A las puertas de sacar nuevo disco tras 9 años, el sevillano, pionero de la fusión entre blues y flamenco, actúa la próxima semana en Sanxenxo
14 ago 2019 . Actualizado a las 00:01 h.A Raimundo Amador nunca le pudo el vértigo. No lo doblegó cuando a finales de los 70 se aventuró a fusionar flamenco y blues en Veneno. Ni cuando hizo trizas los tópicos del género con Pata Negra. Tampoco cuando asumió poner su guitarra a la altura de la de BB King. Ni durante los muchos años en los que ha defendido su inspirada propuesta en solitario. Pero ahora, que ha cumplido los 60, reconoce que le tienta el sosiego. Ha grabado su nuevo disco, del que ya ha publicado un adelanto de cuatro canciones, en su propia casa. Con su hijo y con sus muchos amigos.
-¿Acaso no tiene discográfica?
-Nooo, discográfica yo no. ¡Qué va, qué va! Yo tengo un estudio en casa y lo he ido grabando allí tranquilamente. Un día venía uno, un día venía otro...
-¿Para cuándo el disco completo?
-Eso es lo que quiero. Cuanto antes. Pero el disco tiene 16 o 17 temas. Es largo. Pero no creo que se vaya a aburrir la gente.
-Aquel chaval de las 3.000 Viviendas, ¿cómo se imaginaba que sería a los 60?
-Aquel chaval estaba seguro de que no iba a llegar a los 60. Un médico me dijo que no iba a durar ni para cumplir 30. Y eso que no le conté ni la mitad [se ríe]. La verdad es que muy buena vida no llevaba. Pero mira, ya llevo 30 más.
-¿Ahora es muy casero?
-Sí, soy muy casero. Pero teniendo una guitarra y buena onda de gente cerca me crezco. Ahora si me ponen música que no me gusta enseguida digo: «Hala, a dormir».
-Últimamente le he visto muy crítico con las músicas actuales.
-Hombre, tengo mucho derecho a ser crítico. A veces me siento culpable de alguna de esa mierda de música que está saliendo porque de algún modo derivan de lo que nosotros hicimos en los 70. Pero luego lo pienso y digo: «Yo no tengo la culpa de que la gente tenga tan poca vergüenza y tan poco respeto hacia la música».
-Dice que hay que educar a la gente para que escuche buena música y no la que impone el márketing. ¿Cómo se hace eso?
-A los niños hay que ponerles buena música desde pequeños. Yo con mis nietas me peleo mucho para que escuchen a Billie Holiday, a La Niña de los Peines, a Amy Winehouse, a Camarón... Eso es educarlos.
-En los últimos años se ha interesado bastante por la escena del hip-hop.
-Pues sí. Y me gusta mucho mezclarlo con lo mío porque tiene mucho rollo. Hombre, yo no me veo cantando hip-hop porque soy muy malo para las letras. Pero sí que me gusta mucho colaborar con ellos.
-Por eso escribe letras tan cortas como la de «El blues de los niños».
-Es que me da mucha pereza aprenderlas. Además, siempre digo, y esto tendría que decirlo también mucha gente si fuesen legales, que yo no me considero cantaor ni cantante. Me considero un trovador de esta época que cuenta historias. Para cantaores y cantantes ya estaban Camarón, Jim Morrison, Stevie Wonder o BB King.
-Primero flamenco y blues, ahora flamenco, blues y rap. ¿Se puede fusionar todo?
-Sí, siempre que tú mames esa música. Si es así, la fusión va a salir sola. Yo nunca he tenido que forzar o decir voy a hacer esto. No, me ha salido siempre solo.
-¿Cómo se lleva con la tecnología?
-Fatal. Yo en el estudio tengo una mesa de los 70, que es con la que vamos a mezclar el disco, y con esa me llevo bien. Ya lo que es el ratón y eso... no. Tengo un Mac allí, de estos Pro no sé qué... Y ahí está, muerto de risa. Lo tengo para cuando se escacharre el de mi hijo, pues ahí tiene otro.
-Raimundo tiene 60 años pero Gerundina va para los 40. ¿Qué tal anda de salud?
-De salud, bien. Perfecta. No tiene ni una raja ni na. Lo que tiene son arañacillos, pequeñas marcas de guerra. Porque cuando yo empecé con Gerundina no tenía ninguna guitarra más. Con ella iba a todas partes.
-Y ahora, ¿cuántas tiene?
-Un puñao. Una pila de guitarras. Ahora no vendo ninguna guitarra porque cuando lo he hecho, después me ha pesado.
-En el 2010 cantaba que era «medio hombre, medio guitarra». ¿Ha cambiado esa proporción?
-Creo que a estas alturas de mi vida ya soy más guitarra que hombre.
-Y para dormir pone a Jimi Hendrix.
-Bueno, a Hendrix lo pongo para todo. Para dormir a veces también pongo a Erik Satie, que es más tranquilito. Pero sí, tengo que poner música para dormirme porque si no, no cojo el sueño. La pongo flojita en el teléfono, de mi lado. Y ahí se queda sonando hasta que, muchas noches, mi mujer me despierta para que la quite.