Josele Santiago: «Tenía 24 años, morían muchos amigos y eso lo canalicé en rock rabioso»

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«La vida mata» (1990) y «La cuenta atrás» (1991) fueron los discos que le dieron el arreón a Los Enemigos. Hoy estarán en el Vive Nigrán, la única fecha anunciada en Galicia en la que interpretarán este repertorio.
30 jun 2023 . Actualizado a las 16:35 h.Dice Josele Santiago que La vida mata (1990) y La cuenta atrás (1991) fueron los discos que le «dieron el arreón» a Los Enemigos. Este año están ofreciendo conciertos en los que estos trabajos mandan. Hoy será el turno del Vive Nigrán, la única fecha anunciada en Galicia en la que interpretarán este repertorio. El festival que durará hasta mañana contará también con las actuaciones de Nada Surf, Morgan, Morreo Samantha Hudson, Ojete Calor, The Rapants y Javiera Mena. Los abonos cuestan 50 euros, y las entradas de día, 28.
—«La vida mata» fue un salto de nivel importante. ¿Lo vivieron así en su día?
—Cuando lo grabábamos ya nos dábamos cuenta de que teníamos un material muy bueno. Luego funcionó, pero a nivel económico no te creas que fue muy espectacular. Con ese disco asentamos lo que luego sería nuestro sonido y lo que fueron Los Enemigos. Ahí entró Chema y ya se quedó. Los dos primeros álbumes habían sido una aproximación, aquí ya se veía nuestra personalidad.
—Es el disco de «Desde el jergón» y «Septiembre», donde ya empieza a mostrar una habilidad en contar historias con personajes perdedores.
—Ahí encuentro un poco mi manera de hacer canciones y un sitio desde el que poder expresarme con comodidad. Me empecé a sentir más cómodo escribiendo en primera persona, poniéndome en el pellejo de otro y prestándole mi voz, que contando mis mierdas [risas].
—¿Mandaba la fantasía o la realidad?
—Fue un punto de partida curioso en el que perdí el miedo a hablar de temas que están fuera del asunto de chicas, coches y rock n' roll, que es de lo que se suponía que deberían hablar los roqueros. El hilo conductor de La vida mata no es otro que la muerte y la rabia. La muerte prematura de un montón de amigos que no tenían que haber muerto tan jóvenes. Yo tenía 24 años, morían muchos amigos y eso lo canalicé en canciones de rock rabioso.
—«Septiembre» nació de una noticia.
—Sí, leí en el periódico que un chaval se había suicidado por haber sacado malas notas. Me impactó mucho y lo reflejé en la canción. Ahí aprendí que las canciones están mucho más cerca de lo que piensas. En un periódico, escuchando la conversación de al lado en un bar... Hay que estar con la antena puesta, que es lo que hago siempre. Desde el jergón, por su parte, nace de una visita a la cárcel a un amigo.
—Después llegaría «La cuenta atrás». Es una canción que, aún hoy, da un mal rollo tremendo por lo cruda y bonita que es.
—Es que es el supuesto ingreso de un chaval en la vida adulta, su primer día de trabajo. Es algo muy chungo. Te metes ahí de jovencito y dejas de ser un chaval para convertirte en un español [risas].
—Ahí metieron cuerdas. ¿Tenían una especial ambición cuando lo grabaron?
—Teníamos más presupuesto y buscábamos reflejar un poco de paz con las cuerdas, precisamente la que iba a perder el chaval. Pero las cuerdas era algo que tenía de atrás y que ya queríamos meter en La vida mata. Entonces estaba muy pillado por T. Rex, que eso lo hacían mucho.
—Muchas veces cuando se hacen estos ejercicios se habla de nostalgia, algo que tienen una connotación negativo. ¿Cómo lo ve?
—En mi opinión, la nostalgia no tiene porque ser negativa. Puede ser muy positiva y muy vigorizante, en el sentido de «coño, no estaba tan mal lo que hicimos, estaba de puta madre y teníamos 20 y pocos años». A mí me parece lo contrario de lo negativo. A mí me encanta esto.