Tras 8 años sin publicar disco, «La gran esfera» ha resituado a La Casa Azul en el olimpo de la música festiva (y festivalera) de este país
28 jun 2019 . Actualizado a las 05:00 h.Nunca se fue del todo. Pero quizá nunca tampoco estuvo del todo ahí. O no por lo menos como lo está ahora. Su nuevo planteamiento vital y musical le sienta (y nos sienta) de maravilla. Fue el gran abanderado de la vertiente más festival del indie. Y hoy reivindica el cetro. Guille Milkyway ya no se esconde de sí mismo y por fin disfruta del escenario. «Tener ganas de que llegue el fin de semana para ir a tocar, para mí, es una sensación nueva», confiesa.
-¿Tanto sufrías?
-Es que yo soy más de estudio. Y son dos cosas muy distintas. Es como si a un director de cine, una vez acabada la peli, le dijeras: «Pues ahora para presentarla te vas de gira y haces unos teatritos». Para mí era un drama darme cuenta de que el futuro de la música estaba cada vez más en los directos y no en los discos.
-¿Qué ha cambiado, entonces?
-Que por primera vez tengo la sensación de tener un grupo compacto y con músicos que somos amigos de toda la vida.
-Ahora incluso te atreves a ejercer con cierto descaro el papel de «frontman».
-Nunca me he visto en ese papel. Consideraba que no tenía aptitudes para él. Pero precisamente al verme bien arropado musicalmente, de golpe he descubierto una parte de mí que pensaba que no existía.
-Has dicho que «La gran esfera» es un disco de transición. ¿Sabes ya hacia dónde?
-El disco refleja lo que era La Casa Azul en el 2013 y lo que es hoy en día. Lo que me apetece es seguir el camino que marcan canciones como El momento o Ataraxia. Un sonido más contemporáneo y quizá un pelín más calmado. Ahora lo que nos pasa es que en directo hemos tenido que bajar los bpm de casi todas las canciones antiguas. Porque aunque me sigue gustando tocarlas, me gustan más lentas.
-Has estado tocando en directo los temas de «La gran esfera» desde mucho antes de publicarlo. ¿Volverás a hacerlo?
-No querría. Aunque reconozco que vernos obligados a tocar el disco antes de publicarlo fue lo que forzó que el grupo se compactara. Jugar con la ventaja de que el público coree tus canciones en modo karaokístico te lleva a una cierta desidia. Tener que tocar canciones que no conoce nadie nos obligó a ponernos mucho las pilas.
-¿Son los festivales, como decía Pucho, de Vetusta, la gran fiesta de la música?
-A mí no me disgusta que la música sea entendida como un elemento que aúna a la gente, como pasaba en las fiestas mayores de antes. Y eso hoy pasa en los festivales. Yo hago música popular. No me molesta que la gente la esté celebrando. No me siento incómodo. Es más, a veces he pensado desde el escenario: «Joder, si los políticos viniesen a pactar a este entorno, seguro que sería todo mucho más fácil».
-A ti que llevas toda la vida militando en la independencia, ¿qué te parece que se esté denostando, cuando no directamente renegando del término «indie»?
-Para mí sigue teniendo todo el sentido. Incluso más que hace 25 años. Yo quiero tener libertad absoluta en mi creación y funcionar de manera independiente aunque sé que para determinadas cuestiones voy a tener que lidiar con la gran industria. Asumo esa contradicción. El gran problema de la militancia indie era que rechazaban por sistema las propuestas artísticas que no venían de ese ámbito. Por fortuna eso es algo que esta nueva generación ya ha superado. Vuelve a existir el underground, pero ya sin esos prejuicios.
-Estamos en la semana del Orgullo. Mi sensación es que «La revolución sexual» ha hecho más por la tolerancia que cien campañas de sensibilización.
-Sí, es increíble. Yo no podía imaginarme que iba a llegar a ver a todo tipo de familias con sus hijos cantando y celebrando esa canción. Pero es que en esa canción hay un elemento muy puro. Sencillamente, tenemos que liberarnos de ataduras para poder ser mínimamente felices. Y apelar a ese elemento emocional es algo que trasciende. Llegar con elementos racionales es más complicado. Pero, aún así, mi sensación es que aún nos falta mucho por hacer en cuanto a liberación. A título personal y, sobre todo, como sociedad.
CAlDAS DE REIS Portamérica Jueves 4
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