La Voz reúne a diez empresarias y directivas gallegas del sector público y privado para analizar los obstáculos que enfrentaron para llegar a donde están. Todas coinciden en que, para lograrlo, tuvieron que hacer notables sacrificios.
28 feb 2020 . Actualizado a las 11:43 h.Rompieron el techo de cristal, pero a costa de su tiempo y el de sus familias y en contra de una sociedad y de un sistema laboral que no estaba preparado para la incorporación de la mujer a los puestos directivos. Por eso, desde su posición actual y tras una lucha de la que salieron victoriosas pero con cicatrices, las directivas gallegas hacen una llamada de atención: la igualdad no tiene marcha atrás, y la mujer ya no puede hacerlo sola, necesita implicar al hombre en un proceso sin retorno en el que el trabajo, las decisiones empresariales y la compatibilidad de la vida laboral y personal son asuntos que atañen a toda la población, no solo a la mitad. Y es por el bien de todos. Esa es la principal conclusión a la que llegaron diez empresarias y directivas gallegas del sector público y privado en un foro organizado por La Voz de Galicia, que las reunió en el Gran Hotel Los Abetos de Santiago para compartir sus experiencias en la vida y en el trabajo, sus saberes y sus reivindicaciones, encaminadas a allanar el camino no solo a las que se incorporan ahora al mercado laboral, sino también a sus compañeros de equipo.
Lina Solla, gerente de Mariscos Linamar; Silvia Rodríguez, gerente del jardín La Saleta y experta en Comunicación; Tatiana López, CEO de la compañía especializada en nanopartículas Nanogap; Luz Castro, ingeniera informática, profesora en la UdC y socia de Imaxin Software; Peregrina Quintela, catedrática de Matemática Aplicada y directora del Instituto Tecnológico de Matemática Industrial; Carlota López, adjunta a la presidencia de Aresa Agrícola; Luz Pardo, consejera delegada de Biomasa Forestal; Ana López, gerente de Marineda City; Rebeca Díaz, profesora de Telecomunicaciones e investigadora de la UVigo, y Nuria Iglesias, ingeniera y creadora de la plataforma Trend on Me, hicieron un riguroso relato de la situación actual de la mujer directiva desde múltiples puntos de vista: la industria, la empresa de servicios, los negocios, la docencia y la investigación al más alto nivel. Sus diferentes testimonios aportan claves muy valiosas para determinar cómo se deben gestionar las relaciones laborales en un mundo en el que la mujer está ya plenamente incorporada a los diferentes sectores empresariales, a todos los niveles de la cadena de producción y a la cuarta revolución industrial, que es ya una realidad.
Cada una desde su ámbito tuvo que luchar para romper con ese techo de cristal con el que se dan de bruces las mujeres y en el que llama la atención que, pese a la plena incorporación de la mujer al mercado de trabajo, solo un 7 % ocupan puestos directivos. Ellas partieron con las mochilas llenas de fuerza y concienciación feminista, pero no les resultó fácil posicionarse en un mercado laboral y en un nivel de exigencia que estaba hecho a la medida del hombre. Y pese a ello, reconocen que valió la pena. «Tienes que hacerlo cien veces mejor que ellos, pero cuando llegas, ya estás ahí», asegura Lina Solla. Peregrina Quintela preside desde el año 2011 la Red Española Matemática- Industria, de la que forman parte una treintena de grupos de investigación. «No hay ninguna mujer en la dirección de esos grupos, y esos hombres que los dirigen apoyaron que yo la liderase». Es, por supuesto, por méritos propios, porque «nunca usé el ser mujer en beneficio propio».
Luz Pardo, al frente de una de las principales firmas españolas en un sector, el de la industria forestal, de tradición masculina, está acostumbrada a moverse entre hombres. Preside la Asociación Española de Productores de Pellets (Apropellets) y no cree que la mujer tenga ya cerradas las puertas de ningún sector empresarial. Sin embargo, es consciente de las limitaciones que implica volcarse en una profesión absorbente. «Hay mujeres que renuncian a ser madres para dedicarse a la carrera, y eso no puede ser así», advierte. Nuria Iglesias, que es ingeniera industrial y que, pese a su juventud, experimentó ya en el campo del comercio electrónico, la moda y ahora en la automoción, reconoce que rompe barreras «en mi día a día», y pese a que eso no la asusta, denuncia que la barrera más difícil de salvar es, precisamente, la de ser joven, «porque no nos dan oportunidades». Y en eso le da la razón quien, desde la veteranía y la experiencia, cree que «nuestra generación tenía claro que con esfuerzo podía lograrlo, pero ahora las mujeres lo tienen más complicado porque sin oportunidades, por mucha libertad que tengas, no puedes hacer mucho -admite Peregrina Quintela-. Es el futuro de todos, las mujeres que están en edad de criar hijos tienen que saber que la sociedad las va a respaldar».
Tatiana López se crio en un ambiente en el que el estudio y la investigación se sentaban a la mesa, por eso no es de extrañar que a través de Nanogap dirija una de las empresas punteras en la traslación al mercado industrial de los avances tecnológicos de la nanotecnología. «Me apasiona lo que hago», y esa fuerza le permitió romper barreras. Ella defiende el valor de ese lado femenino, que no tiene que ser exclusivo de las mujeres, a la hora de negociar y llegar a acuerdos. Incluso en Japón, donde «no están acostumbrados a ver una mujer en los puestos de dirección, pero sí que respetan la jerarquía». Como a ella, a Carlota López le abrieron el camino, porque fue su tío, Álvaro Rodríguez, el que la eligió para dejarla al frente de la firma, y aunque asegura que desde el primer día lideró una plantilla formada, sobre todo, por varones de 40 a 60 años, «tuve que marcar el territorio en un par de ocasiones, sí». Y con eso, no hubo mucho más que decir.
Ana López, gerente de Marineda City, con una vida profesional y personal a sus espaldas en la que tuvo que romper muchas barreras, se encuentra con que «ahora lo que tengo que demostrar es que, con los años, sigo siendo capaz para mi trabajo». Y advierte: «Tenemos menos ego y estamos mejor en un segundo plano, por eso el techo de cristal es tan difícil de romper».
Cuotas sí, cuotas no
Rebeca Díaz coordina grupos de transferencia de conocimiento y tecnología en todo el mundo, incluido el norte de África, donde reconoce que el choque cultural dificulta las relaciones. «Las negociaciones son complejas, y más, si manejas tú los fondos». Y ella maneja muchos. Reconoce que hay una brecha de género en el campo en el que se mueve, y por eso, «abrimos iniciativas para captar a mujeres», porque «no te queda otra más que mimetizarte» en un mundo en el que el lenguaje es, sobre todo, masculino. En el campo de la tecnología y las TICs desarrolla también su carrera Luz Castro, ingeniera informática y profesora de Videojuegos en la Universidade da Coruña. A Luz sus padres nunca le dijeron que la profesión que había elegido era de hombres, pero pudo comprobarlo en las aulas y en la empresa. «Atopei paternalismo, tiven que demostrar por que estaba alí». Socia de Imaxin Software, tuvo que escuchar cómo le decían a sus compañeros: «Tedes unha programadora». Para cambiar esos clichés, apuesta por las cuotas con el fin de incorporar a las mujeres en los puestos directivos. Una cuestión polémica con la que no todas están de acuerdo. «Entiendo la parte positiva de las cuotas -dice Luz Pardo-, pero yo soy partidaria de buscar el talento a ciegas».
Con todas ellas compartió mesa Silvia Rodríguez, que con una experiencia profesional en sectores tan dispares como el derecho, la moda, la comunicación o la gestión empresarial de un jardín, advierte: «Me preocupa que se frivolice con el feminismo en cuestiones como la del lenguaje, por poner un ejemplo». Y las demás le aplauden, porque no solo hablan de feminismo, todas ellas dedicaron su vida a practicarlo.
«Para conciliar hacen falta guarderías que abran a las seis de la mañana»
Hay un punto de inflexión en la carrera profesional de una mujer que se produce en el momento en el que llegan los hijos. La maternidad, en el actual contexto laboral, sigue sin ser una decisión libre. No lo es para las autónomas, ni para las trabajadoras del régimen general; y tampoco lo es para las funcionarias ni para las mujeres directivas. Las diez protagonistas de este reportaje comparten una preocupación común: la falta de apoyo a la conciliación en un país, en una comunidad, en donde las políticas de ayuda a la natalidad deberían de ser una prioridad. «Son los hijos de la sociedad, y más que nunca en la situación de declive demográfico que tenemos. La mujer tiene que tener hijos a una edad razonable, y no sentirse culpable por defender su carrera profesional», afirma Lina Solla. La gerente de Linamar reconoce sin tapujos la dureza de lo que ha sido su día a día con hijos pequeños: «Mi gran trauma como mujer empresaria es ser madre y ese sentimiento de culpa que tienes».
Lina Solla, Peregrina Quintela, Luz Pardo o Ana López fueron madres muy jóvenes, y cuentan experiencias difíciles y una larga trayectoria de superación. Tatiana López, Carlota López Pardo y Rebeca Díaz pertenecen a otra generación más joven, en la que la implicación social del hombre en la tarea de cuidar a los hijos ha evolucionado; pero carente de los apoyos necesarios para una conciliación efectiva.
Ser madre, un valor y no un lastre en el currículo
¿Es aceptable en la sociedad actual que la maternidad pueda seguir truncando carreras brillantes, exigir sacrificios y renuncias o provocar situaciones de estrés y culpabilidad que acaban haciendo mella no solo en plano profesional, sino incluso en la salud? «Es difícil conjugar el hecho de ser mujer con una carrera brillante, y si tienes hijos, eso se ralentiza. Y yo puedo decir que mi marido siempre me apoyó. Quedó al cuidado de nuestro hijo de seis meses cuando me fui a leer la tesis a Francia», relata Peregrina Quintela. Para la catedrática de Matemática Aplicada, la receta es buscar medidas de conciliación, «pero no se trata de rebajar el tiempo de trabajo, sino de flexibilizarlo», razona con sentido.
Su opinión coincide con la de Luz Pardo. «No es cuestión de aumentar los meses de baja de maternidad, porque con un parón profesional tan largo es imposible seguir en la cresta de tu actividad directiva o académica», asegura.
El sacrificio de la maternidad casi siempre recae del mismo lado. «Siguen imperando modelos masculinos que es necesario visibilizar. Por ejemplo, se considera que son las mujeres las que en la gran mayoría de los casos se tienen que acoger a la reducción de jornada», afirma Rebeca Díaz.
Demasiadas cargas
Ana López también tiene claro que el camino hacia la conciliación de verdad pasa por una implicación real de los hombres. Se van dando pasos, pero queda mucho por hacer, en opinión de la gerente del centro comercial coruñés Marineda City. «Las mujeres soportamos la carga de la familia, de la maternidad, y también de la dependencia, porque también tenemos que ocuparnos de nuestros mayores. No entiendo por qué los hombres no pueden corresponsabilizarse», cuestiona.
Ella hace una dura reflexión que, como poco, debería de invitar a pensar: «Las mujeres no podemos poner en nuestro currículo que somos madres porque eso pesa en nuestra contra, cuando debería de ser un valor a tener en cuenta. Lo que ocurre es que la sociedad no lo valora, no valora el ser madre porque lo hacemos gratis. Porque somos mano de obra barata», sostiene la gerente de Marineda City.
En el sector más joven de las invitadas hay voces que constatan avances en materia de conciliación, pero más en el entorno laboral que fuera. «Yo creo que sí ha habido cambios, pero la que no ha cambiado es la sociedad. La sociedad es la que me hace sentir mal cuando me juzga mal por dejar a mis hijos y marcharme de viaje», afirma Tatiana López.
La consejera delegada de Nanogap lanza además un llamamiento a las administraciones, para que aporten una solución a un serio problema de conciliación, que sería muy grave si no fuera por el apoyo que prestan las abuelas y los abuelos. «¿Qué hacemos con nuestros hijos si tenemos que empezar a trabajar a las 6 de la mañana? Hacen falta guarderías que presten un servicio de verdad, y que abran a las 6 de la mañana», afirma.
Nuria Iglesias, la más joven de las invitadas, aporta una visión esperanzadora de la conciliación. «Yo creo que se está avanzando y estoy convencida de que, en el momento de ser madre, en un futuro, mi pareja va a compartir las funciones de atención y cuidado de la casa y de los hijos igual que yo», asegura.
Quién es quién
Luz Pardo, consejera delegada de Biomasa Forestal
Luz Pardo dirige la fábrica que más pellets produce en España, Biomasa Forestal. Para ella, la clave está en conciliar. Sobre las cuotas, «aunque entiendo su parte positiva, yo creo que hay que buscar el talento a ciegas».
Tatiana López, Consejera delegada de Nanogap
La directora general de Nanogap se pasa la semana volando de un país a otro. Como tiene dos hijos, sabe de lo que habla. «Hace falta apoyo y guarderías que te permitan, por ejemplo, empezar a trabajar a las seis de la mañana».
Peregrina Quintela, catedrática de Matemática Aplicada y directora de ITMATI
Como directora de la Red Española Matemática- Industria, coordina grupos dirigidos por hombres que nunca la cuestionaron. Pero cree que las mujeres de hoy están en desventaja por la inestabilidad laboral.
Carlota López Pardo, adjunta a la presidencia de Aresa Agrícola
Se dice que es más difícil mantener una empresa que crearla. Ese fue el reto de Carlota López, que heredó de su tío la dirección de Aresa. No tuvo problemas, pero sí tuvo que marcar el territorio ante una plantilla masculina.
Rebeca Díaz, profesora de Telecomunicaciones e investigadora de la UVigo
Desde la universidad mueve millones de euros en proyectos internacionales de investigación. Cree que las TICs son una herramienta importante para conciliar e invita a visibilizar modelos masculinos en profesiones consideradas femeninas.
Lina Solla, gerente de Linamar
La gerente de uno de los mayores grupos de comercialización y producción de marisco de Galicia apela a la confianza y la capacidad de superación. «Puedes llegar tan lejos como te lo propongas, pero ten en cuenta que has de hacerlo cien veces mejor que un hombres», aconseja.
Ana López, gerente del centro comercial Marineda City de A Coruña
«Hemos llegado muy alto», dice la gerente del mayor centro comercial de Galicia que, sin embargo, asegura que a pesar del alto cargo de responsabilidad que ocupa y de su brillante trayectoria, «aún hoy sigo teniendo la impresión de que tengo que seguir demostrándolo».
Luz Castro, ingeniera informática y socia de Imaxin Software
La ingeniera informática reconoce que en su entorno académico, con preponderancia del género masculino, «as mulleres teñen que demostrar máis que os demais». Asegura que nunca se ha sentido discriminada, pero denuncia la pérdida de alumnas en las carreras técnicas.
Nuria Iglesias, ingeniera, creadora de la plataforma Trend on Me
Nuria Iglesias se declara optimista en la lucha por la igualdad de oportunidades, y asegura no haber sufrido situaciones de discriminación en su vida laboral. «Todos tenemos que remar, hombres y mujeres, pero ¿quién tiene que hacer más? Yo creo que nosotras», concluye.
Silvia Rodríguez, gerente del pazo La Saleta
Antes de dedicarse a la gestión de La Saleta, Silvia Rodríguez trabajó en un registro de la propiedad, su peor experiencia laboral. En todos estos años, asegura haber constatado que el machismo está en el aire y hace autocrítica al asegurar que «nosotras a veces también lo practicamos».