Luis Fercán, de tocar en los bares de Santiago a girar por toda España guitarra en ristre

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Luis Fercán, en concierto este jueves en Bertamiráns
Luis Fercán, en concierto este jueves en Bertamiráns Sandra Alonso

El músico compostelano está empezando a cosechar notables éxitos, con un estilo personal y melancólico que transmite sinceridad. Ahora recorre todo el país con sus giras

20 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Luis Fercán empezó su camino como artista en los bares de su Compostela natal. Decían en una película que el mundo da vueltas y vueltas, así que acabas siempre en el mismo sitio. Por eso, el cantante puntualiza rápidamente que de los bares viene, pero que de los bares nunca se fue. La única diferencia entre ahora y antes es la concurrencia. Cientos se agolpan en los garitos cuando este chico santiagués y su guitarra hacen acto de presencia. Luis es un artista que ha tenido la suerte de encontrar oídos que lo escuchen. Que naveguen con él canciones hechas de sentimiento y de melancolía. Porque, y esto también lo puntualiza él mismo, sus canciones «no son tristes, son melancólicas». Hay una diferencia grande que va más allá del matiz. La melancolía es un aura que lo envuelve todo. Una forma de revivir momentos, lugares, olores y sonidos. No es un simple lamento. Es un echar de menos, pero también un agradecer lo vivido. Todo esto está, desde luego, presente en su obra, incipiente, pero cada vez más extensa.

El interés del público por sus propuestas tuvo su culmen con el single 110, que acumula más de tres millones de escuchas en Spotify. Pero eso solo es la punta del iceberg. Mesa para dos, El Palmar, Color miel... A pesar de que, como todo artista, Fercán ha ido evolucionando, se aprecia una constante cuando se analizan sus temas. Una especie de hilo que lo une todo. Una intención, quizás. La de construir un lugar concreto, abrir las puertas y dejar a todo el mundo entrar. Es la suya una forma particular, reflexiva pero a la vez caótica, de entender la unión entre composición y letra. Un casamiento que es para el cantante un verdadero reto. De momento, ha salido airoso de la faena.

El 16 de febrero lanza el que será su cuarto disco. El nombre es sugerente. Postales perdidas. Aunque el álbum no ha sido aún alumbrado, hizo declaración de intenciones con dos estrenos. Dos pequeñas piezas del puzle a modo de adelanto. Frío al verte y Ahí atrás (miedo en el mar). Hay un deje de orgullo en su voz cuando habla de esta nueva etapa en su viaje. Pero no, o no parece en la distancia corta, un orgullo arrogante. Más bien es la conciencia de todo el trabajo que ha hecho falta para llegar a donde está. Para poder vivir de su pasión, algo que muy pocos consiguen. Porque el mundo y los bares —que son un poco una versión reducida del mundo— están llenos de músicos anónimos.

También señala, sin embargo, que la cuestión del éxito no afecta tanto como pudiera parecer. Porque, asegura, él habría seguido haciendo lo suyo aunque nadie le pagara por ello. Una duda que surge de forma natural entre los que no conocemos este mundo por dentro es si los cantantes hacen sus canciones primero para ellos y después para su público o al revés. Este punto Luis lo tiene muy claro. Lo primero es transitar los lugares que le interesan a uno. Como creador, pero también como persona. Lo de después, la acogida o el rechazo de los demás, es algo que no debe obsesionar porque, si no, uno corre el riesgo de perder la autenticidad y la artesanía. De sacrificar el buen hacer en el altar del gusto ajeno. Pero, en su experiencia, también ha aprendido darse cuenta de que al oyente, cuando se le presentan cosas que vienen de un lugar hondo, casi siempre sabe comprender y corresponder.

Además, Luis tiene la suerte de tener unos amigos que enseguida tiran de él con fuerza cuando hay peligro de perder la perspectiva. De que los pies dejen de tocar el suelo. Aunque pueda parecer un tópico, el seguir siendo la misma persona antes y después de alcanzar los sueños es algo vital para él. Mantener la memoria y el respeto del muchacho que, antes de encontrar su hueco en este mundo, se dedicaba a regalar acordes anónimos en garitos, bares y salas. Nuestra llamada la atendió desde Canarias, una de las muchas paradas de su ajetreada agenda. Le queda mucha carretera por delante.