Henar Álvarez: «Nos educaron en que nuestro deseo consiste en ser deseadas»

Sara Cabrero
Sara Cabrero REDACCIÓN / LA VOZ

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Ansia sin tabúes. Eso es lo que se respira en la nueva novela de Henar Álvarez, una historia que analiza las relaciones desde otro punto de vista

24 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El deseo, la sexualidad y la necesidad de las mujeres de pelear en el mundo para ser libres y vivir su propia vida son algunos de los ingredientes que salpimentan Ansia, la nueva novela de Henar Álvarez (Madrid, 1984). Adentrarse en las páginas que siguen la historia de la protagonista —Natalia, una escritora de éxito que lidia con un matrimonio totalmente roto y una sociedad que no siempre entiende su forma de vivir libre— supone toparse de frente con algunas de las miserias humanas más actuales y con otros episodios que dejan tras de sí una invitación a la reflexión sobre problemas que, a pesar de vivir en una sociedad más concienciada con la igualdad que nunca, sorprende ver que siguen siendo tan normales como hace un buen puñado de años.

­—Has dicho en más de una ocasión que Natalia, la protagonista, no es tu «alter ego», que has ido dejando pequeños pedazos de ti en todos los personajes. De hecho, los que te siguen ven mucho de ti y de tu discurso en el libro.

—Eso pasa porque me conocéis y porque me escucháis y porque sabéis cómo hablo y sabéis cómo me expreso y me habéis escuchado en un montón de tiempo. Yo estoy segura de que, si los escritores también se dedicasen a los medios de comunicación y los viéramos todos los días de la manera en la que me veis a mí, pues seguramente también veríamos esa conexión entre lo que escriben y lo que son.

­—Si este libro lo hubiera escrito un hombre desde la perspectiva de hombre, ¿crees que sería menos incómodo para algunos lectores?

—Hay millones de libros escritos por hombres que cuentan lo mismo, exactamente lo mismo que cuento yo en mi libro. De hecho, ha habido cosas y piezas que las he articulado haciendo el ejercicio de coger libros clásicos y cambiar los roles. Por ejemplo, hay mucha gente que me decía que creía que el marido de la protagonista era un poco tonto. Y yo les decía que, si pensaban eso de ese personaje, entonces pensaban lo mismo de todas las mujeres que aparecen en las obras de un montón de escritores muy reconocidos. Lo único que he hecho ha sido darle la vuelta al rol que tenían las esposas en los libros clásicos y hacer un marido paciente, comprensivo y cuidador.

­—Tanto en esta novela como en tus discursos, a pesar de que la base es la comedia, existe mucha concienciación.

—Yo siempre he pensado que yo quería, como persona pública, que cuando la gente me viera pensase lo mismo que yo pensaba pues cuando veía a Madonna o gente así. Había algo en su forma de ser y de proyectarse que a mí me hacía sentir más fuerte o más animada. Pero eso es un porcentaje de mi vida muy pequeño, luego soy una persona normal con sus miedos normales, con unos días que estas más hasta el coño que otros.

­—La relación de la protagonista con Julio es también interesante, porque retrata el papel de una mujer teniendo relaciones con una persona más joven que ella y, cuando él decide acabar con la relación, a ella le empiezan a entrar los miedos y las dudas sobre su edad.

—Ella empieza a autoconvencerse de que él la ha dejado por una chica más joven y más guapa. Pero no; la ha dejado porque ha sido mala con él. Lo que pasa es que, cuando tú estás vulnerable, el patriarcado empieza a hacer su trabajo, ese que tanto tiempo ha estado plantando la semilla y entonces aparecen todos los miedos que te han estado inculcando y entonces es cuando te pliegas a sus mandatos.

—De hecho, otro de los personajes del libro es una madre que lleva muchos años preocupándose solo por su familia y de repente se da cuenta delante del espejo que el tiempo le ha pasado por encima.

—Esa escena es porque nos ha pasado tantas veces a todas. Pero no solo con 40 años. También con 30, con 20... En un momento en el que te sientes vulnerable, lo primero que te planteas es el físico. Y, de hecho, una de las cosas que quise mostrar es que no es solo una cuestión de peso, porque la que está delgada se fija en las arrugas y otra en que le han salido canas. El físico es lo primero en lo que nos preocupamos nosotras. Y nos hace pensar: «Claro, no estoy guapa y por eso no me quieren».

—Ir leyendo cómo se va fraguando la relación entre la protagonista y Julio también sirve para ver cómo evoluciona el deseo en una relación. Y la forma en la que nos han inculcado a las mujeres ese deseo...

—A nosotras nos han educado en que nuestro deseo consiste en ser deseadas. Estamos como a su completo servicio, porque si ellos no muestran deseo, nosotras no nos sentimos satisfechas. A Natalia lo que le pasa es que tiene un encoñamiento brutal. Al principio del libro, cuando él la deja y se vuelve loca, no es tanto por ese enganche, sino más bien porque ha perdido el control de una situación. A ella, que le va todo genial, que corta y pega y mangonea aquí y allá; de repente llega un hombre que siempre ha estado a su merced a decirle que ya no quiere estar con ella. Y se encuentra con una decisión que influye en su vida personal, pero de la que ella no está teniendo la última palabra y pasa lo que pasa.