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Al Kassar fue el 'judas' de Oubiña

J.A.F. / J.C.O. A CORUÑA

GALICIA

El traficante de armas afincado en Marbella se citó en Grecia con el capo de Cambados y su hijastro minutos antes de ser detenido Monzer Al Kassar, un traficante de armas internacional de origen sirio afincado en Marbella, es el de Laureano Oubiña. El narco de Cambados aludió a él como el en distintas entrevistas que mantuvo a cobro revertido con varios medios de comunicación españoles desde la cárcel griega de Koridalos. Nunca lo citó por su nombre, pero aclaró que éste figura en una declaración jurada entregada por su abogado en una notaría madrileña. La identidad de la persona que condujo a la policía griega hasta el capo gallego fue confirmada a La Voz por distintas fuentes conocedoras del caso.

21 nov 2000 . Actualizado a las 06:00 h.

Poner a Laureano Oubiña a disposición de la Justicia suponía un reto de primer orden para la policía española, no tanto por los cargos que pesaban contra el capo cambadés, sino por su notoriedad pública. La cotización de su caché se vio incrementada por los dos esquinazos que les dio desde que se dictó contra él una orden de detención por su supuesta vinculación con la organización de un transporte de más de doce toneladas de hachís confiscadas el 1 de octubre de 1999. En la consecución de este objetivo no se escatimaron recursos. La estrategia pasó desde el primer momento por seguir los pasos de David Pérez Lago, su hijastro, su alumno más aventajado y una persona de la máxima confianza. Seguimientos La pista no era mala. De hecho, llegaron a tener a tiro a Laureano en una ciudad andaluza del interior. Pero tampoco en aquella ocasión hubo suerte. Los seguimientos de David Pérez Lago desvelaron, sin embargo y sorpresivamente, sus contactos con el entorno del sirio Al Kassar en la Costa del Sol. Si se atiende al testimonio prestado por Ricardo Portabales en el juicio de la operación Nécora, Al Kassar era un viejo conocido de Laureano Oubiña. En efecto, el narcoarrepentido de Marín declaró el 17 de octubre de 1993 que en unos disquetes de ordenador intervenidos a Oubiña en los registros practicados por la Guardia Civil en sus empresas en el año 1989 aparecían referencias a esas relaciones. Y por ahí se abrió una nueva línea de trabajo. A través de intermediarios, la policía habría logrado convencer al sirio para que concertase una cita con su viejo amigo para hablar de negocios legales. Se trataba, según la última versión que ofreció Oubiña del encuentro, de comprar una partida de chatarra en Rusia para venderla en Europa. Pero no hubo conversación ni cena porque, tras los saludos de rigor, entró en escena una dotación de la policía griega que, actuando como una delegación de Interpol, procedió a identificar y detener al inquilino de la habitación 314 del hotel Pelagos, que decía llamarse señor Romeu. Desde el primer momento, existían bastantes indicios de que la detención de Laureano Oubiña había sido, en realidad, una entrega. No había muchas dudas de que el traidor procediese del entorno de Al Kassar. Ahora, fuentes de la máxima solvencia aseguran que fue él en persona quien le dio el beso traidor.