Los radicales instalan banderines de enganche en los suburbios de las urbes y en los salones de te, en las bibliotecas y en los bares. En Galicia, el caldo de cultivo en el que quizá se desarrollan con más fidelidad las técnicas proselitistas de HB está en los estadios de Riazor y Balaídos. Entre los forofos del Dépor y del Celta que se apiñan en Grei Xentalla y los Celtarras abundan los militantes de AMI y grupos similares y, agazapados, también están los independentistas más radicales. De la connivencia se pasa a la identificación y de esta, a la colaboración. En Bilbao ya es habitual que jóvenes que corean cánticos de Herri Norte a favor del Athletic acaben asumiendo las tesis del vasquismo xenófobo. Situaciones e instrumentalizaciones similares se dan en los Boixos Nois del Barça (entre los que el catalanismo excluyente gana adeptos) y en los Ultra Sur del Madrid (tribu en la que medra el españolismo fascista). Toda colectividad territorial es singular, pero ciertas técnicas de proselitismo son universales.