Junto a The Suicide of Western Culture ha creado un disco absolutamente rompedor, en lo formal y en lo conceptual. Una suerte de cartografía sonora del más radical y convulso underground
25 may 2018 . Actualizado a las 11:21 h.No estaba todo perdido. El sometimiento nunca es absoluto. Siempre quedan aldeas galas rodeadas de trincheras y barricadas. Y en una de ellas, entre el fuego cruzado del mainstream y la im postora independencia, fueron a caer Fermin Muguruza y el dúo catalán de electrónica de combate The Suicide of Western Culture (TSOWC). En poco más de un mes prepararon un artefacto sónico que ha hecho volar por los aires todo ese convencionalismo, tan cercano al pensamiento y al sonido único, que semejaba haberse apropiado de nuestro paisaje musical. Ese arma sonora de destrucción masiva es B-Map 1917 + 100, un disco conceptual toma como base la electrónica industrial para a partir de ahí postular un género que está por definir. «Siempre ha estado a favor de las músicas que todavía estaban por crear», dice un Fermin Muguruza que reclama para este disco la condición del «más duro que he hecho desde hace 20 años. Tiene un sonido muy bestia, muy industrial, incluso difícil para determinado público que me sigue». Y eso, viniendo de él, es mucho decir.
La otra cara
Explica Muguruza que la idea del disco surgió al darse cuenta de que hay una serie de ciudades que empiezan por B cuyos conflictos despiertan mucho interés periodístico: Beirut, Bilbao, Belfast, Barcelona, Berlín, Bogotá... Y a cada una de ellas dedica una canción. Diez callejeros músico-político-emocionales a partir de los cuales Fermín Muguruza mapea el rugido de la indignación, la convulsión y la revolución en el mundo actual. «Descubrí un mapa muy interesante alrededor de la letra B.
Por otro lado, esa letra es como de la otra cara de la realidad, es la contracalle». Seguramente el lugar donde más cómodo se siente un músico que si por algo se ha caracterizado es por ir siempre a la contra, sin importarle en demasía las consecuencias.
Muguruza tenía el concepto pero había que desarrollarlo. Un feliz encuentro lo situó un buen día en Barcelona junto a TSOWC. A la tarde siguiente ya habían puesto en marcha un proceso creativo kamikaze con la idea de grabar un par de temas. «Nos juntábamos e íbamos escuchando músicas que ellos me traían, dándole vueltas a qué se podía hacer y qué no. Empezamos a hacer trabajo de cirugía musical», narra el músico vasco.
Al tercer día ya vio claro que podía hacer un disco entero y, además, un disco conceptual. «Era un laboratorio de creación impresionante. Íbamos proyectando imágenes, yo escribía las letras y grababa melodías sobre sus bases musicales, después insertamos los samplers... Fue todo muy sugerente e imaginativo».
El resultado de este trabajo de Fermin Muruguza será puesto en escena en directo en solo 8 ciudades españolas. Santiago de Compostela será mañana una de ellas.