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Pau Roca, de La Habitación Roja: «A mi generación le daba vergüenza tener un interés comercial»

FUGAS

La Habitación Roja cierra el ciclo Selección Sonora de A Coruña con un repaso a más de 25 años de canciones y mucho romanticismo

20 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Son un clásico del indie ibérico y uno de los pocos casos de grupo surgido en el bum de los noventa que sigue en activo. La Habitación Roja llevan más de 25 años trenzando melodías y estribillos con suplemento de ruido, una fórmula con la que han elaborado un repertorio con el que arman conciertos como el que ofrecerán en A Coruña dentro del ciclo Selección Sonora (Ágora, 20.30 horas, desde 14 euros).

—Sus últimos discos tiene un punto de mirar atrás muy pronunciado. ¿Están en un momento especialmente reflexivo?

—Es muy reflexivo porque la época en la que lo hicimos, en la pandemia, era para eso. En las crisis se hacen los balances y esa fue una crisis muy grande. La gente recurrió mucho a la música y nos dijeron cosas bonitas. De alguna manera, nos sentimos importantes para la gente en su día a día. Te escriben y te dicen que les has ayudado. Nos vino bien darnos cuenta.

—En los últimos tiempos se detecta un cierto romanticismo en su música, referido al propio grupo y su relación con él.

—Si sigues la trayectoria del grupo, puedes ver lo que le preocupaba a un veinteañero, a un treintañero, a un cuarentón y ahora ya vamos a los cincuenta. Tú haces las cosas sin pensar, pero llega un momento en el que reflexionas más. Te das cuenta de que llevas más tiempo dentro del grupo que fuera. Eso se nota en nuestras canciones. Aunque la música es universal y tú te puedes identificar con alguien que escribió una canción en Manchester en 1981 y sentir que la hizo para ti, aunque tengas otra edad y vivas en otro país.

—Nacieron en los noventa en la primera explosión «indie». ¿Los grupos salían con intenciones de autosatisfacción, pero no de petarlo como quizá ocurre ahora?

—Fuimos una generación en donde nos daba vergüenza hacer las cosas por un interés comercial. Incluso nos pasábamos. Decíamos: «Vamos a hacer las canciones largas y con la voz bajita». Era un poco como intentar romper con la música de finales de los ochenta y principios de los noventa, donde el mainstream era muy comodón. Sí que había una gran diferencia con los grupos que salen ahora y van a tope. Parecen una oficina de estudios de mercado, donde lo tienen todo superatado y superclaro, son mucho más profesionales. Nosotros éramos mucho más amateurs. Nos gustaban Sonic Youth, Yo La Tengo, grupos que eran difíciles. Y pese a que éramos un grupo muy pop, al que nos gustaban Teenage Fanclub o The Smiths, noto una gran diferencia.

—En aquel «indie» muchos grupos tocaban mal, pero ustedes mostraban un directo muy sólido que les diferenciaba.

—Intentábamos copiar a los grupos guiris que veíamos. Ensayábamos muchísimo. Hay un equilibrio entre no perder la frescura y no sonar mal. Hoy en día, los equipos de sonido han mejorado mucho. Antes comprarse una buena guitarra era una odisea. Ahora lo haces con un simple clic. Llegas a los sitios y la gente es más profesional. Nuestra escena pecaba un poco de amateur, en el mal sentido. Veías un grupo que te gustaba y era un suplicio. Se generaba un ruido sin control, no como Sonic Youth. Nosotros modestamente intentábamos hacerlo bien. También teníamos admiración por grupos de los ochenta, como Gabinete Caligari y El Último de la Fila, que sonaba superbién. Creíamos que éticamente había que tocar bien.

—Aquel «indie» precario, integrantes del grupo en el extranjero, cambios de sello... ¿Hay una trayectoria de resistencia en La Habitación Roja?

—La verdad es que sí. Seguramente, más de lo que nos hemos dado cuenta, porque hemos funcionado siempre de forma natural. Siempre ha habido algún tipo de estímulo que nos hacía creer que iba a ser mejor. Ahora, a estas alturas, sabemos que con mantenernos estamos contentos. Ningún grupo triunfa mundialmente en su disco 14.º, sería algo muy extraño. Hubo momentos duros, pero como somos supervivientes por naturaleza no te das cuenta. Cuando haces balance ves que aquello pudo ser muy precario, pero como había ilusión nunca lo planteamos. Si lo hubiéramos hecho de manera consciente, seguramente diría: «¡Vaya pringado!».

—¿Qué es La Habitación Roja para usted a estas alturas?

—Somos cuatro personas que nos juntamos a tocar. A veces decimos: «Vamos a hacer un tema supercañero». O «vamos a hacer un tema superlento». Luego, lo pones y suena a nosotros, incluso cuando hacemos versiones. Me gusta. Yo soy muy fan de los grupos cerrados. Tú no puedes cambiar un componente de Led Zeppelin, The Smiths o U2 porque todo cambiaría.

—Le vi en directo tocar con camisetas de Iron Maiden. ¿Qué relación puede tener ese grupo con La Habitación Roja?

—Soy muy fan. El heavy tiene algo muy bueno que es la disciplina. Siempre tocan muy bien y es un estilo de música que siempre ha estado al margen de todo. Al final, más independiente que Rosendo no hay nadie en este país. Me encanta esa ética de trabajo y la cosa del heavy de haberse buscado la vida. Iron Maiden me encanta. Los vi hace poco en Barcelona y tienen una energía envidiable.