
El mercante «Polanco», con tres filipinos y tres españoles a bordo, salió de Celeiro cargado de grava con destino a Santander El helicóptero «Pesca 2» rescató ayer a los seis tripulantes del mercante de bandera portuguesa «Polanco», que se hundió a trece millas de la costa de Lugo tras sufrir un incendio. El buque había zarpado de madrugada del puerto de Celeiro, cargado de grava de cuarzo, y se dirigía a Santander. La tripulación, compuesta por tres españoles y otros tres filipinos, llegó sana y salva a tierra.
23 sep 2000 . Actualizado a las 07:00 h.Los hombres que viajaban a bordo del mercante son el capitán José Manuel Castro, un hombre de ascendencia gallega _sus padres son de A Pobra do Caramiñal (A Coruña)_ que vive actualmente en Santander; el cocinero, Antonio Martínez (Gijón); el inspector de la empresa armadora, Jaime Alageño, un filipino nacionalizado en España, y los marineros filipinos Salvador P. Aguilar y Rodelín Aguilar. El Polanco, propiedad de la armadora cántabra Polship, era un buque de 1.145 GT y 60 metros de eslora, que transportaba 1.550 toneladas de grava cuando ocurrió el siniestro. El capitán, según declaró, fue el primero que se percató de que el buque escoraba y que una inundación y un incendio afectaba a la sala de máquinas. Fuego en las máquinas El fuego se propagó luego con rapidez a la zona habitada, por lo cual, a la vista del peligro y que el barco seguía escorando con amenaza de hundirse, el capitán dio orden de arriar las dos balsas salvavidas y de abandonar el barco. Hacia las 7.45 horas se recibió en el centro de Salvamento Marítimo la señal de alerta de la radiobaliza del buque. Movilizado el Pesca 2, éste se desplazó al lugar de los hechos, rescatando a los seis náufragos para dejarlos en Celeiro. Llegaron casi desnudos: los había sorprendido el fuego durmiendo y sólo tuvieron tiempo de meter los útiles más urgentes: la radiobaliza, un detector de radares de los barcos cercanos, un teléfono, chalecos salvavidas y trajes sumergibles. El Salvamar Sargadelos también se desplazó a la zona para remolcar las dos balsas, ya sin los hombres, hasta Burela.