El mejor cómic lo están firmando ellas

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Cuatro de las propuestas más convincentes e innovadoras de lo que más recientemente se ha editado en cómic
Cuatro de las propuestas más convincentes e innovadoras de lo que más recientemente se ha editado en cómic

Las dibujantes españolas son ahora las renovadoras del género, exprimiendo historias muy poco convencionales novedades en novela gráfica

03 abr 2022 . Actualizado a las 11:13 h.

La nómina de grandes dibujantes del cómic ha llevado históricamente nombres masculinos (Hergé, Pratt, Manara...). En Europa, en Estados Unidos y también en Japón, de la novela gráfica al manga y a los superhéroes. Seguro que no hay una sola explicación para ello. Sucede que en los últimos años algunas de las mejores propuestas de este género, por innovadoras, han venido firmadas por ellas. Y se ha acentuado en los últimos meses entre las creadoras españolas, también en Galicia, con nombres como Xulia Vicente, Emma Ríos, Lola Lorente (con su nada convencional Maganta) o Anabel Colazo. Esta última, valenciana asentada en A Coruña desde hace un tiempo, ha convertido una sucesión de pequeñas píldoras de miedo en un sugerente trabajo llamado No mires atrás, un relato para público juvenil de colores llamativos y tensión creciente. Es lo más logrado que ha publicado hasta ahora, pero no lo último; lo más reciente, también en La Cúpula, es Espada, una fábula fantástica, liderada por personajes femeninos.

Ojo que esto último, darle protagonismo a mujeres, no es una coincidencia en esas nuevas voces del cómic firmado por ellas. El que posiblemente es uno de los mejores trabajos de los últimos años del tebeo en España lleva por título Contrapaso, los hijos de los otros, y lo ha sacado al mercado recientemente Teresa Valero. Es un noir protagonizado por dos periodistas, un veterano resabiado y un joven idealista, en lo peor de la posguerra. Un trabajo impecable, una historia salpicada de trampas para el lector con un dibujo intenso y una ambientación fabulosa del Madrid del franquismo. Recordará a algunos a la saga Blacksad, que tan bien conoce Valero. Aquí esos dos tipos tratan de averiguar qué hay detrás de una serie de muertes de mujeres, qué relación guardan con la élite de la dictadura, y cómo pueden sortear la censura para contar todo lo que van descubriendo. Editado por Norma, es realmente adictivo; pide una continuación.

Un argumento totalmente opuesto, por grupal y por despiadado, es el de Elisa Riera en La estirpe fracasada. Con un dibujo aparentemente descuidado, es el árbol genealógico de una familia noble venida muy a menos y donde afloran todas las miserias: celos, engaños, infidelidades, infelicidades... Riera lo cuenta con sorna, diseccionando cada rama de esa familia sin cortarse, y aprovechando momentos de reunión familiar para exponer lo peor de cada uno. No es difícil concluir que no está nada desencaminada con lo que puede suceder de paredes hacia dentro en muchas sagas.

La apuesta de Laura Pérez —en Astiberri, como la citada antes— es otro cambio de registro. Una ficción deliciosamente pintada que lleva por nombre Tótem y que arranca con dos chicas, pareja, que hacen una ruta por zonas indias de Estados Unidos buscando algo que les conecte con otra realidad. Ese viaje se convierte en una experiencia que conecta personajes, tiempos, mujeres de diferentes generaciones y una ausencia.