Los 12 discos que están marcando el pop de esta década

FUGAS

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De la música disco al neotradicionalismo, pasando por el reguetón y el «hip-hop», esta serie de títulos sirven para definir el momento

18 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Nos acercamos al ecuador de la década y, como ocurría en los dos decenios anteriores, el pop supuestamente se encuentra atomizado y sin grandes tendencias generales. Pero en medio de ese ecosistema hay un puñado de artistas que están marcando con su audacia caminos y, en algunos casos, verdaderos puntos y a parte. Mandan los solistas donde antes reinaban los grupos. La mayoría femenina resulta aplastante, cuando otrora reinaban los hombres. Aparecen, además, nuevas temáticas sociales en los estribillos. Y todo ello va de la mano junto a un profundo cambio en la industria. Pero aunque se proclame el poder de la canción, el elepé sigue siendo el formato estrella para plasmar la grandeza. Ahí va una docena de los que están definiendo el momento allá y también aquí.

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1. «Future Nostalgia» Dua Lipa

Lanzado en plena pandemia con todo en contra (filtración del álbum entre lloros de la artista), la segunda entrega larga de Dua Lipa arrasó. Sencillamente, lo tenía todo: las canciones, el sonido, la estética y una estrella deslumbrante en estado de gracia. Mirando a la esencia de la música disco, pasándola por el pop sintético de los ochenta y dándole toques de la música de baile noventera, la artista nos puso la banda sonora del encierro. Y nos hizo soñar con volver a gozar bajo la bola de espejos.

2. «El Madrileño» C. Tangana

Cuando tenía todo pensado para un nuevo disco de rap, C. Tangana se encontró en el confinamiento con varias dudas al respecto. Optó por el borrón y cuenta nueva y se puso a trabajar en su gran disco de autor. Para ello recurrió a una pléyade de figuras de la canción española y latina (Kiko Veneno, Jorge Drexler, Elíades Ochoa, Toquinho...) y trabajó en un disco fascinante, por el que se le recordará toda la vida. Híbrido de reguetón, flamenco, rumba, rap y mil cosas más, llevaba la etiqueta de clásico desde su misma portada. Luego, encontró en su gira —un espectáculo que dejó boquiabierto al público— la proyección definitiva.

3. «Puta» Zahara

Por lo que dice. Por cómo lo dice. Y por el estupendo soporte de pop electrónico —ora ambiental, ora bailable, ora lírico— elegido. Puta (2021) supuso la consagración de esta artista proveniente del indie, que se abrió en canal para hablar de su propia historia marcada por los abusos sexuales, el bullying, el machismo y la necesidad de ser aceptada. Merichane y su «yo estaba ahí» se convirtió en un himno catártico donde miles de personas se vieron reflejadas.

4. «Motomami» Rosalía

Si El mal querer (2018) fue el gran elepé nacional (y uno de los más importantes a nivel internacional) de la década pasada, no pocos piensan que idéntica consideración merece Motomami (2022) en la presente. Con él Rosalía condensó toda la fragmentación de ese pop actual con fugas a mil y un destinos. Grabado en seis estudios con hasta doce productores diferentes, se trata de un álbum exuberante y experimental, pero al tiempo accesible y adictivo. «Yo estoy en esto para romper», canta. Lo hizo.

5. «Un verano sin ti» Bad Bunny

En su cuarto álbum el puertorriqueño se consagró como uno de los surtidores más imaginativos de la música actual. Tirando del demonizado reguetón y colocando en primer plano esa voz adormilada que tanto irrita a sus detractores, abrió un jugoso abanico de sensaciones. Hits irresistibles (Titi me preguntó), invocaciones a la salsa clásica (Después de la playa), dibujos melódicos absolutamente preciosos (Ojitos lindos) y explosiones de baile político con denuncia social (El apagón), entre muchas otras.

6. «Renaissance» Beyoncé

Después de marcar un pico total en la música contemporánea con Lemonade (2016), Beyoncé se estrenó este decenio a lo grande. Renaissance (2022) conforma el primer capítulo de un tríptico sobre la negritud en la música, siguiendo con la línea reivindicativa de sus años anteriores. Aquí se centra en el baile y lanza un guiño en la cubierta a la entrada a caballo de Bianca Jagger en Studio 54. Como una sesión de DJ, traza un recorrido ecléctico, pero cerrado por su hilo conductor donde cabe r&b, neosoul, góspel, disco y house. En Move invita a Grace Jones para honrarla como pionera.

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7. «Mr. Morale & the Big Steppers» Kendrick Lamar

Con Kayne West perdido en su espiral autodestructiva, seguramente el gran faro masculino de la música negra actual sea Kendrick Lamar, quien asombró al mundo con To Pimp a Butterfly (2015). Lejos de quedarse allí, en esta década entregó un doble álbum con maneras de obra mayúscula, al estilo del Sign o' the Times (1987) de Prince. El contenido —una intersección entre jazz, soul y un hip-hop que bebe de toda la música afroamericana de su alrededor— certifica toda esa grandeza. Se habló, al editarse en el 2022, de obra maestra. Dos años después nada conduce a rectificar la calificación.

8. «SOS» Sza

Kill Bill, el segundo tema de este disco, es una de esas canciones que pervivirán para siempre. Un suavísimo neo-soul en el que una mujer expone sus deseos de venganza. Reinventa la película de Tarantino con dos objetivos en mente: asesinar a su exnovio y su nueva pareja. Se trata de la puerta de entrada a un larga duración que enganchó por su sinceridad a la hora de tratar lo vulnerable que puede hacer sentir a una persona el amor. Versos como «me tienes en guerra mental, tengo que soltar el peso» y «todavía me preocupa haber desperdiciado lo mejor de mí en ti», de la maravillosa Good Days, calaron en su público.

9. «ACRÓPOLE» Fillas de Casandra

Podría figurar aquí también Diluvio (2022) de Tanxugueiras o Arden (2023) de Mondra, pero hay algo en Acrópole (2023) —su unidad, su sonido, su intención— que lo eleva al nivel de obra definitiva. Condensa muchas de las cosas que están pasando en la nueva música gallega de los últimos años. Mirando a la mitología griega desde el feminismo y con la pandereta en la mano, Sara y María logran conectar con sus voces —entre bucólicas y épicas— a Billie Eilish con Leilía. Primero te encogen y, luego, hacen que explotes en baile cuando menos lo esperas. Una joya.

10. «Alpha» Aitana

Teniendo en cuenta que Rosalía juega en otra división internacional, inalcanzable para la mayoría, se podría decir que Aitana se ha convertido en algo así como la pop star nacional definitiva. Y no solo eso, se trata de una artista homologable a lo que pueden ser figuras como Ariana Grande y Dua Lipa. Con el single Formentera— conectado con el Can't Get Out of My Head de Kylie Minogue— se abrazó al pop electrónico y sorprendió, derribando la idea de artista que solo tenían sentido para niñas y preadolescentes. Alpha supone la culminación de ese camino, con miradas a la oscuridad del club, invocaciones a la electrónica de los noventa y, por supuesto, con certeras flechas de voz sedosa que hacen siempre diana.

11. «1989 (Taylor's Version)» Taylor Swift

Aunque originalmente fue grabado en el 2014, la revisión hecha por la propia artista en el 2023 ha vuelto a poner a 1989 como lo que es: uno de los grandísimos discos del pop del siglo XXI. Se trata del trabajo que sirvió para elevar a Taylor Swift a lo que es hoy en día, un fenómeno tan apabullante que hay que retroceder hasta Michael Jackson para encontrar algo similar. Es el hogar de Style, Blank Space, Out Of The Goods, Shake It Off y Welcome To New York, entre otras. Monumentos de una música sintética y emocionante que hace que el oyente, al escucharla, se sienta dentro de un videoclip.

12. «Hit Me Hard and Soft» Billie Eilish

Tras lanzar la canción más bonita del mundo mundial en el 2023 (What Was I Made For?, incluida en la película Barbie), llegó este año el tercer disco de Billie Eillish, reivindicándose como una de las artistas más singulares del momento. Un álbum que contiene una de las caricias pop más decididas de su carrera (Birds of a Feather) junto a un trallazo de funk saltarín que actualiza el impacto de Bad Guy (Lunch). Pero también acoge baladas que van de lo íntimo a lo fastuoso (The Greatest) y pasajes de aromas jazzies (L’amour de ma vie). Todo en modo puzle y con esa sexualidad de la que ha jurado no volver a hablar colándose en sus versos.