Cuatro autoras que afrontan la madurez con humor

FUGAS

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Nadie escapa al paso del tiempo, pero hay muchas formas de correr. Ahí van cuatro maneras de llenar los pulmones cuando
te cueste soplar todas las velas de la tarta

22 nov 2024 . Actualizado a las 09:18 h.

Es más fácil decirlo que hacerlo, pero todos deberíamos tomarnos la vida con más ligereza. Al menos es lo que parece querer gritarnos el estante de novedades literarias, que este otoño acoge a cuatro fuertes voces femeninas unidas por un sentido del humor que destila sabiduría. Cuatro autoras que hablan de la vejez sin tapujos y recogen los grandes y pequeños acontecimientos de su vida desde la distancia. Esa que aporta la calma necesaria para darse cuenta de que nada es tan grave, dramático o definitivo. Bueno sí, una cosa: el paso del tiempo, que a todos pasa factura.

Nora Ephron decide llegar a la madurez a carcajadas, Maruja Torres mirando a los ojos al de la guadaña, Abigail Thomas exprimiendo la belleza hasta de los limones y Neus Canyelles filtrando la vida y deshaciéndose de los posos. Como en un buen café.

Descaro a la española

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No es casualidad que Maruja Torres (Barcelona, 1943) le dedique Cuanta más gente se muere, más ganas de vivir tengo (Temas de hoy) a Carmen Rico-Godoy, la «escritora punzante» del mordaz Cómo ser una mujer y no morir en el intento.

En lo nuevo de Maruja, a medio camino entre un diario cotidiano y un libro de las memorias más trascendentales de toda una vida, la catalana reflexiona con mucho humor sobre sus visitas al médico, la actualidad política, las amistades o el orgasmo femenino. Todo, como no podía ser de otra forma, pisando fuerte porque «nuestras suelas, las mierdas que recogemos por el camino, también nos hacen como somos».

No sorprende a nadie que, con ese título, la obra esté cargada de reflexión sobre el final de la vida. Esa frase cargada de optimismo trágico se le ocurrió, cuenta, tras la muerte de una amiga: «Me di cuenta de que era capaz de sentirlo por ella en profundidad y de, a la vez, alegrarme por el hecho de seguir viva. Sin remordimientos. Sin hipocresía. ¡Podría haber sido yo!».

Esa actitud, vivaracha pese a los achaques, es la moraleja que se puede entresacar de los relatos de Maruja, que nos enseña a «entregarse al tiempo [...] Convertir lo que te quede en una vivencia honda, un paisaje complejo donde importe menos la longitud que la profundidad».

El regreso más esperado

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La cita que escogió Maruja para abrir su libro es, precisamente, de la mujer que nos enseñó la vital importancia de reírnos de nosotras mismas. Nora Ephron (Nueva York, 1941-2012) vuelve a estar de moda (si es que algún día dejó de estarlo) con la nueva edición que publica Libros del Asteroide de sus dos libros más icónicos. Ni me gusta mi cuello ni me acuerdo de nada rescata todos los relatos que nos enamoraron hace dos años, pero esta vez abrazados por unas cuidadísimas ilustraciones firmadas por Patricia Bolaños.

Está el strudel de col que ya no se confecciona en ninguna pastelería, el drama del alquiler, la retahíla de objetos que caben en un bolso, las Kardashian… Y está, claro, el afilado sentido del humor que le ha valido a la estadounidense el cariño de toda esta gente. «El humor es básico en ella y es lo que hace que tenga tantos lectores —confiesa su editor, Luis Solano—. Y es muy difícil hacer literatura con humor porque es más complicado hacer reír que llorar».

Las lágrimas no tienen cabida en la forma de ver la vida y afrontar la vejez de Nora, que siempre que se topa con una desgracia o un nuevo achaque, pone el coco a trabajar para transformarla en una anécdota que contar. Su vida, sus traspiés y sus vergüenzas son el material de su brillante literatura. «No logro entender que alguien pueda escribir ficción cuando lo que ocurre en la vida real es tan asombroso», afirmaba.

Qué hacer cuando todo se tuerce

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La memoria es también el material del que se aprovecha Abigail Thomas (Boston, 1941), la autora estadounidense detrás del dúo Una vida de tres perros y el recientemente publicado Lo que cabe en un instante (ambos por Errata Naturae). La vida de Abigail no fue fácil. Su primer marido sufrió un accidente que no lo mató, pero lo despojó de su personalidad, de su memoria y de toda normalidad. El duelo por la pérdida del que había sido su gran amor fue el eje central de su primer libro, pero en Lo que cabe en un instante el objetivo es otro.

Como si fuesen pequeñas ventanas a las que uno se asoma a escondidas, Thomas va recopilando historias sueltas y desordenadas de su vida que, sin embargo, vistas en conjunto construyen un hogar. La mayoría, no nos engañemos, son crudas e intensas, pero Abigail las despoja de todo dramatismo y nos las pinta como un cuadro colorido. «Encontrarse sola con dos niños pequeños, tener que sacar adelante una casa tras haber roto una relación… hay momentos de gran desolación que ella llena de belleza, de esperanza, de consuelo… y muchas veces es a través del humor. Es de una sabiduría que te maravilla», afirma su editora, Irene Antón.

Y en medio de tanta sabiduría y madurez, que hasta podría parecer una palmadita en la espalda, la propia Abigail se baja a sí misma a la Tierra con una serie de capítulos en los que conversa con su hermana. Pequeños diálogos que, como en una película de Woody Allen o en un episodio de Fleabag, rompen la narrativa, la cuarta pared de la escena. Su hermana «es casi peor que ella. La mete en vereda todo el rato y le hace preguntas incómodas para sacarla de lo que sabe hacer, de lo que domina. Es esa persona que te da un codazo cuando lo necesitas, una ayuda inestimable en la vida», cuenta Irene. Su hermana es, en definitiva, una hermana.

Así es cómo Abigail, desde la perspectiva que le dan sus 83, nos demuestra que la desgracia también nos puede hacer gracia. Y que si la vida te da limones… siempre puedes escribir un libro.

Exprimir lo bueno

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No uno, sino ocho libros, lleva ya a sus espaldas Neus Canyelles (Palma de Mallorca, 1966), que, sin embargo, no había sido traducida al castellano hasta ahora. Con Autobiografía autorizada (Tránsito), que le valió el Premio Lletra d'Or 2022 en su versión en catalán, Neus nos abre la puerta a una madurez luminosa.

La mallorquina trata de hacer repaso a su historia, pero, para qué engañarnos, hay cosas que uno prefiere no recordar. Por eso ella solo autoriza lo que quiere autorizar y deja fuera de su autobiografía el material destructivo que le afearía el retrato. Un retrato que, además, busca llenar de color: «Cuando era pequeña quería ser guapa y casarme y tener tres o cuatro hijos [...] Pues guapa no lo fui. Tampoco me casé con un hombre rico, más bien al contrario: mi marido me arruinó».

En un momento apunta: «La gente que ha sido muy feliz en la infancia lo tiene muy difícil cuando se hace mayor». Para enfrentarse a ese presente más ácido, que a veces cuesta tragar, Neus decide abrazarse a los dulces recuerdos del pasado. «Por lo menos hubo un tiempo en el que puedo decir que fui feliz», concluye.

Según su editora, Sol Salama, este pequeño libro es «honesto y universal» y funciona como «una oda a los recuerdos más tiernos y emotivos de su infancia en la isla, narrados desde una adultez marcada por la fragilidad, la apatía y la inadaptación al mundo». Un mundo que no siempre la ha tratado bien, pero tampoco mal del todo. Un mundo complejo ante el que Neus no se queda callada: «Siempre hay que responder —afirma—. A las cartas, a las caricias y a las bofetadas».