La escritora ha sorprendido y enamorado con las memorias sobre su ruptura matrimonial, en las que cuestiona también los roles femeninos que sostienen la carga doméstica
20 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Abrirse para contar que te han engañado no es fácil. Menos cuando esta persona es el hombre con el que estás casada, tienes hijos y creías desde la universidad que era el amor de tu vida. Maggie Smith (Columbus, 1977) consigue hacer de un proceso tan traumático como este una lectura más que bonita.
Podrías hacer de esto algo bonito (Asteroide, 2024) es un libro divertido, tierno, crudo, realista y revelador. La transición que atraviesa la autora estadounidense la lleva de la incredulidad al enfado para llegar a una conclusión indiscutible: es necesario querernos más para querer mejor.
Ajuste de cuentas
A través de capítulos cortos, Smith va recuperando pasajes de su vida desde que en el 2018 descubre que su marido la engaña con otra persona. Sus reflexiones acaban cuestionando los roles tradicionales que aún pesan sobre la mujer, incluso, en las parejas que se piensan más modernas. Como la mejor Nora Ephron, es incisiva, graciosa y muy, muy inteligente.
—¿Sienten todavía las mujeres el peso de la tradición en los roles familiares?
—Sí, personalmente siento este peso y, aunque solo puedo hablar por mí, veo a muchas mujeres por todas partes llevándolo, gestionando la mayor parte de las responsabilidades domésticas, incluso, cuando trabajan a tiempo completo y en casos en los que ellas ganan más que sus cónyuges. Esto me dice que la división del trabajo en los hogares, a menudo, no se reparte en función de quién gana más dinero, se sustenta de ese peso de la tradición en lo que respecta a los roles de género. Espero que libros como el mío ayuden a iniciar las conversaciones necesarias sobre estos roles y expectativas obsoletos.
—¿Qué la llevó a escribir este libro?
—Podrías hacer de esto algo bonito fue el libro que tuve que escribir para comprender y articular esta parte de mi vida en la que me encontraba. Lo escribí primero para mí y después para los lectores. Contar historias es una de las formas más poderosas que tenemos para conectarnos con otras personas. Mi única y pequeña esperanza al publicarlo fue que, solo con que un lector se sintiese menos solo en su experiencia, valía la pena. Al contar nuestras historias construimos comunidad y también generamos empatía.
—¿Hablar tan directamente de una misma como hace en este diario íntimo es lo más difícil que ha escrito hasta el momento?
—Ciertamente, fue desafiante escribir sobre mi vida de una manera tan directa. He escrito poesía muchos años, y he escrito sobre mí en poemas. Mi última colección, Goldenrod, incluía poemas sobre el fin de mi matrimonio, poemas sobre la pérdida del embarazo, poemas sobre el duro panorama político en Estados Unidos entre el 2016 y el 2020. Escribir sobre el mismo material en prosa resultó más revelador, pero la franqueza también fue liberadora. Escribir unas memorias es un curso intensivo de coraje y vulnerabilidad, y no se puede tener lo uno sin lo otro.
—Además de muchas lectoras, ¿sabe si también la están leyendo hombres? ¿También va dirigido a ellos el libro?
—No quiero estar «predicando al coro», como decimos aquí. Es decir, no quiero hablar solo a una audiencia que ya entiende mi perspectiva y probablemente esté de acuerdo conmigo. Las mujeres no pueden ser las únicas que tengan estas conversaciones, no si queremos que conduzcan a un cambio positivo. Los hombres también tienen que ser parte de las reflexiones, así que espero que los hombres también estén leyendo este libro. Hay lectores masculinos que me han trasladado que esta obra les hizo ver con nuevos ojos a las mujeres que tienen en sus vidas o que los animó a tener conversaciones importantes.
—En su poema «La novia» reivindica el derecho a amarse a una misma. ¿Todas las relaciones deberían comenzar en este mismo punto, con el amor a uno mismo?
—Escribí La novia durante uno de los momentos más dolorosos de mi vida, cuando sabía que mi matrimonio estaba arruinado. Me he dado cuenta de que la persona con la que he tenido la relación más larga y comprometida es conmigo misma. Creo que todos nosotros, estemos solteros o en pareja, felices o menos felices, casados, divorciados o viudos deberíamos ser más cariñosos con la persona que vemos en el espejo.