«Es normal morir si tomas 20 pastillas»

Alfredo López Penide
LÓPEZ PENIDE PONTEVEDRA

GALICIA

Un fiscal utiliza el testimonio de un drogodependiente para argumentar su acusación contra un presunto «camello» de éxtasis El fiscal de la Audiencia de Pontevedra utilizó ayer el testimonio de un «pastillero» de 25 años para argumentar los cargos por tráfico de drogas que imputa a Manuel Gómez Otero. Este joven fue detenido por la Guardia Civil en agosto del 2000 en Sanxenxo con más de un millar de comprimidos de éxtasis y diversas cantidades de otras sustancias estupefacientes. El «pastillero», Luis Alfonso Sotelo Estévez, es ahora pensionista precisamente a raíz de una incapacidad neurofísica derivada de tres sobredosis. Uno de estos excesos le mantuvo en coma durante medio año, pero él asegura que sigue consumiendo pastillas.

12 mar 2002 . Actualizado a las 06:00 h.

Luis Alfonso Sotelo sólo contaba trece años cuando probó por primera vez la droga en su ciudad de origen, Ourense. Empezó al revés, por un pico de heroína, que fácilmente dio paso a la cocaína y al éxtasis. Ayer, tras prestar declaración en la Audiencia de Pontevedra, reconoció que está enganchado y que no podrá salir del infierno en el que vive sin ayuda, aunque, por el momento, no parece querer buscarla: «En un día puedo tomar unas quince pastillas, y durante los fines de semana entre cuarenta y cincuenta, además de cocaína». Sotelo Estévez es consciente del peligro de esta ruleta a la que juega habitualmente. «Nunca sabes la pureza de los comprimidos ni lo que les añaden para cortarlos... Si tomas diez o veinte pastillas en una hora, como creo que ocurrió hace una semana en Málaga, es normal que mueras». Bajada de precios En su opinión, en los últimos tiempos ha crecido la demanda de las drogas de diseño, lo que ha repercutido en un descenso generalizado de los precios: «Hace unos años, un comprimido costaba 12 euros (unas 2.000 pesetas) y ahora es fácil encontrarlos por la mitad. Además, los puedes comprar en cualquier lado». En su caso, los excesos con las drogas le han dejado como secuela un trastorno neurofísico, que le impide trabajar y que le ha convertido en un jubilado de 25 años. A pesar de todo, el joven admite que el próximo fin de semana es más que probable que acuda a una discoteca de techno a colocarse con su dosis de éxtasis.