Elísabet Benavent publica «El arte de engañar al karma». Es su 21.ª novela romántica, un género que defiende: «Puede estar muy bien hecho»
30 abr 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Conocida en Internet como Betacoqueta -«es mi yo más social»-, Elísabet Benavent dice que sigue siendo la misma persona que comenzó a publicar en la Red, «pero ahora con más miedo», pese al éxito que cosechan sus libros.
-Vigésima primera novela, tres millones de libros vendidos y en el epílogo de «El arte de engañar al karma» (Suma de Letras) afirma que tuvo dudas de sí misma cuando escribía.
-La duda es necesaria. Si uno no se pone en duda, no aprende. Esta vez me he pasado un poco de revoluciones con las dudas porque el covid, el confinamiento, creativamente no me vino bien. Todo en teoría estaba muy bien para escribir, tres meses en casa, todo el tiempo del mundo para hacer las cosas bien, pero me bloqueé y no pude. Además, tienes miedo a repetirte, a seguir haciendo lo mismo que en tus anteriores novelas, a que no tengas nada que decir, pero son los miedos los que te llevan a exigirte el 200 %.
-Eligió el arte contemporáneo como contexto para la historia de amor y usted también pinta.
-(Ríe) Mis cuadros no creo que se puedan considerar arte, son cosas que hago para entretenerme. El arte es otra de mis pasiones. De hecho, me mudé a Madrid para estudiar un máster de comunicación y arte.
-Recientemente afirmaba que Catalina, la protagonista, era el personaje que más se parecía a usted hasta ahora. ¿Parte mucho de la realidad?
-No mucho. Hay mucho referencial cuando uno escribe. Uno no puede negarse a sí mismo cuando escribe. Puedes silenciarte un poco, dejarte como voz de fondo, pero no desapareces nunca por completo. Mis obras beben más de mi entorno. Soy muy observadora, o por lo menos lo intento, creo que las historias están ahí fuera, que hay que cazarlas, pero eso no significa que me tengan que pasar a mí. Es una mezcla.
Hay algunos de mis libros que me gustaría mucho volver para atrás y escribirlos de otra manera
-Dice que se bloqueó. Otro de los protagonistas de la novela, Mikel, habla de lo que para un artista supone quedarse en blanco. ¿Teme el folio en blanco?
-Le temo como todo creador y paso por ese momento en todos los proyectos, cuando dices: «Aquí me he quedado encajada y no salgo». Pero esa sensación de vararse es normal. Me parecen muy sanas esas crisis, pero claro, me lo parecen una vez que las he superado (ríe), porque en el momento tienes un ataque de pánico.
-Mikel también dice: «No puedes permitirte el lujo de no encontrar a las musas». ¿Cómo las encuentra Elísabet Benavent?
-No creo en las musas, creo que la inspiración es un estado mental, a veces está y otras no. Yo encuentro mucho la inspiración en mis amigos, son una fuente inagotable de anécdotas. Quiero escribir una historia verosímil. Las historias de mis amigos son bastante divertidas y suelo encontrar la inspiración tomándome un vino o cerveza con los amigos, en la música, leyendo... Hay que vivir mucho para escribir porque, si no intentas vivir lo máximo durante las 24 horas que tiene un día, vas a tener poco de lo que escribir.
-¿Cuál es la clave para que la novela romántica atrape en una sociedad como la actual?
-Este género tiene una cosa muy positiva, tanto para creadores como para lectores, y es que lo sentimos muy cerca.
-Recientemente, la escritora gallega Ledicia Costas reflexionaba asegurando que las autoras de literatura infantil y juvenil acostumbran a ser tratadas con condescendencia, como si no fueran escritoras completas. ¿Pasa lo mismo con los autores de comedia romántica?
-Creo que pasa más con las autoras de comedia romántica. También es un género que está denostado, pero porque se suele dejar de lado el entretenimiento, se suele identificar con algo que no es de calidad, que está a medio hacer... Yo creo que cualquier cosa, aunque su propósito sea solo entretener, es respetable y puede estar muy bien hecho. Además, estoy de acuerdo con ella y lo he sentido. Muchas veces se me ha considerado una escritora de segunda, pero creo que el público es el que elige lo que lee, es soberano y es a él a quien nos debemos.
-Habla de entretenimiento, pero a la hora de crear sí puede enviar mensajes.
-Los personajes femeninos sumisos han quedado en el pasado. Ahora la comedia romántica es bastante fiel a la realidad, son mujeres fuertes. Quiero que en mis libros se pueda diferenciar muy bien lo que es el amor sano de un amor tóxico, que si alguien joven lo lee, sepa diferenciar cuando lo están queriendo mal.
-Lleva veintiuna novelas, ¿cambiaría la forma de afrontar algunos personajes?
-La experiencia es un grado, ahora mismo hay algunos de mis libros que me gustaría mucho volver para atrás y escribirlos de otra manera. No se escribe igual cuando tienes 24 años que cuando se está a punto de cumplir 37. Me gustaría sobrescribir ciertas cosas, pero también creo que si las hice era porque tocaba en ese momento.
-«Valeria» es una serie y otro de sus trabajos será una película. ¿Cómo lo lleva?
-La primera temporada fue difícil porque era mi primera experiencia. Es por una cuestión de los autores, que tenemos mucho celo a la hora de prestar nuestros personajes. Luego entiendes que lo audiovisual es lo audiovisual y el libro es el libro. Estoy absolutamente tranquila porque a mi libro nadie ha ido a arrancarle páginas a las librerías. Además, estoy trabajando como productora ejecutiva de la segunda temporada. Y con la película de Fuimos canciones estoy encantada.