
Irreverentes y devotos a la vez. Mitómanos y desprejuiciados. Comprometidos y triviales. Antiguos pero modernos. Todo eso y más son...
25 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.¿Les suena la fusión? Nadie la ha hecho como ellos. Puro éxtasis y desparrame. Aquí Califato 3/4 (se lee tres por cuatro), el combo sevillano que combina electrónica avanzada con músicas enraizadas en la tradición popular andaluza. Nos atiende, aún desde Sevilla, el bajista de la banda, Esteban Espada.
—Muy valiente había que ser en el 2018 para apostar por Califato 3/4. Cuatro años y una pandemia después, el personal os rinde pleitesía. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué ha cuajado así el grupo?
—No lo sabemos. La mayoría de nosotros llevamos un montón de tiempo haciendo un montón de proyectos de lo más variado. Yo a lo mejor he tenido 30 o 40, de los que han funcionado dos o tres. Yo creo que es una cuestión de suerte. Porque tú los haces todos con el mismo cariño y el mismo talento. Simplemente hay alguno en el que se dan una serie de circunstancias, que coinciden en el lugar y en el tiempo, y sin tu preverlo, va la gente y lo entiende. En nuestro caso fue así, a pesar de que, como dices, nuestro primer disco era de todo menos comercial.
—¿Puede tener algo que ver con esa sensibilidad que parece que ha aflorado respecto a proyectos que fusionan la electrónica y las músicas de raíz?
—Sin duda. Ese es un fenómeno que se está produciendo a nivel mundial. Y ha coincidido que hemos lanzado este experimento que es Califato 3/4 justo cuando estaba ocurriendo ese proceso. Con la globalización todo el mundo pensaba que con la música iba a pasar como con la comida, que toda se cortase por el mismo patrón. Pero, yo creo que a modo de reacción ante esa uniformización que estaba imponiendo el nuevo capitalismo, la gente ha vuelto a mirar a lo local, a sus raíces. Le ha pasado a mucha gente a la vez en muchas partes del mundo, sin estar conectados entre sí, de una manera natural y espontánea.
—Si entras en Spotify en la radio de Califato 3/4, uno de los primeros artistas que suenan es Baiuca. ¿Os sentís cercanos?
—Sí, él entra también dentro de esta filosofía de la que hablamos. Sí que tenemos puntos en común. Galicia es periferia también y sufre muchas problemáticas en común con Andalucía.
—En los títulos de vuestras canciones utilizáis la grafía tal cual suena en vuestra manera de hablar. ¿Por qué?
—Hay gente en Andalucía que ya lleva bastantes años intentando crear una gramática propia con el objetivo de reapropiarnos de ese foco de poder que es el lenguaje. Y es que si la historia hubiera sido diferente, a lo mejor los que hablaban mal eran los de Valladolid. Para mí lo interesante de esta gramática, además de ese objetivo simbólico y político que pueda tener, es que intenta aglutinar a todas las hablas andaluzas. En cualquier caso, nosotros no lo vemos como algo que se deba imponer. Simplemente es una propuesta. Es algo simbólico. Y también algo estético, que nos diferencia.
—Os van a tildar de nacionalistas andaluces.
—Bueno, en cierta manera lo somos. Lo que pasa es que hay varios tipos de nacionalismos. Y yo no comulgo con todos. Están los de las zonas deprimidas, que lo que buscan es la no dependencia, que no nos roben nuestros recursos ni nos colonicen culturalmente. Y luego están los de las zonas ricas, que me parecen deleznables. Pero el hecho de conocer tu historia, estar orgulloso de ella y que no te hagan avergonzarte de lo que eres es un primer paso para poder tener independencia económica y política. No hay nada malo en ello.
—¿De qué tradición musical os sentís más cerca, de la Semana Santa o del «spaghetti western»?
—Nos ha influido mucho más la Semana Santa. Desde que hemos nacido estamos escuchando marchas en las calles. Es algo que forma parte de nuestra cultura.
—¿Y más cerca del cante de las minas o el «drum and bass»?
—El drum and bass fue una música que en Sevilla pegó muchísimo, pero no precisamente el que a mí más me gusta, que es el más puro, el más antiguo, con más groove. El de aquí era más duro, más tosco. Y el cante de las minas, por supuesto nos fascina. No sé, siento que las dos nos han influenciado de alguna manera.
—¿Más cerca de la feria de Sevilla o de la ruta del bakalao?
—Hombre, de la feria, seguro. Es cierto que a mí, de chaval, la música de los principios de la ruta del bakalao me influenció. Pero la feria... Es que ahí nos hemos criado todos. La llevamos en el ADN.
—¿Niño de Elche o Los Planetas?
—Yo creo que a los miembros de Califato no les interesa ninguno de esas dos propuestas. A mí me interesan más Los Planetas, sobre todo su etapa de investigación con el flamenco.
—¿De quién huis antes, de un purista o de un negacionista?
—Los puristas tienen que existir para que se mantenga la esencia de los estilos. Pero también tiene que existir quienes los perviertan. Los dos son necesarios. Gracias a la fusión hay gente que se está acercando a lo puro. A veces la música pura está en un escalón superalto al que mucha gente no es capaz de subir. Si tú le pones un escalón intermedio para que puedan acercarse y entenderlo un poco mejor, hay mucha gente que sí que llegará. A mí me pasó. Yo cuando empecé a escuchar flamenco no empecé por lo más jondo. Empecé escuchando a Pata Negra, Triana, Kiko Veneno y cosas así, que luego me llevaron a acercarme al flamenco más puro. En cuanto a los negacionistas... No sé, todos somos algo nihilistas en algún momento de nuestra vida. Pero normalmente con la cultura y la madurez uno lo va abandonando.
—Incluir un sampler de Chiquito de la Calzada en el «No înnô de Andaluçia» es una reivindicación o una provocación?
—Es simplemente que cuando estábamos haciéndolo se nos vino a la cabeza y lo metimos. No hay que darle más vueltas. Nosotros somos devoradores de cultura y de arte y estamos todo el día nutriéndonos de un montón de locos que han filtrado la realidad de una manera diferente y que nos parecen interesantes. Y por lo tanto pueden aparecer en cualquier momento.
—Las drogas son uno de vuestros temas recurrentes. Incluso en vuestro merchandising contáis una camiseta alusiva al mundo lisérgico. ¿Qué papel juegan en el proceso de creación o en la convivencia de Califato?
—A ver, nosotros no escondemos que somos golfillos. Está claro que a nosotros el tema de la fiesta nos ha influido mucho. De hecho, a la hora de crear, lo que hacemos es pegarnos una fiesta. Nuestros discos no nacen en el local. Lo que hacemos es coger una casa en algún sitio perdido, montamos el estudio y nos pegamos 4 o 5 días de fiesta, sacando ideas. Y luego sí, todo ese material que surge nos lo llevamos al local y lo trabajamos y le terminamos de dar forma allí.
SANTIAGO CAPITOL SÁBADO. 21.30 22 EUROS