Francisco Gómez-Ulla: «¿La peor noticia? Cuando le dije a una madre que su hijo se iba a morir»

Sofía Vázquez
Sofía Vázquez REDACCIÓN / LA VOZ

LA GALICIA ECONÓMICA

Sandra Alonso

El oftalmólogo apuesta por Galicia, pero advierte de un grave problema: la despoblación

09 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La sonrisa se le escapa a los pocos segundos de iniciar la conversación. Nacido en A Coruña el 21 de octubre de 1953, Francisco Gómez-Ulla de Irazazábal, fundador y director médico del Instituto Oftalmológico Gómez-Ulla, subraya que hemos pasado de una medicina curativa a otra preventiva y «llegaremos a la predictiva a través los estudios genéticos». En la entrevista surge la figura de su padre [por él estudió medicina], quien le enseñó el sentido de la honradez y la honestidad. Cuenta que falleció con más de 90 años, y hasta dos días antes de su muerte se levantaba con la ilusión de aprender algo nuevo. Francisco Gómez-Ulla confiesa que aprende todos los días de sus hijos, a los que -sin ruborizase al decirlo- admira y quiere con locura.

-Dicen de usted que es una eminencia.

-[Ríe] No me veo yo así. Una cosa es lo que perciban de uno, y otra lo que uno mismo percibe de él.

-¿Cuál fue su mayor contribución a la ciencia?

-Intentar ser un transmisor del avance de los conocimientos, e impulsor para incorporar en España muchas de las innovaciones que se producían en el mundo. Quizá también mis artículos y mis cuatro libros. El quinto está ahora en elaboración.

-¿Su vocación es la docencia o la práctica médica?

-No puedo entender la una sin la otra. Ahora he dejado mi responsabilidad como catedrático en la universidad, sin embargo, la docencia sigue formando parte de mi ADN, igual que la investigación y la praxis. Son los tres pilares de este oficio de la medicina.

-¿Cómo ve la universidad?

-Está pasando una travesía en el desierto. Hay gente muy valiosa, pero la universidad se tiene que plantear qué quiere hacer en el futuro. La institución, que va a sobrevivir, tiene que entender que el mérito, la capacidad y el esfuerzo tienen que ser valorados hasta sus últimas consecuencias. Es prioritario evitar la endogamia.

-¿Cuál es la enfermedad ocular más grave?

-Depende del grado. Hay una serie de enfermedades causantes de ceguera y con una prevalencia muy alta. Tres de ellas son enfermedades propias de la retina, como es la DMAE (degeneración macular asociada a la edad), la retinopatía diabética y la alta miopía. También el glaucoma. Hay enfermedades que no tienen cura. Las distrofias hereditarias de la retina, por ejemplo. Actualmente no tienen tratamiento excepto un par de ellas (retinosis pigmentaria y la amaurosis congénita de Leber, que sí lo tienen cuando son a causa de la alteración del gen REP-65 ).

-¿En un futuro tendrán solución?

-Desde que yo acabé la carrera de medicina hasta ahora hay muchísimas enfermedades que antes no tenían cura y que hoy tienen solución. Algunas son enfermedades crónicas y otras agudas. Si me preguntas si es posible el trasplante del nervio óptico, pues en este momento no lo es; pero no podemos cerrar las puertas a ningún tratamiento en el futuro.

-Degeneración macular...

-Es un término genérico. Engloba a cualquier enfermedad que afecta a la mácula y que degenera. La asociada a la edad afecta a más de 700.000 personas en España y a unas 40.000 en Galicia, y es la principal causa de ceguera legal en personas mayores de 65 años, que es cuando uno suele empezar su jubilación (aunque no todo el mundo se jubila a los 65 años, afortunadamente). Es causa de ceguera legal, no total. Hay que tenerlo muy en cuenta. Un ciego legal es una persona que pierde el 90 % de su campo visual o cuya agudeza visual se reduce al 10 % de la visión. Quiere decir que un paciente con degeneración macular, sea DMAE o de otro tipo, no es ciego total. Puede salir, moverse; no puede leer la letra pequeña; los números de teléfono, no ve la cara de las personas. Hay dos formas de DMAE. Para la forma húmeda tenemos tratamiento desde hace más de diez años, y yo llevo dedicándome a ella desde hace más de 35, cuando no había terapias en ninguna parte del mundo y nosotros fuimos pioneros en nuestro país. También está la forma seca o atrófica, que es la más frecuente, en este momento no tiene tratamiento y es una de mis obsesiones. A través de dos ensayos clínicos estamos intentando encontrar un fármaco que sea capaz de detener su progresión.

-Cuando usted le tiene que dar una mala noticia a un paciente...

-Eso es lo peor. Intento primero hablar con la familia para explicarle lo que ocurre. Y nunca hay que quitarle la esperanza al paciente. No me refiero a casos en los que el ojo está perdido, por ejemplo. Pero cuando se trata de una enfermedad hereditaria de la retina, pongamos por caso, nunca sabemos si vamos a encontrar un tratamiento para ella. Por tanto, yo no me atrevo a quitar la esperanza al 100 %. Son noticias que me cuesta mucho dar. Me pongo en la piel del enfermo. Detrás de unos ojos siempre veo a una persona. Es muy duro decírselo. No rehúyo de la mala notica, pero hay que darla sin quitarle la esperanza completa al enfermo. Además, cada persona es un mundo. Nosotros tenemos que ser psicoanalistas y saber cómo puede recibir ese paciente la noticia. A veces hay que darla poco a poco, para que se vaya haciendo a la idea de la situación. Cuando no podemos curar, cuando menos consolar y acompañar. Son dos palabras clave en el ejercicio de la medicina.

-¿La peor noticia que dio?

-Cuando le tuve que decir a una madre que su hijo no tenía ninguna posibilidad de tratamiento y que se iba a morir. Fue durísimo. Se lo fui diciendo poco a poco hasta que lo entendió. Hace ya más de 30 años, y todavía me acuerdo.

-¿Esa noche durmió?

-Escaso. No duermo muchas veces. Los médicos nos llevamos los problemas a casa. Al menos yo. Nunca nos acordamos de los pacientes que van bien. Y cuando un paciente va mal, uno le da vueltas. Forma parte del ejercicio de la medicina. Detrás de una enfermedad siempre estoy viendo a una persona y los problemas que plantea. A pesar de que hoy en día miramos a la pantalla de ordenador, hay que mirar a los ojos de los pacientes y a la familia que está escuchando, y que viene con un problema.

-Dice: «No todo el mundo se jubila a los 65 años, gracias a Dios...»

-Hoy una persona de 65 años es joven y activa y está en la mejor edad: tiene la madurez y la ilusión de aprender algo nuevo.

-Podrían estar en una gran capital y apostaron por Galicia.

-Mi ADN es gallego. Estoy orgulloso de ser gallego, vivir aquí y defender Galicia, pero tenemos un problema: la despoblación.