Un recorrido por los principales topónimos de la urbe coruñesa confirma Marineda como el territorio más femenino, de Emilia Pardo Bazán a Luísa Villalta
04 ene 2025 . Actualizado a las 12:53 h.Entre la bruma de la memoria emergen dudas sobre la cuna del nombre. El filólogo Gonzalo Navaza las disipa: «Crunia, como nombre de la ciudad, aparece por primera vez en 1208. Así la llamó el rey Alfonso IX cuando le concedió los foros reales. Era su forma latina y fue derivando en variantes como Cruña, Crunna, Curunia, Curuña y, finalmente, Coruña», contaba Navaza a Mila Méndez en este diario. Siempre en femenino. Nombre de mujer para una ciudad arropada por la mar. En la Dársena bailan las velas y reposan pesqueros con nombres de mujer en sus proas enfiladas hacia las galerías.
A veces, la bruma pasea por la Marina, desde la calle Dársena otea la ciudad y después sube hasta la Puerta de Aires; allí evoca la historia mil veces contada: «María Pita, con la pica en la mano arengaba a hombres y mujeres. (…) La pica fue directa al corazón del abanderado. El inglés abrió desorbitadamente los ojos, aterrado, incrédulo. Había peleado mil batallas contra los mejores soldados. Y ahora una mujer, una mujer coruñesa, lo mandaba al otro mundo». Así lo cuenta Andrés Mariño en su novela La casa de la Pardela. Una leyenda coruñesa (Arenas).
La leyenda quizá sea la esbeltez de la escultura de María Pita en la plaza a la que da nombre, lanza en ristre, mirando hacia esa Ciudad Vieja donde tiene su casa-museo. O quizá mire de reojo hacia la casa de otra paisana pionera, tan peleona como ella, Emilia Pardo Bazán (A Coruña, 1851-Madrid, 1921). Fue la primera mujer catedrática en España, la que rebautizó la ciudad convirtiéndola en Marineda, la precursora en situar a un colectivo de mujeres trabajadoras, las cigarreras de la Fábrica de Tabacos, como protagonistas de una novela, La Tribuna.
Durante un mes fue desde su casa en la calle Tabernas hasta La Palloza para ganarse la confianza de obreras como Amparo. Para Xosé Manuel Rabón, director de escena, paseante diario de la ciudad e impulsor de este relato, Amparo, que leía en voz alta la prensa a sus compañeras y las arengaba a luchar por la liberación de la mujer, es un trasunto de la escritora.
Sirenas en la Pescadería
Para ir a ver a las cigarreras, Emilia atravesaba la Pescadería, ese barrio que un día fue cama de sirenas. Así lo contaba Luísa Villalta (A Coruña, 1957-2004) cuando poetizaba: «O meu nome é o da Cidade Alta / nacido onde a luz e o mar se están orixinando / mutuamente / Nacín enfrente de min mesma / cando a Pescadería era un leito de sereas...».
Luísa confesaba su amor por una ciudad «tatuada na pétrea pel do mar» a la que ella mimaba: «Hoxe vestín a Cidade como todos os días / e saín polas rúas procurando un abrigo».
La Sirena que no lo es
De esas rúas no llegan a cien las que llevan nombre de mujer, en un nomenclátor que supera los 1.300 espacios urbanos. Y a veces hasta el nombre femenino es engañoso: la fuente Luisa es un homenaje a Luis Argudín Bolívar (A Coruña, 1855-1907), alcalde en tres ocasiones que pagó de su bolsillo dicha fuente. La plaza Blanca Quiroga, hija de Pardo Bazán, está dedicada a la primera embarcación española de salvamento marítimo, ahora varada en la ladera del parque de Bens. Y la calle Sirena, en Monte Alto, no evoca a la idílica mujer-pez, sino a un sonido de aviso.
En el callejero están la reina Inés de Castro, Isabel Zendal [la primera enfermera de la historia en misión internacional por su participación en la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna de la Viruela], Juana de Vega, Concepción Arenal, Rosalía de Castro [que también da nombre a un teatro, donde cada año se entregan los premios María Casares], Teresa Herrera, evocada entre la sanidad y el fútbol, Adelaida Muro Barbeito (A Coruña, 1818-Madrid, 1892), cuyo legado hizo posible el Asilo de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados; Santa Bárbara o Nuestra Señora del Rosario, la patrona, que cada 7 de octubre sale a dar un paseo por esa Ciudad Vieja de la plaza da Fariña [oficialmente del general Azcárraga] con su singular fuente de la Fama, de la Colegiata de Santa María del Campo o de la plaza de la Constitución. En femenino están colegios como Las Esclavas, Compañía de María, Santa Margarita, que da nombre al parque y al colegio, Náutica o La Normal. A femenino suenan los nombres de barrios como el de las Flores, la Sagrada, Falperra, Agra, Adormideras… Y, por supuesto, la Torre que pasea su incansable haz de luz hasta la Marola, Langosteira o la Redonda, que forma parte de las islas de San Pedro. Alumbra el faro esos lugares que conocen tan bien los percebeiros: Punta Mexillosa, Punta Penaboa, A Zambela,…
Una mujer, fantasma oficial
Los nombres de mujer se han ido asomando también a la cabeza de las instituciones, desde la alcaldía de la ciudad hasta la Asociación de la Prensa. La feminidad de A Coruña va más allá de nombres y lugares, y hasta el fantasma oficial de la ciudad es una mujer: Lady Hester Stanhope, esa viajera inglesa que cada 16 de enero visita a su amado sir John Moore, en el jardín de San Carlos, y le lee de nuevo el poema que le dedicó Rosalía y está allí enmarcado.
¿Alguna ciudad más femenina?