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La policía busca el rastro de la mafia rusa en seis clubes de alterne gallegos

D. SOLÍS A CORUÑA

GALICIA

El grueso de la operación se llevó a cabo en la Meseta, donde también actuaban los traficantes de mujeres del Este Grupos operativos de la Policía de todo el noroeste de España, coordinados por la Brigada Central de Extranjeros de Madrid, organizaron el jueves una operación conjunta con la misión de desarticular una banda de traficantes de mujeres de países del Este. Aunque todavía no han trascendido todos los detalles, debido a que ayer la operación no había concluido, se habla de más de un centenar de implicados y un elevado número de detenidos. En Galicia, se han realizado redadas en cuatro clubes de A Coruña y dos de Ourense, aunque el grueso de la operación se ha centrado en Castilla y León y Castilla-La Mancha.

07 jul 2001 . Actualizado a las 07:00 h.

Hacía ya cinco años que se había detectado la presencia de una organización, formada por rusos y ucranianos, que traía mujeres a España con el fin de distribuirlas por distintos clubes de alterne. Hasta el momento sólo se habían producido actuaciones individuales. Fue el jueves cuando se puso en marcha un operativo global contra la banda. En 1998, el homicidio en Lérida del ciudadano ucraniano Jose Juan Rial Sánchez, presuntamente relacionado con un ajuste de cuentas entre bandas rivales, ponía de manifiesto las tensiones existentes entre distintas facciones. Galicia entre en el reparto Tras la lucha por la hegemonía en el negocio, hubo un reparto de territorios. Supuestamente, a esta organización le correspondió el control de Galicia, Asturias, Cantabria, Zamora y León. Los integrantes de la banda acudían una o dos veces por semana a los clubes con el fin de recaudar el dinero de sus chicas, a la vez que proferían amenazas a las más rebeldes. Las mujeres, procedentes de países del Este (Ucrania, Rusia y Lituania) estaban obligadas a abonar dos millones de pesetas por su traslado a España. Una vez zanjada la deuda, si la mujer optaba por seguir en la prostitución, debía continuar pagando la mitad de sus ganancias. Para que no hubiese dudas, los componentes de la banda recogían el dinero y se encargaban de enviar la mitad a las familias de las víctimas.