José María Merino, premio nacional de las Letras: «Mi próximo libro será una novelita sobre el Ratón Pérez»

VIRGINIA MADRID

FUGAS

Foto de archivo, del 2019, de José María Merino.
Foto de archivo, del 2019, de José María Merino. EDUARDO PEREZ

El autor y académico coruñés reaparece con «La novela posible» y disfruta leyéndole cuentos a su nieta: «Todavía conservo 'Heidi' en casa»

17 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Con siete años leyó Heidi, «un librito que conservo en casa, porque le tengo un gran cariño». Lector voraz, empezó escribiendo poesía, pero «un buen día la poesía me abandonó», asegura. Hoy vive entre el cuento y la novela. «Son mis dos grandes amores», dice José María Merino (A Coruña, 1941), que ha tejido a través de sus historias un interesante universo donde lo fantástico, el mito y el sueño juegan entre sus páginas para enamorar a los lectores. «Me encantan los viejos cuentos como Las mil y una noches. Estoy convencido de que el cuento va a sobrevivir siempre».

—Tras recibir hace unos meses el Premio Nacional de las Letras, reaparece con «La novela posible», donde aborda la vida de la pintora Sofonisba.

—Sofonisba es una de las protagonistas de mi historia. Nacida en Cremona en 1535, fue un talento extraordinario, ya que no contaba con formación pictórica ni conocimiento académico de la anatomía, y se especializó en el retrato alcanzando un gran éxito en su época en la corte de Felipe II. Pero, además, cuento la relación entre Tere, una bibliotecaria, y su novio Fortu, pintor, durante el confinamiento. Y la tercera parte son mis reflexiones sobre aquellos tristes días que vivimos encerrados en los peores momentos de la pandemia. Son tres historias diferentes, pero interrelacionadas y que se complementan entre sí a lo largo de los veintiún capítulos del libro.

—¿De dónde surge su fascinación por Sofonisba?

—Descubrí a Sofonisba a través de la enciclopedia Espasa, donde aparecían algunos de sus cuadros reproducidos en blanco y negro. A partir de ahí, fui recopilando documentación sobre ella, y poco a poco me fue seduciendo más y más. Algo parecido me sucedió con Lucrecia de León y Olivia Sabuco, dos mujeres del siglo XVI a las que también rescaté del olvido y fueron las protagonistas de mis anteriores novelas, Las visiones de Lucrecia y Musa Décima.

—¿Y por qué la ha titulado «La novela posible»? ¿Tan imposible la sentía?

—Porque tras el esfuerzo realizado se ha materializado (sonríe). Además, esta novela tiene trama, ritmo y conflicto.

—Vivió el confinamiento dedicado a esta novela.

—Sí, y Sofonisba fue mi salvación durante aquellos días tan tristes y tan dolorosos. Este libro me salvó, porque el confinamiento fue una pesadilla, los días se repetían, uno tras otro. Por eso ahora quiero tanto a Sofonisba, porque fue una compañera increíble en aquel tiempo tan difícil. Tenía mucha documentación sobre la pintora, el libro de Daniella Pizzagalli y el de Beatriz Porqueres, y con todo ello viví inmerso entre Sicilia y Cremona, escuchando violines, mientras las ciudades se paralizaban a causa de la pandemia.

—¿Qué sintió cuando recibió la noticia hace unos meses de que había sido galardonado con el Premio Nacional de las Letras?

—Me sentí muy agradecido y satisfecho. A mis años, ya cumplidos los ochenta, recibir un premio de esta categoría es un reconocimiento enorme, y me sentí muy complacido y contento. Fue un regalo estupendo.

—Lleva toda la vida entregado al oficio de la escritura. ¿Por qué escribe?

—Escribir me permite entender mejor la realidad y la conducta humana. Además, me evade de lo que acontece en el mundo, porque cada vez está peor. Llevamos ya más de dos años muy difíciles. Estamos viviendo una etapa muy triste y complicada en lo social, en lo económico y en lo medioambiental. Tras vivir la pandemia del covid-19 y pasar por un confinamiento terrible, entró en erupción el volcán de La Palma, y ahora, la guerra en Ucrania. El mundo hoy está muy feo.

—Se le nota un tanto negativo. ¿Ve el vaso medio lleno o medio vacío?

—A pesar de todo, lo sigo viendo medio lleno. Me gustaría ser más optimista, pero en realidad soy un optimista desesperado.

—En su anterior libro, «Noticias del Antropoceno», aborda el drama del siglo XXI, la destrucción del clima a través de sus cuentos. ¿El futuro le da miedo?

—Yo ya soy mayor, pero me preocupan las generaciones futuras. Hay una crisis climática muy grave. Tengo una nieta de 6 años y pienso en el mundo en el que vivirán, rodeados de plásticos, de basura, y me entristece... La naturaleza ha dado paso a la basuraleza. ¿Qué mundo le vamos a dejar a los niños de la edad de mi nieta?

—Ya que la menciona, ¿le lee cuentos a su nieta?

—Sí, por supuesto. Y disfruto mucho. Desde pequeña ha estado rodeada de libros y es una gran lectora. Además, le entusiasma dibujar.

—Y usted, ¿ya de niño fue un gran lector?

—Sí, me gustaba muchísimo leer. Recuerdo que con 7 años leí Heidi, un librito que todavía conservo en casa, porque le tengo cariño. También me gustaron mucho La isla del tesoro y La vuelta al mundo en ochenta días, porque ahí están los arquetipos clásicos de la literatura.

—Y ahora, ¿a quién lee Merino?

—Sobre todo, a los clásicos como Galdós. Releí hace poco Fortunata y Jacinta y la disfruté muchísimo. También me reencontré recientemente con La celestina y La montaña mágica de Thomas Mann, y fue maravilloso.

—¿Ya tiene en mente su próxima historia?

—Sí. Es una novelita sobre el Ratón Pérez y su mundo, y me gustaría mucho poder regalársela a mi nieta por su séptimo cumpleaños.

—Y si no se hubiese dedicado a las letras, ¿qué le habría gustado hacer?

—Me habría gustado ser marino y dedicarme a la navegación, y poder recorrer el mundo en un barco. Me fascina el mar por su grandiosidad y por ese halo de misterio que lo rodea.

—Y cuando aparca la escritura, ¿con qué disfruta?

—Me encanta bucear a pulmón y voy mucho a Cabo de Gata. Allí me paso horas bajo el agua saludando a los peces y a los pulpos. El mar me apasiona.