La artista de Boimorto publica su primer disco en directo: el concierto que en julio del 2021 ofreció en el Obradoiro con la Real Filharmonía de Galicia
03 jun 2022 . Actualizado a las 19:55 h.Cuarenta años y una pandemia han tenido que pasar para que Luz Casal (Boimorto, 1958) publique un disco en directo. Y no era, desde luego, por falta de cancionero. «Se tenían que cumplir varias condiciones: que fuese un disco verdaderamente en directo; es decir, que no estuviese retocado después, que tuviese un sonido extraordinario y que captase de manera fiel lo que había pasado en el concierto», explica la artista. Y esas tres condiciones concurrieron en la grabación del concierto que en julio del 2021 Luz ofreció en la plaza del Obradoiro acompañada por su banda habitual y la Real Filharmonía de Galicia. Grabación que se ha convertido en Solo esta noche, el decimoquinto álbum de su carrera. «Tenía una grabación que había captado la esencia y el alma del concierto, un magnífico sonido y no está retocado..., pues había que sacar el disco».
—¿Y cuál es la sensación que le queda ahora?
—La de que me he encontrado con un regalo totalmente inesperado. Esto era una aventura y me ha salido bien. La sensación es como la de cuando llega a tierra alguien que se ha tirado por primera vez en paracaídas. Y a mí eso me ha pasado poco.
—Pues Luz se ha tirado unas cuantas veces en paracaídas a lo largo de su carrera.
—Eso va en mi ADN. Hay millares de pruebas en ese sentido. Cuando hice las dos canciones para Tacones lejanos, totalmente distintas a lo que había hecho en los cinco álbumes anteriores, hubo mucha gente que pensó que me estaba suicidando. Pero bueno, esas son exigencias personales mías como individuo, como músico, como cantante y como mujer. Yo no he venido a la vida a aburrirme ni a conformarme con lo primero que haga.
—¿Cómo eligió las 16 canciones que conforman el disco? ¿Participó la orquesta?
—No, la orquesta no. Fue una decisión personal, contrastada posteriormente con el arreglista, César Guerrero. Por supuesto, las elegí teniendo muy presente la formación con la que iba a cantar. Yo no podía hacer Rufino, por ejemplo, a pesar de que es una canción presente en mis conciertos. Sabía que había algunas canciones que no iban a poder entrar en este disco.
—¿Las del repertorio más roquero?
—No necesariamente. Hay canciones roqueras como Un pedazo de cielo. Y suena además magníficamente. Pero Loca o Que corra el aire, por ejemplo, sí que me habrían costado un poquito más.
—¿Qué ha sido lo que más le ha sorprendido de sus canciones al escucharlas en este formato, con orquesta?
—Pues la sensación de estar cantando canciones nuevas. Incluso cuando las escucho ahora, por ejemplo, en una radio, tengo la sensación de que son canciones nuevas. Eso es muy ilusionante. Y, por otro lado, me da la confianza de saber que tengo un repertorio que pasa el tiempo, generaciones si me apuras, y las canciones siguen estando vivas. Tener esa certeza de que tengo una serie de canciones poderosas es una de mis mayores satisfacciones.
—¿Es más fácil o más difícil cantar teniendo detrás a una orquesta como la Real Filharmonía?
—Es muchísimo más arriesgado. Yo estoy habituada a tener cinco músicos que me respaldan haga lo que haga y con los que tengo absoluta confianza. Eso me da mucha seguridad. Pero tener detrás a más de 60 músicos que no conoces conlleva una enorme responsabilidad. Por otra parte, es cierto que, cuanta más riqueza musical tenga a su alrededor una cantante, mejor le va a venir.
—¿Cuál cree que es la canción que más ha ganado con esta orquestación?
—Varias, pero creo que Negra sombra la he hecho mejor que en ninguna otra versión que haya podido hacer. También hay otras, como Te deje marchar o Besaré el suelo, que, caray, tienen una densidad extraordinaria.
—Cuando introduce «Camariñas», se la dedica «a los músicos que difunden el gran tesoro de la música popular gallega». ¿Cuánto le debe Luz a ese «gran tesoro»?
—Me gustaría tener un conocimiento mayor de la música tradicional. Aunque empecé muy chiquitilla en la música, mi relación con el folklore gallego se reducía a las reuniones familiares. Yo, de pequeña, las canciones que me sabía eran tipo Fun e peteiche na porta, non me quixeches abrir. Pero hay mucho más que eso. Y Camariñas es una representación magnífica de lo que estoy diciendo. Luego he ido añadiendo conocimientos paulatinamente y en los últimos años, por fortuna, la música de raíz ya tiene en mí una presencia mayor. Pero siento que debería deberle mucho más. Siempre le he tenido bastante respeto a acercarme al folklore. Una, por el idioma, porque no lo hablo fluidamente y eso me hace sentirme muy insegura. Y nunca me atrevía, nunca me lanzaba. Las dos veces que he cantado en gallego ha sido provocada por alguien que pensaba que lo podía hacer bien. Y yo le estoy muy agradecida a todos esos músicos que hacen que gente como yo pueda descubrir cosas que están en su raíz, en sus genes.
—¿Está atenta a lo que está pasando en torno a la nueva escena de las músicas de raíz en Galicia?
—Para todo no me da, pero sí estoy atenta a aquello que de repente me llega por distintas vías acerca de gente que toca instrumentos tradicionales o que los mezcla con electrónica. Estoy atenta porque me gusta escucharlos y por llevarlos al festival [de la Luz] como representación de la música gallega actual. Es un gustazo descubrir músicos que no conocías y con tantísimo talento.
—¿Cuál ha sido el último que ha descubierto?
—Hay una mujer, H.E.R., que me llama muchísimo la atención. Tiene una voz increíble y un poderío extraordinario. Pero lo que más destacaría es la cantidad de buenos álbumes de mujeres que hay. Ahí está el caso de Rosalía, sin ningún tipo de dudas. Habría que dedicarle varias páginas para alabar su impronta. Y en otra dirección, Olivia Rodrigo me parece extraordinaria. O el caso de Dua Lipa. Por el hecho de que tenga éxito, no hay por que subestimarla. Que a veces, en la música, parece que el éxito como que degrada la calidad. Y no es necesariamente así.
—Está a punto de entrar en el estudio para grabar su nuevo disco. Un disco que, imagino, necesariamente estará influenciado por todo lo que vivió durante la pandemia. ¿Qué nos vamos a encontrar en ese nuevo álbum de Luz Casal?
—Yo empecé a trabajar en nuevas canciones al día siguiente de terminar de grabar Que corra el aire. Entonces, a pesar de que hice algunas músicas y algunas letras en los meses del confinamiento, no creo que representen lo peor que vivimos. Aquel drama, aquella ansiedad. No te sabría explicar por qué, pero la reacción mía ha sido irme en dirección contraria. Que el negro se transformase en un color que tuviera al menos algo de luminosidad. Ya no digo en verde esperanza, pero algo así. No hay mucho pesar en el nuevo disco.
—Dice que buscaba que su disco en directo captase fielmente lo que había pasado y se había sentido en el Obradoiro. Pocos momentos lo reflejan mejor que esos dos minutos y medio de aplausos con los que se cierra «Solo esta noche».
—Es lo que tienen los días especiales. Más que esto ya no va a poder ser. Un regalo de calidez increíble. A pesar de que no era una tarde-noche precisamente calurosa. Y ya, a título más íntimo, creo que en ese concierto hubo algo que, a lo mejor, si lo hubiera grabado en otra ciudad y en otro espacio, canciones como Camariñas o Negra sombra, habrían tenido otro significado. Eso lo tengo clarísimo. Se han sumado muchas cosas que lo hacen especial.