Ia Genberg, autora del libro del año en Suecia: «Escribir es un servicio constante de limpieza»

FUGAS

Hablamos con la autora de «Los detalles». Cuatro retratos joya, una caja de bombones de licor
18 mar 2023 . Actualizado a las 16:52 h.Un detalle es lo contrario de una anécdota. Eso revela la segunda historia de este volumen, el segundo retrato de los cuatro que sostienen el libro del año en Suecia. Los detalles, Premio August a la mejor novela sueca del 2022, me gusta pormenorizadamente. Lo colocaría en ese contracanon que hacer con las historias que mueven el foco para llevarlo del centro a los detalles. Los detalles son aquí el corazón de un retrato, latidos de personas singulares. Ia Genberg es un ser que limpia. «Escribir es como un servicio continuo de limpieza», asegura.
—Revela la fiebre como un estado de lucidez, la fiebre que vincula el sentimiento del enamorado y el estado del que crea un texto. ¿La fiebre afina la percepción?
—Me gusta el estado de fiebre; hasta cierto punto te abre la mente. Es un poco lo que ocurre con las pesadillas, que pueden dar muy buenas ideas. Cuando estás un poco fuera de ti, es más fácil ir más allá a nivel de ideas y de creación.
—¿Escribir es más intuitivo que racional?
—Para mí, escribir es una cosa muy intuitiva. Cuando me torno más racional, me centro más en la estructura de la novela. Pero mi voz está en la intuición. Lo que intento encontrar es una voz distinta de otras novelas mías. No sé si es emocional la palabra, pero sí más sensible. Me acerco a los personajes digamos que con mayor compasión.
—Hay un clímax en el primer retrato, cuando la narradora revela lo esencial que es Johanna. Sin ella, se viene abajo.
—Johanna se convierte en una especie de musa para la narradora. Cuando ella desaparece, la narradora no puede escribir.
—Una revisión del mito romántico...
—Es una manera bonita de decirlo.
—Yendo al detalle, la «trilogía de Nueva York», de Paul Auster, lo explica todo en ese fracaso de pareja con Johanna.
—Ciertamente, Auster desempeña un papel importante en el retrato. Es una especie de traición... (no spoilers!).
—¿Auster es un referente para usted?
—Sí, es importante. Cuando lo leí, fue enriquecedor, una lectura nueva. Su manera de escribir es ligera y a un tiempo te hace reflexionar, leer más. Creo que él hace un gran esfuerzo y no lo parece cuando lo lees. Para mí, escribir con ese estilo Auster es casi un ideal.
—Sus musas son de carne y hueso, asustan, pero es parte del encanto de la narración. ¿Las personas y relaciones reales son sus musas en «Los detalles»?
—Las relaciones, en general, son para mí una gran fuente de inspiración. Mi intención aquí era profundizar, ir al fondo de esos personajes. No hacer digresiones, sino profundizar en esas personas.
—¿Son aquí el «thriller» las personas, las relaciones humanas? Ahí el misterio.
—Precisamente, es eso. La novela no tiene una intriga como tal, no hay una acción. Todo son las relaciones, las relaciones entre la narradora y los personajes, y esta es a la vez una manera de describir el impacto del tiempo y es un retrato de la narradora. Mi intención era crear un quinto retrato: el de la narradora. Quería que ella fuera visible solo entre las grietas, solo a través de los otros cuatro retratos.
—Se percibe una épica de la limpieza en estos relatos. En «Los detalles» la gente limpia, cuando poca gente sale limpiando en las novelas... Es un tema inusual.
—Limpiamos mucho más de lo que escribimos sobre limpieza. ¡Y la limpieza es un tema! Todo lo relacionado con la limpieza me fascina. La gente que mantiene la limpieza a la vieja usanza y esa gente que como Niki [protagonista del segundo retrato del libro] nunca limpia ni hace la cama ni pone orden en la nevera...
—¿Cree que hay conexión entre la literatura y la limpieza?
—La verdad es que escribir este libro ha tenido mucho de limpiar el texto. Cada día limpiaba las palabras y borraba muchas.
—El escritor es un ser que limpia...
—Sí, es lo que hago, un servicio continuo de limpieza. Igual escribo dos páginas el lunes y las borro enteras el martes.
—Quizá es herencia de su abuela, por lo que cuenta en el segundo relato...
—Igual sí. Ella era una persona de texto, pero solo leía, no escribía.
—Adiós a la frase hecha. Escribe en el relato final: «Quien piensa que lo que no te mata te hace más fuerte no ha conocido nunca a una víctima de violación».
—Yo trabajé como enfermera en un departamento psiquiátrico y reflexioné mucho sobre este tema. Realmente, la expresión no es cierta en el caso de las personas que han sufrido violación.
—La felicidad se saborea aquí, pero como un camino difícil, tortuoso.
—Sí, creo que la felicidad está en el camino de muchas cosas. La felicidad no es fluir porque algo es estupendo, pasa más por la aceptación de lo que vives.