Tras compartir cartel con Billie Eilish y Harry Styles, el trío de pop aguerrido y guitarras aceleradas se subirá hoy al del Caudal Fest
16 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.Confiesan en sus letras las inquietudes, desamores y anhelos propios de su generación. Pero lo sonorizan de un modo infrecuente. A golpe de guitarrazo y desenfreno pop. Quizá precisamente por ello hayan llamado tanto la atención en tan poco tiempo. En marzo del 2018 Cariño solo tenía dos temas, Canción pop de amor y Momento inadecuado, publicados, eso sí, de la mano de Elefant Records, el sello, reconocen, en el que estaban muchas de las artistas que las influenciaron. Un año después ya estaban programadas para la edición del 2020 del mítico festival de Coachella. La pandemia frustró aquel concierto, pero en su retorno, en el 2022, el Coachella ha vuelto a contar con ellas. Y en California se plantaron, compartiendo cartel con Billie Eilish, Ye o Harry Styles. «Ha sido bastante alucinante», confiesa Paola Rivero, guitarrista de Cariño. «Aunque a Coachella la mayor parte de la gente va de postureo más que por la música, poder actuar allí ha sido algo increíble. Además, ya aprovechamos para hacer algunos otros conciertos en otras ciudades de Estados Unidos y flipamos con la acogida. Pensábamos que no vendría nadie y, al revés, hemos tenido bastante público. En todo caso, haber estado en Coachella nos ha servido para darnos cuenta de que en los festivales de aquí nos lo pasamos mucho mejor».
—¡Ah, sí! ¿Por qué?
—La gente se divierte más y los músicos también nos lo tomamos de otra manera.
—¿Tienes el cartel del Coachella con el nombre de Cariño colgado en tu casa?
—Aún no, pero sí que pienso hacerle una foto y ponerlo. Además, tengo dos [se ríe]. El del 2020 y el del 2022.
—Musicalmente, ¿de quién os sentís herederas?
—Tanto como herederas no sé, pero claramente nos ha influenciado gente como La Bien Querida, La Casa Azul, Axolotes Mexicanos, Los Punsetes o un montón de bandas de pop de los 80 y 90. Pero escuchamos de todo, ¡eh! Yo a veces me pongo reguetón.
—Esos sintetizadores ochenteros os delatan. ¿De dónde nace esa querencia por ellos?
—De esos grupos que escuchábamos. Cuando empezamos con Cariño pensamos que el de los sintes era un sonido que aportaba frescura y que contrastaba con la fuerza y la aceleración de las guitarras, que es una de las cosas que nos caracterizan.
—No lleváis batería. ¿Es un instrumento sobrevalorado?
—¡Qué va! Si lo curioso es que yo toco la batería desde los 8 años. Pero creo que con nuestro sonido, por ahora, encajan mejor las percusiones electrónicas.
—No es frecuente ver grupos de vuestra edad que apuesten por las guitarras eléctricas y por esa actitud ramoniana.
—Nuestro sonido es muy genuino, en el sentido de que teníamos ganas de rockear y eso es lo que hacemos. Y cada vez hay más bandas que están optando por ese estilo de música. Y también más festivales que deciden llevar a grupos así.
—Al contrario de lo que hacen la mayoría de los músicos de vuestra edad, vosotras incluso a las canciones con letras más tristes, duras y descarnadas les metéis guitarras poderosas.
—Es que nosotras solo sabemos hacer eso. Es nuestro sonido y tiramos por ahí, por esas guitarras muy aceleradas aunque las letras vayan de cosas chungas. Hay canciones que como que te meten más en la bajona y hay otras que te sacan. Y está bien que existan las dos opciones. Depende del día, entras en unas o en otras. Pero creo que nosotras no sabemos hacer canciones lentas.
—¿Cuánta rabia lleváis dentro?
—No es rabia. Pero sí que nos molesta esa sensación de tener que estar todo el rato justificándonos.
—Hace pocos meses, en una entrevista en Mondonoso decíais que os sentíais «indies». ¿Qué significa para vosotras esa etiqueta?
—A día de hoy, musicalmente no sé que significa. Bueno, creo que nadie. Nosotras lo decíamos en el sentido de que veníamos de la independencia, aunque ahora hayamos sacado el disco con Sonido Muchacho y Universal. Realmente nosotras donde más cómodas nos sentimos es en el pop. Es la etiqueta que más nos gusta.