72 Kilos son hoy el peso favorito de la gente. Javi Royo, un gimnasio mental. Lyona, la vuelta necesaria a la tortilla,
La Pato, la «destroyer» del mito popular, y Antía Díaz, la extraterrestre más humana. Todos, filósofos del humor
25 ago 2024 . Actualizado a las 12:14 h.
La operación bikini, los amores del Tinder y los drama maternales o familiares se llevan mejor con Lyona (que la resume en tres pasos que nada tienen que ver con privarse del pan), con el gimnasio mental que ha creado Javi Royo o manteniéndonos en línea en esos 72 Kilos que son, en redes, el nombre de guerra de un artista que nos da paz mental, pintando los pequeños dramas de la vida con color. Esos 72 Kilos son algo literal, el peso justo al que llegó Óscar Alonso, que vive dibujando el día a día todos los días, tras hacer una apuesta con sus amigos hace diez años. «Yo trabajaba en una agencia de publicidad y aposté con mis compañeros de trabajo que iba a bajar de peso de 92 kilos a 72», revela este cuentista en viñetas que adoran más de dos millones de personas. En ese reto de un año, «fui haciendo una viñeta diaria, que veían mis amigos y que poco a poco fue siguiendo más gente, primero diez personas, luego 20, después 25... Me gustó tanto esa aventura de llevar conmigo siempre mi cuadernito e ir dibujando lo que me pasaba que me quedé con 72 Kilos como nombre artístico».
La relación a distancia que mantenía con su novia, el proceso de separación de sus padres, sus viajes, «y todas esas cosas humanas, que ya no tienen que ver con el peso», empezó también a trasladarlas a un papel, «a modo de terapia».
Es fácil verse reflejado en sus viñetas, incluso ver las cosas de otra forma, con el relax del humor. A sus 41, Óscar vive cerca de Bilbao y sigue dibujando todo lo que ve desde que asumió el reto de aligerar 20 kilos de peso.
Los capaces de ver la vida en viñetas tienen otra filosofía. Son filósofos tocados con la gracia del humor, síntesis del arte de saber contar, cual vitamina D. Del gran Javi Royo, autor del libro Dibujo, luego pienso se saca otra idea de lo que es un gimnasio. En su caso, hay que hacer músculo pensando. Emoción y motivación son su fuerte para salir del bucle de la rutina y la rumiación. ¡No va a ser el cerebro solo la salita de estar! Javi Royo es, precisamente, uno de los referentes de Óscar, de 72 kilos, y otro de los artífices de esta revolución de los claveles que ha vivido en dos décadas el mundo del humor ilustrado.
«Ahora peso algo más de 72 kilos», revela sonriendo Óscar, que nos hace ver la vida «de una forma no positiva solo porque sí, sino entendiendo que la vida da bofetadas, que tienes que encajar, y seguir. No te puedes quedar con el golpe».
De un golpe de Fotolog, en el 2005, nació Lyona, pero como Alyona, que así empezó a dibujar esas pildoritas que merecen el nombre de «lyonadas» por su singularidad. «Cosas que veía por la calle o me sucedían las transformaba en viñetas», cuenta a Fugas Marta Puig, autora de videoclips para grupos como Love of Lesbian, Sidonie, Lori Meyers o Amaral, y coautora junto a Santi Balmés del libro Yo mataré monstruos por ti, y con el ginecólogo Francisco Carmona de la guía Endometriosis.
«Lyona es el personaje que puede decir lo que pienso. Las cosas que yo me callo, ¡Lyona las dice!», revela esta dibujante que tumba clichés, desnuda tabúes y pone las dudas a clarear en unas viñetas que no tienen tanto filtro como lo tiene su autora, o cualquiera de nosotros, en los ratos grises de la vida real. ¿Dibuja, luego piensa, al modo Javi Royo, o es al revés, piensa y se pone a dibujar? «En mi caso, generalmente primero pienso —cuenta Lyona—. Si me pasa algo, lo pienso durante el día y por la noche igual tengo una viñeta».
Con el imaginario popular, contra el orden establecido de la opinión que va dejando un poso insuperable de años atrás, trabaja Lyona. «Hay gente que cuando hago estas viñetas de '¿pero aún le das teta?', me dice: 'No lo dicen con mala baba, son frases hechas'. Como cuando estás intentando quedarte embarazada y te dicen: 'Cuando te relajes, te quedas'. Yo sé que es algo que la gente dice por tradición, sin pensar, pero a lo mejor se debe luchar contra ese pensamiento dominante. A través de las viñetas, de estos pequeños chistes, quizá puedes hacer a la gente pararse a pensar: 'Ostras, igual no debo decir esto'. Creo firmemente que puedes cambiar la manera de pensar. Yo veo viñetas mías de hace 20 años y digo: 'Ya no pienso así'». Actualizarse es dibujar.
Cambiar es más que un gesto, un proceso audaz. A cambiar pensando lápiz en mano, no a la ligera pero sí sonriendo, invita Javi Royo, que con alguna de sus viñetas ha hecho más por ver el machismo como evidente que el más sesudo de los ensayos. Este artista de Barcelona que nos dinamita la cabeza desde hace unos años se dedica a contar historias «desde pequeñito». Él empezó «con los cómics, imitando a Mortadelo y Filemón» y estudió Diseño Gráfico, «lo que también te ayuda a contar en imágenes de forma muy condensada».
«Realmente, en el humor hay una trampa, que es la empatía. Bueno, no es una trampa, es una herramienta muy importante...»
La capacidad de síntesis es una habilidad estrella de estos ilustradores que cuentan las cosas de otra manera. El ciclo de la vida, las esclavitudes laborales, el drama de la emigración, la cara frívola de las redes, la carga mental de las mujeres, la salud mental o la precariedad emocional las reduce a la mínima expresión, y el máximo impacto emocional, Javi Royo. Unas líneas, o unas curvas, son suficientes. «Realmente, hay una trampa —revela—, que es la empatía. Bueno, no es una trampa, es una herramienta muy importante. Cuando hablas de algo que le ocurre a mucha gente, y esta se siente identificada, hay conexión. Es algo que ocurre con todo: con las novelas y con cualquier tipo de arte».
La unidad de medida de los tiempos
Cada uno verá lo que quiera (o pueda) ver. Dicen que no vemos el mundo como es, sino como somos. Pero hay viñetas que no tienen vuelta de hoja, como esa en la que Javi Royo explica en solo dos frases la carga mental, qué relación hay entre el ping-pong y el efecto de una mala canción en tu cerebro, o la gráfica de las rectas secantes del deber y la felicidad. «Los dibujos son polisémicos. Pueden tener muchos significados. Y cada uno, dependiendo de su experiencia o lo que esté pasando en su vida, lo ve de una forma u otra. Es la diferencia entre el mundo de las imágenes y el de los textos», considera Royo.
Hoy la vida se mide en post, en reels, en wasaps, en episodios de 20 minutos. ¿La viñeta es la horma del zapato de los tiempos? «La viñeta es algo inmediato, rápido de leer, que encaja con ese ritmo que marcan las redes sociales, donde el consumo es superrápido», dice el dibujante, de 52 años, que ha visto el crecimiento de las redes desde Facebook hasta ahora, «y es cierto que a los Zetas les cuesta más ver una película entera» que a los de generaciones mayores. «La velocidad crece y ha hecho que nunca haya habido una percepción del mundo tan fragmentada como ahora».
El feminismo distingue, como a Javi Royo, a Moderna de Pueblo, Raquel Córcoles en el DNI, un clásico, de esos que no pierden actualidad. El mansplaning, la turismofobia y eso de vivir sextresada sabe explicarlo bien, con más mueca dibujada que parrafada, esta moderna con aldea que advierte que las modas cambian, pero el postureo no. Desarmando poses medra viñeta a viñeta la gallega de humor extraterrestre que lo clava recreando situaciones humanas comunes: Antía Díaz pone a reír a sus 34 años más de 50.000 personas con sus con sus «polaroids» cotidianas: el autocuidado, la ansiedad, la misión imposible de ahorrar o el estrés por todo («cuando alguien hace ruido al masticar, cuando el coche de delante no arranca al ponerse el semáforo en verde, cuando a alguien se le caen migas al suelo, cuando alguien scrollea con sonido...») nos hacen sentir algo marcianos, ¡pero acompañados! Otro planeta es el arte de esta dibujante que empezó a subir a redes en el 2018 eso que le «quemaba por dentro». Su personaje de Instagram es su avatar o álter ego: «¡Cuando empecé con mi cuenta de Instagram llevaba incluso el pelo igual! Representa esa parte de mí menos reflexiva y más impulsiva. Quizás una parte de mi más auténtica, pero incompatible con la vida en sociedad por ser tan rígida, crítica y normativa. Me gusta, a través de esta Antía Extraterrestre, decir cosas que en la vida real no sería capaz».
¿Planea y piensa antes de dibujar? «Depende de lo que quiera contar, a veces me salen los trazos solos y las palabras se me desparraman en los dedos mientras tecleo, pero en otras ocasiones, cuando el tema del que quiero hablar es importante para mi o delicado en generla, puedo estar semanas planeando cómo expresarlo y cómo dibujarlo», revela la artista que lleva cuatro años, los que lleva de autónoma, sin «salir mucho a la calle». «Pero siempre he sido muy obervadora, y siempre que salgo a la calle y veo a las personas relacionarse entre sí o conversar, me sirve de detonante para nuevas ideas», comenta.
¿Tiene el gallego un humor especial? «Sí, eso lo he notado al mudarme fuera de Galicia, y al entablar relaciones con personas de otros países. Nuestro humor tiene una máscara de seriedad que en contraste con la exageración o lo retorcido de lo que estamos diciendo, vuelve la situación más cómica y sorprendente», dice Antía.
Luis Davila, O Bichero, fai da retranca arte maior. Y la versión gallega de los mundos de la Barbie nos lleva a los mundos de La Pato, La Petit Patito, que supera los 60.000 fans revisitando desde el sarcasmo a Los Simpson, Teo, Hello Kitty o Peppa Pig. Las «merceditas» son «mierdecitas» desde que la sigues, y las previsiones del horóscopo sorprenden como una silla Panton de la mano de esta arquitecta ourensana que giró a la viñeta. Laura Pato tiró de su pasión por el dibujo haciendo la carrera de Arquitectura. «Nunca dejé de dibujar, pero empezar con las viñetas en Instagram surgió de manera natural. Nunca me gustó subir a redes fotos, prefería subir dibujitos o pensamientos. Y ahí seguí... y hasta hoy», cuenta. «Kent lle dera» a la Barbie y su Kent la retranca de La Pato, aunque ella es más de Los Simpson... «Si digo que alguien es como Cletus, ya sé que me van a entender, no tengo que ahondar en el tema», resuelve esta ilustradora millennial, autora de No me regales bombones, que no cree gran cosa en horóscopos (como buena Capricornio). Laura Pato trabajó para la coruñesa Vazva y para Netflix, entre otras empresas, y hoy está en redes alegremente, por su cuenta, sin presión. «Hoy la cuenta de Instagram me hace feliz cien por cien. No subo nada por obligación ni por los likes. Este no es mi modo de vida», revela Laura.
A diferencia de Óscar, de 72 Kilos, que vive de sus viñetas, Antía Díaz intentó hacer una transición de su «profesión principal, el desarrollo web, a la ilustración, pero este proceso se dio coincidiendo con la pandemia, y no salió muy bien». «Me vi dedicando casi 12 horas al día a 2 cosas al mismo tiempo esperando a que la ilustración me generase lo suficiente como para vivir solo de ella, y eso me llevó a una crisis emocional que derivó en inseguridades, ansiedad, y depresión. Cuando empecé a levantar cabeza decidí volver a tomarme la ilustración con el mismo espíritu del inicio: una forma de expresarme sin mayor ánimo que el de que quien me vea y lea se sienta identificado y un poco menos solo», revela Antía.
¿Se puede vivir con gracia, es hoy rentable el humor que se dibuja? «Sí, se puede —concede Laura Pato—, pero a veces tienes que aceptar cosas por encargo que quizá no te gusta tanto hacer. Con las empresas grandes, entra el dilema moral; son las que más te pagan, pero en general tambiém en las que menos libertad sueles tener. A mí me gustan más los proyectitos, que es en lo que estoy ahora».
La Pato ilustró en su día para unos baños de la serie Sex Education, «y me censuraron un poquito», dice. Es ella la que me descubre a Roberta Vázquez, otra gallega de viñetas tomar, autora del fanzine Odiar es gratis. Para arañarse un poquito el cerebro y convivir sin drama con esa mugre que habita debajo del sofá...