A propósito de Helmut Newton

María Luisa Sobrino Manzanares CATEDRÁTICA DE HISTORIA DEL ARTE EN LA USC

FUGAS

CESAR QUIAN

La muestra repasa la obra del fotógrafo de moda alemán que destaca por la forma en la que logra que las modelos desprendan belleza, erotismo y una actitud provocadora

13 ene 2024 . Actualizado a las 21:44 h.

Todavía hoy se sigue debatiendo en qué momento la fotografía alcanzó su estatus de obra de arte con pleno derecho. Será a partir del surrealismo cuando sus imágenes empiecen a entrar en la historiografía artística, más como método de experimentación que como corpus teórico por el que los surrealistas no parecían estar especialmente interesados. Lo que sí es cierto es que fueron ellos los primeros en mostrarnos la nueva mirada que desde un objetivo se podía ofrecer del mundo. Baste recordar las composiciones de Man Ray —que fue además un gran fotógrafo para revistas de moda—, o los atrevimientos transformistas de las mujeres fotógrafas de los años veinte que, como Claude Cahun con sus mujeres perniciosas y extravagantes, ofrecían vistas inéditas de la realidad femenina.

 Ninguna otra producción artística había revolucionado tanto la condición de nuestra mirada. Sin embargo, la fotografía no entró con pleno derecho en la historia del arte hasta los años setenta. La ruptura no solo de géneros, materiales, soportes, etcétera, sino de cuestiones de función de uso y de práctica —que se produce a finales de los años sesenta con la irrupción de los «nuevos comportamientos»—, permitió la apertura a una serie de elementos hasta entonces ajenos al mundo del arte.

Ya en 1936 Walter Benjamin teorizaba sobre los profundos cambios que se estaban produciendo al considerar el cine y la fotografía como propuestas que no poseían ese sello de unicidad, de originalidad y del «aquí y ahora» exigido hasta entonces a las obras realizadas por mano del artista. Ambos elementos no solo eran fruto de una máquina, sino que ninguna de las piezas resultantes constituía un original, ya que todas ellas eran fruto de la reproducción. Si las novedades que introducían estas nuevas técnicas eran de por sí contrapuestas a los cánones, nada como estas experiencias «mecanizadas» y reproducibles para romper con todos los conceptos tradicionales. Como afirmaba el surrealista checo Karel Teige: la fotografía es bella precisamente porque no es arte.

LA EXPOSICIÓN

En el caso de Helmut Newton, estamos ante la creación de una fotografía realizada para ilustrar las páginas de las revistas de moda; de hecho, reniega cuando se refieren a él como artista. «Tengo mucho respeto a los artistas, pero yo soy un fotógrafo», afirmó en numerosas ocasiones. Paradójicamente, no hay más que observar el conjunto de afiches y portadas de catálogos que se muestran en la exposición procedentes de los mejores museos del mundo.

En muchas de sus entrevistas, confiesa que a él no le interesaba nada el carácter de sus personajes, ya que sus fotos no intentan penetrar más allá de la piel y el esqueleto de sus modelos. La sabiduría de este fotógrafo es más que evidente, no solo por ese sello personal e inconfundible que tienen sus imágenes femeninas, sino también por la forma en la que logra que sus modelos desprendan belleza, erotismo y esa actitud de mujeres provocadoras, firmemente plantadas ante la cámara. Un poderío que se evidencia desde la vista de un primer plano de un alto tacón a cuando retrata sus cuerpos desnudos —en su mayoría— y con una actitud en ocasiones desafiante. No hay más que ver esas imágenes felinas de Grace Jones o de tantas otras modelos cuyos cuerpos posaron delante de sus cámaras.

Comisariado por el experto en fotografía Philippe Garner, es elogiable el montaje del conjunto de la muestra, al suprimir cierto carácter de espectáculo presente en el formato fotográfico de anteriores exposiciones. En esta ocasión, se ha decidido reducir las fotografías a su tamaño original e iluminarlas individualmente con un haz de luz de intensidad acertada para conseguir el protagonismo necesario. También es interesante la existencia de paneles que a la manera de collages nos dan cuenta de detalles de la vida y del trabajo de Newton, y vitrinas que muestran sus fetiches preferidos: cámaras, muñecas y objetos cargados de erotismo. Tal como accedemos a la nave de entrada, llama nuestra atención la videoproyección en las paredes del vestíbulo con flashes biográficos, imágenes de su infancia, anécdotas profesionales, junto a opiniones de su esposa —figura clave en su trayectoria— de algunas de sus modelos, de amigos y críticos de su obra.

EL LUGAR

Mientras que el contenido de Helmut Newton—Fact & Fiction es, sin duda, el más logrado de los que ha venido organizado la Fundación Marta Ortega, en el muelle de Batería, el ámbito exterior ha perdido —con la supresión de los contenedores que creaban un guiño portuario— cierto encanto que aún conserva el bar con esa arqueología industrial que llena su recinto. Por el contrario, se ha buscado la teatralización de este espacio en el que se alzan dos altas estructuras geométricas, estableciendo un contrapunto con la horizontal lámina de agua del estanque. Un conjunto un tanto monumental, cuya impresión resulta, bajo mi punto de vista, un poco retórica.

La exposición permanecerá abierta hasta el 1 de mayo del 2024.