Clara Sánchez, escritora y académica: «Tenemos una máquina del tiempo de poderes casi sobrenaturales»
FUGAS
«El mundo editorial es pequeño. He magnificado cosas... ¡En otras, me quedo corta!», asegura la autora de «Los pecados de Marisa Salas», que ocupa desde este otoño la silla X de la RAE
24 nov 2023 . Actualizado a las 16:35 h.El mundo de la literatura se parece a los demás, solo que en él las cosas se escriben de otra manera. En ese mundo hay nombres propios y amigos de lo ajeno. Hay celos, envidias, talentos enterrados y fiestas de la vanidad, señala la novelista, filóloga y especialista en cine Clara Sánchez, que ha merecido por sus libros los grandes premios de narrativa en habla hispana y que puede leerse en más de veinte idiomas. La autora que ocupa desde hace más de un mes la silla X de la Real Academia Española, que fue la de Brines, arrojó una pregunta y una reflexión importantes en su discurso de ingreso en la institución que «limpia, fija y da esplendor»: «¿Cuántas novelas inciden en esta misma obsesión de adueñarse del tiempo? Lo que hace a una novela como La invención de Morel diferente, lo hermoso y original es que Bioy Casares construyó, con una tecnología que aún no existía, una incomunicación y una soledad nuevas, que aún no sabemos cómo digerir».
Clara Sánchez ha entrado este otoño en la RAE, pero está de vuelta en librerías con Los pecados de Marisa Salas. ¿Quién es Marisa Salas? Una escritora, autora de Días de sol, que llegó y pasó sin pena ni gloria entre los lectores del momento en que fue publicada. Sin embargo, alguien la plagia y, en un momento diferente, 30 años después, descorcha el éxito. ¿Es la misma novela?, ¿quién o qué decide si una novela es mala, mediocre o buena?
—«El problema de la vida es que hay gente que sabe perfectamente lo que tiene que hacer, lo que quiere, y otros, no». Es uno de los pensamientos de Luis, el falso escritor de esta novela. ¿Hay realidad en «Los pecados de Marisa Salas o es, sobre todo, un ejercicio de ficción?
—Hay realidad. Lo que pasa es que algunas cosas, al estar escritas dentro de una historia se magnifican un poco... ¡En otras me quedo corta! Realmente, el mundo de la literatura de ficción, el mundo editorial, es bastante pequeño, aunque cubra todo el planeta. Las editoriales tienen muchas el mismo sistema de trabajo y el mismo tipo de jerarquía. Para mí, era apasionante meterme en él desde un punto de vista literario para escribir un thriller.
—¿Qué se propuso?
—Escribir una novela policíaca que no tuviera los ingredientes clásicos de la novela policíaca: que no hubiese un asesinato, que no hubiese un detective, pero sí que hubiese algo que descubrir y muchas emociones por el medio. En este espacio pequeño, iba a decir «cerrado», hay envidias, celos, competencia, pero hay también admiración, amor. El resorte que, en el fondo, dispara todo lo que sucede en esta novela es un amor. Un amor de juventud de Marisa Salas, que la inclina a escribir Días de sol, una novela en la que ella cuenta ese amor fugaz de verano que la ha marcado para siempre.
—Pero esa novela tiene rival...
—Sí. Ella publica su novela al mismo tiempo que otra escritora, joven también, publica su primera obra. La moneda del azar hace que la cara positiva caiga del lado de Carolina, la otra escritora. Marisa se queda a dos velas, con una enorme decepción y frustración. Se siente tan decepcionada que intenta olvidar que es escritora, cuando es una escritora muy valiosa, que ha escrito algo que nace del fondo de su vida.
—¿La decepción destroza al escritor?
—La decepción es el cable en el que nos movemos todos los escritores. Si eres una persona muy equilibrada, ves el lado positivo de las cosas y ya está. Los escritores estamos sometidos a mucha presión porque los demás juegan con nuestro pequeño o gran ego, nuestra autoestima y nuestro trabajo. Ocurre en todas las parcelas, pero, cuando se trata de algo tan evanescente como es la ficción (que no es construir un reloj o un coche), todo se agudiza mucho. Y es lo que yo quería encontrar en esta novela, el tono de ese agudizarse las emociones que nos hacen tambalearnos o nos sostienen firmes.
—Un amor, o su propia vocación, persigue a Marisa Salas. Vuelven 30 años después.
—El recorrido de una novela puede ser casi mágico...
—Pero también una manipulación ahí, en la decisión de promocionar una novela o a un autor y no a otro. ¿De qué depende el éxito? ¿Del «feeling» con un editor, del público, del aspecto del autor?
—Carolina se siente más protegida y potenciada por el editor que Marisa. Él encuentra en su momento que Carolina reúne unas cualidades que pueden funcionar más de cara al éxito...
—¿De qué depende el éxito entonces?
—Es un secreto. ¡El secreto más secreto de los secretos del universo! Yo creo que es llegar en un momento oportuno. En este caso, en un momento en que los lectores quieren algo así. El público conecta con esa novela. No se sabe el secreto del éxito, pero, claro, si una novela no se promociona lo va a tener difícil. Es evidente. Solo que a veces suceden milagros. Hay novelas que sin promoción salen adelante de una manera casi mágica, pero es mucho más probable que triunfe la que más cobertura tiene. La visibilidad es importante. Hay una gran cantidad de lectores que no saben adónde dirigirse... Las redes son una dificultad añadida y ese sí que es para mí un mundo ignoto, el de los followers.
—¿Elegimos por intuición, es una elección emocional la que hace el lector?
—Influyen muchos aspectos... Por eso digo que hay un hilo que nos une a todos los que nos dedicamos a estas cosas. Y es tener que gustar. Y eso, tener que gustar, ¿cómo se consigue? Yo recuerdo un político que se enfrentaba a Kennedy y le decía a su mujer al verlo en televisión: «No tengo nada que hacer, él gusta». Hay un algo que tienen las personas que influye en el éxito.
—¿Se construye un novelista en relación con otros escritores?
—Sí, no puedes evitarlo. A todos nos ha ocurrido. Hay momentos en que otro escritor consigue lo que a ti te gustaría tener. Y te preguntas por qué. En el caso de Marisa, su decepción se agranda mirándose en el espejo de Carolina. Ella piensa: «¿Por qué ella y no yo, por qué?». En esta novela la gran pregunta es por qué. Es la que nos hacemos todos.
—Interesante cómo muestra los matrimonios, ese amor tranquilo de café, confort y rutina frente al fuego de la pasión.
—Marisa dice que lo que ha vivido con Ismael, esa relación fugaz, le va a impedir ya ser feliz. Con Mauricio es otro amor, tranquilo, asequible.
—Quizá no importa tanto lo duradero...
—... Como la intensidad. Sí. Ella vive esos dos momentos del amor. Yo mientras escribía, pensaba: «¡Qué tonta, disfruta de este hombre! Te da libertad, no tienes que regatearla, es un compañero». Pero esas cosas no se pueden imponer, lo que se siente se siente.
—¿Conduce la vida lo que uno escribe?
—Nuestra tarea, la del que se dedica a la ficción, a no ser que sea muy frío, está asentada en las propias vivencias y sentimientos, en el bagaje emocional. Y creo que eso será algo que no pueda sustituir la inteligencia artificial. Si yo pongo ahí lo que la vida me da desde dentro, es difícil que una máquina escriba algo así.
—¿Le ha pasado lo que a Marisa?
—Bueno... A veces no tienes éxito a la primera y para no desistir hay que tener fortaleza mental. Yo no la tengo, eh, pero siempre he tenido una vocación tan fuerte que sigues adelante. Y a veces vienen cosas buenas que no te puedes ni imaginar.
—¿Cómo vivió el ingreso en la RAE?
—Muy bien, imagínate, ¡es una de las cosas que no podía imaginar con mi primera novela! Salí de manera discreta. Otras estuvieron envueltas de promoción. Yo estaba como unas castañuelas solo de que me publicasen...
—¿Qué me dice de la máquina del tiempo de la ficción? De ella habló en su discurso de ingreso en la Real Academia Española... ¿Cuál es el gran poder de la literatura?
—La literatura es una máquina del tiempo. Nos permite algo que ningún avance ha conseguido: poder retroceder, ir al futuro, no envejecer, viajar dentro de nosotros mismos es un logro que ha conseguido la ficción, la literatura sobre todo, porque fue lo primero. Por eso digo que es una máquina del tiempo que nos dota de poderes casi sobrenaturales.