DIEZ AÑOS DESPUÉS DE LA OPERACIÓN NÉCORA Diez años después de la tan denostada Operación Nécora, el fenómeno del narcotráfico relacionado con Galicia alcanzó dimensiones más que preocupantes. En las 47 mayores operaciones antidroga de la década en las que han aparecido narcos gallegos han sido confiscados 123.369 kilos de hachís, 55.274 de cocaína y 619 de heroína. Si, a tenor de las estimaciones de los expertos, la droga que se interviene supone el 20% de la que llega al mercado, se puede concluir que los narcos movieron en la década unas 1.000 toneladas. Con un precio medio de 250.000 pesetas el kilo de hachís, cinco millones el de cocaína y diez el de heroína, la «facturación» anual del «sector» rondaría los 150.000 millones.
10 jun 2000 . Actualizado a las 07:00 h.Una de las primeras puertas de la comarca de Arousa a las que llamó la policía aquella madrugada del 12 de junio de 1990 fue la del matrimonio Oubiña-Lago en su domicilio de A Laxe (Vilagarcía). Como no abrían, el agente que dirigía el operativo derribó la puerta de un mazazo. La decisión fue providencial porque el automóvil de Oubiña ya calentaba motores en el garaje. El de los puros no pudo ponerse al volante hasta cuatro años y medio después, cuando fue puesto en libertad después del macrojuicio de la Operación Nécora. La redada de junio, en la que no se intervino un solo gramo de droga, llevó a la cárcel por un tiempo reducido a dieciocho supuestos narcotraficantes.
Justo diez años después, Oubiña tiene una cita mañana lunes en el banquillo de la Audiencia Nacional para ser juzgado como supuesto organizador de la descarga de los 6.000 kilos de hachís intervenidos por el SVA en julio de 1997 en la ría de Vigo. Salvo sorpresas de última hora, el famoso cambadés no tendrá que verse con su bicha, el fiscal Javier Zaragoza, porque lleva ocho meses escapando de la policía, que lo busca por otro alijo de quince toneladas de hachís. Laureano ilustra muy bien qué es lo que ha pasado en estos diez años. Oubiña no fue una excepción, ni el problema del narcotráfico una invención del juez Garzón, ayudado por los medios de comunicación. Lo que emergió aquel 12 de junio era tan sólo la punta de un iceberg de dimensiones aún no suficientemente cuantificadas. El balance de las mayores operaciones antidroga de la década pone en evidencia que a través de la fachada atlántica peninsular ha entrado en los mercados el grueso de la cocaína y hachís que se consume en Europa. Galicia, además, es ya un centro de distribución de heroína en el noroeste peninsular.
Las cifras de aprehensiones y la envergadura de las operaciones de transporte de droga hacen pensar a los expertos que el fenómeno, lejos de estar controlado, se está convirtiendo en modus vivendi permamente para un creciente número de gallegos.