Entre deportista y deportista también le tocó el turno al entrenador blanquiazul. A Fabiano Soares le formularon preguntas muy parecidas a las de sus jugadores. Algunos futbolistas tuvieron que ir hasta el coche a buscar los documentos de identificación, siempre escoltados, cada uno de ellos, por un policía. «Me acompañó hasta la puerta del coche el paisano, como si tuviese miedo de que me fugase», comentó uno de los compostelanistas poco después de ducharse.
Más de un integrante del plantel no tenía su documentación, por lo que algunos familiares tuvieron que acercarse hasta San Lázaro con el DNI o el pasaporte.
Nada más entrar en los vestuarios del estadio, tres policías fueron a las oficinas, en donde estaba uno de sus directivos. Segundos después, y sin solicitar documentación, regresaron al lugar en el que estaban los jugadores.
A las nueve y diez de la noche llegó a San Lázaro el presidente del Compos, José María Caneda. Se presentó con cara de pocos amigos, aunque parecía muy tranquilo y relajado. «Aquí os xogadores cobran mil euros e veñen a facer unha inspección. Pero non van aos de Primeira».