestos en alguna sala no daban a conocer mi obra de la misma forma que lo están haciendo los murales.