Javier Cansado: «En escena se nos nota el barrio»

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Se adelantaron a su tiempo con una propuesta humorística única en España. Pero los años han terminado por darles la razón a Faemino y Cansado, a los que las nuevas generaciones de humoristas citan sin excepción como referencia fundamental

20 abr 2018 . Actualizado a las 11:10 h.

Es complicado encontrar una figura del humor más respetada que Javier Cansado. Las nuevas hornadas de humoristas le rinden pleitesía y a él no deja de hacerle gracia. «Es que uno ya tiene una edad...», se disculpa. La edad no cuenta en el caso de Faemino y Cansado, que llevan 18 meses de gira por toda España abarrotando teatros. Ahora toca Galicia. «La verdad es que estamos rejuvenecidos», presume Cansado.

-Vienen con un espectáculo titulado «Quien tuvo, retuvo».

-Realmente el nombre es solo una excusa. Pero sí que queríamos reflejar en el título que somos unas personas de edad provecta, y nos gusta comprobar que nuestra forma de ver la vida sigue interesando. Aún tenemos algo que aportar. Y eso lo vemos en el público, porque sigue habiendo gente que creció con nosotros, pero también hay cada vez más jóvenes.

-Quizá es que se adelantaron a su tiempo y ahora es su momento.

-Algo hay. Lo que sí que choca es el formato. La pareja humorística está en desuso. Aunque hay gente que la ha recuperado, como los Chanantes. Julián López y Raúl Cimas hicieron una gira juntos, Ernesto Sevilla y Joaquín Reyes también... Pero no es lo que se lleva. Los más jóvenes están acostumbrados a otro tipo de cosas, sobre todo a algo más rápido. Nosotros somos casi de planteamiento, nudo y desenlace, y eso no tiene tanta vigencia, pero... ¡que lo vean también, caramba! Que no todo va a ser estímulo-respuesta. Hay cosas que toman su tiempo... Esto ya es hablar como un padre.

-Todos los humoristas de ahora los citan como referencia.

-Lo he comprobado en primera persona, porque por el programa Ilustres Ignorantes han pasado todos. Y me enorgullece mucho que tengan ese reconocimiento personas a las que admiro, porque el nivel del humor en España en la actualidad es estratosférico.

-¿Mejor que cuando empezaron ustedes?

-Es que es otro nivel intelectual. Cuando nosotros empezamos a ver un cómico universitario era algo muy raro, y ahora todos tienen una carrera, o dos como David Broncano. Y un nivel cultural excepcional. Yo ya no digo que les hayamos influido, pero que en cierto modo tuviésemos algo que ver con el hecho de que se dediquen al humor, que despertásemos alguna vocación, me da un gusto enorme.

-Aunque eso les haya llevado a la ruina más absoluta...

-[Risas] Bueno, bueno. Cuidado, que no se quejen, ¡eh! Que ahora hay programado mucho humor en cualquier teatro de España, y cuando nosotros empezamos en los teatros solo entraban Tricicle y Les Luthiers. Nuestro ámbito eran las salas de fiestas o salas independientes.

-¿A qué cree que se debe ese cambio a mejor?

-El público admite ahora más provocación que antes. Recuerdo a finales de los ochenta, en los bares de Madrid donde actuábamos, sitios donde había gente drogándose sin pudor, se creaba un silencio terrible al hacer una broma inocente sobre el rey. La evolución del humor no está solo en los humoristas, sino también en el público, que ha ido superándose y exigiendo también más.

-¡Pero si ahora está de moda ofenderse por todo!

-El tema de los límites del humor es delicado. Está claro que si tú ahora quieres hacer humor con temas como el de los refugiados, la vas a cagar. Así que el límite está en lo que tú quieras hacer con tu carrera. Bueno, y en el código penal, también. Mi consejo es que si vas a soltar un chiste que sabes que va a herir a alguien, por lo menos que sea muy bueno, que sea algo tan maravilloso que los propios agraviados, después del primer sarpullido, sonrían diciendo «caray, la verdad es que es divertido». Si el chiste es solo para joder, pues casi mejor no lo hagas. No merece la pena. Vamos a intentar llevarnos bien y progresar, hombre.

-A los que les hemos visto en la tele nos sorprende cómo elevan el tono sobre el escenario.

-Sobre todo en el lenguaje. Y eso que nosotros jamás tuvimos censura cuando estuvimos en la tele. Sí tuvimos alguna crítica en determinada prensa por un número en el que salía un cardenal, pero poco más. Pero en directo te sueltas. En el escenario se nota más el barrio y en la tele la universidad.