Dormir para olvidar

Mercedes Corbillón

FUGAS

Perder la memoria de mis sueños y de los besos que me dieron mis padres cuando era niña me provoca melancolía. Al menos recuerdo la emoción. Porque vivimos y olvidamos, dormimos y olvidamos

26 dic 2024 . Actualizado a las 19:41 h.

Últimamente sueño mucho, me da la sensación de que más que nunca, aunque no sabría decir, a pocos minutos de despertar, qué hacía, cómo era la cosa. Me da rabia ese desvanecimiento de los sueños en cuanto llega la consciencia. Tengo la sensación de que un montón de historias se pierden ahí de la misma manera que la vida se escapa cuando vamos perdiendo la memoria, que es todo el rato. Vivimos y olvidamos, dormimos y olvidamos.

Creo que aún no se sabe a ciencia cierta por qué dormimos. (Qué bonita esa expresión, a ciencia cierta. Quien diría que la ciencia puede ser de lo más incierta). Los animales y los humanos somos parecidos en eso, todos tenemos la necesidad de parar unas horas y de seguir el ritmo circadiano que marca el sol, ese dios invencible que celebraban los romanos el 25 de diciembre. Los investigadores van haciendo sus experimentos y sacando sus conclusiones pero aún queda mucho misterio en el sueño.

Un poco de misterio está bien, así pudo hacer Freud sus teorías sobre el significado de lo que soñamos y García Márquez imaginar una plaga de insomnio para Macondo, la ciudad inventada más real de la historia. Los dos son hitos de la literatura universal, los dos tiraron de la observación del ser humano y de la fantasía. Sin imaginación no hay ciencia, pero me estoy liando yo sola pensando en los pájaros que también duermen en perfecto equilibrio sobre los cables de la luz y en la melancolía que me provoca perder la memoria de mis sueños y de los besos que me dieron mis padres cuando era niña. Al menos recuerdo la emoción.

Dormir y soñar no es lo mismo. Dice Matthew Walker en su libro Por qué dormimos, que podría ser que soñar fuese una actividad secundaria e inútil vinculada al hecho inevitable de dormir, como el calor de una bombilla que está ideada para dar luz. Las investigaciones demuestran que no. Soñar estimula la inspiración creativa y afina la sensibilidad emocional y es la manera que tenemos de dejar atrás el dolor del pasado. Nadie aguantaría todos los dolores de la vida latiendo a la vez. A esa persistencia se le llama trauma. Walker, como todos, cita a Shakespeare, que lo inventó todo. «El sueño es el sustento mayor del festín de la vida».