Con «Fetch The Bolt Cutters» no solo vuelve de su hibernación Fiona Apple, sino que entrega un trabajo mayúsculo que marcará un hito
24 abr 2020 . Actualizado a las 18:16 h.Fiona Apple es aquella chica a la que en 1997 le dieron un premio MTV a la mejor artista nueva por Tidal (1996), su disco de debut. Lejos de pronunciar un discurso al uso, de esos que hacen brillar más aún la lentejuela del glamur pop, aprovechó la tribuna para arremeter contra ello: «A todos los que nos estáis viendo, a todos los que estáis contemplando este mundo, que este mundo es una mentira». También se trata de la figura huidiza que hasta este año había grabado solo cuatro discos, con un lentísimo ritmo de edición ajeno al carrusel de la industria musical, pero un reconocimiento unánime por parte de la crítica. Y ahora se acaba de convertir en la cantante que ha conseguido la primera puntuación de diez en Pitchfork (la web musical de referencia mundial) en una década (el último en lograr ese honor fue My Beautiful Dark Twisted Fantasy de Kanye West en el 2010). La culpa la tiene Fetch The Bolt Cutters, un álbum saludado con honores de obra maestra en un momento donde estas escasean. Difícilmente encontrará rival en la prensa especializada este año.
La pregunta no tarda en aparecer: ¿es para tanto? Pues depende desde la perspectiva desde la que se mire. Resulta indudable la valía del álbum, aunque situarlo al nivel del de Kanye West o el Kid A (2000) de Radiohead (otro que también alcanzó esa nota en Pitchfork) pudiera parecer ahora mismo algo exagerado. No se trata de nada nuevo para ella. La americana lleva soportando el interrogante de su valía real desde que una canción, Criminal, la puso en la palestra. Expuesta inicialmente al mundo con maneras de artista clásica a lo Carole King -pop, jazz, balada, piano y voz prodigiosa- pero al tiempo con esa mezcla de vulnerabilidad, diferencia e imprevisibilidad que enamora y desconcierta a partes iguales, Fiona Apple ha sido siempre una «artista de calidad» entre dos polos. Muchos creen que se merece mucho más. Otros tantos consideran que está sobrevalorada.
Dependiendo del punto de partida, la escucha de I Want You To Love Me, el tema inicial, llevará hacia un lado u otro de esa balanza. Una cortina de piano saluda. Una voz de un terciopelo, no del todo suave al tacto, canta: «He esperado muchos años / Cada huella que dejé en el camino me ha traído hasta aquí». Y cuando las teclas y su garganta se engarzan para decir «y para ese entonces espero que me ames» las discusiones se diluyen. La artista, con fuerza vocal, invita a meterse en la canción. Escupe versos como «Todas mis partículas se separan y se dispersan / Y volveré hacia la pulsación». Rasga a lo grande. Y rasca como las grandes. Como si Patti Smith se fundiese con Ella Fitzgerald, vuela. Al final, con estos gritos en espiral a lo Yoko Ono, gana al oyente.
Vida complicada, música compleja
Resulta imposible escuchar a Fiona Apple sin buscar las sombras de una biografía terrible. Problemas de acoso escolar a los diez. Una violación cuando apenas tenía doce. Luego, anorexia, trastorno obsesivo compulsivo y depresión. Todo ese caos vital se ha venido volcando en una música que ahora grabó en su casa de Venice Beach (California), apelando a percusiones extrañísimas e inquietantes que mantienen la tensión y la sorpresa. Incorpora golpes a la pared, palmadas, susurros, ecos y hasta ladridos de sus queridos perros (recordemos que en el 2012 la artista canceló una gira por Sudamérica al conocer que su perra tenía un tumor).
Cuando, tras arrancar con perversa alegría For Her, canta «me violaste en la misma cama donde nació tu hija» te deja sin habla. En Newspaper lanza: «Y es una pena porque tú y yo no tuvimos un testigo / Somos las únicas que sabemos» ocurre lo mismo. Se subraya que se trata de obra totalmente influida por el #metoo, en donde los hombres obligan a guardar secretos y también silencio. «No me callaré, no me callaré / Dame patadas debajo de la mesa todo lo que quieras», le dice en Under The Table al que la quiere controlar en una cena de empresa. Y no, no se ha callado. Tampoco ha entregado el album que debería entregar para triunfar. Ha lanzado algo mucho mejor. Seguramente el gran disco del 2020.