
Sendas explosiones matan a un matrimonio cuando salía de su casa en Redondela y hieren a un niño de doce años y a su padre en Vigo -Los padres de la mujer asesinada viven cerca del lugar del otro suceso
05 nov 2002 . Actualizado a las 06:00 h.Dos bombas trampa de fabricación casera, camufladas en bolsas de basura y que explosionaron con poco más de una hora de diferencia, sembraron el terror en Redondela y Vigo. Poco antes de las ocho de la mañana de ayer, en el barrio vigués de O Carballal, la primera de las detonaciones hirió de gravedad a Óscar Ferreiro, un niño de doce años que salía de casa con su padre, Luis, empleado de Citibank. Se dirigían a un colegio situado a un kilómetro escaso del domicilio. Una bolsa tirada en el suelo llamó la atención del muchacho, que la cogió en sus manos y la introdujo en el garaje. No hubo tiempo para más. El estallido reventó el abdomen del menor e hirió en ambas piernas a su padre. La explosión podría haber cobrado mayores dimensiones de haber afectado a las dos bombonas de butano que la familia guardaba en el trastero. Fue la madre de Óscar, enfermera del Hospital do Meixoeiro, quien trasladó al niño y su marido al centro médico, donde todavía permanecen ingresados. Sin tiempo para recobrar el aliento, a las nueve y cuarto de la mañana, a sólo tres kilómetros, en la redondelana parroquia de Vilar Infesta, un matrimonio que salía de su casa unifamiliar en coche se topó de bruces con otra bolsa de basura colgada en la manilla de la verja de salida. Murieron en el acto. Al mover la bomba trampa, que contaba con un temporizador artesanal cuidadosamente elaborado, sus cuerpos saltaron por los aires. El motor del Seat 600 en el que ambos pensaban dirigirse a casa de los padres de la mujer quedó encendido hasta que llegó la policía. Rosa Gil Blanco, de 53 años, y su esposo, Vicente Lemos Haya, jefe de producción de Pescanova, dejan huérfano a un hijo de 19 años que estudia en la Universidad de Santiago. Investigación El mismo autor o autores, idéntico procedimiento, con apenas una hora de diferencia y en circunstancias casi análogas. La policía no descarta ninguna teoría, pero las primeras pesquisas no han logrado destapar un móvil verosímil para este crimen que conmocionó a Galicia. Avanzada la mañana, perdía credibilidad la hipótesis de un atentado perpetrado por bandas organizadas como ETA o los Grapo. Se manejó entonces un posible ajuste de cuentas por motivos relacionados con el narcotráfico o el blanqueo de dinero. Pero pasaron las horas y no se halló rastro que vincule a ninguna de las dos familias con este tipo de acciones. Los investigadores barajan también un probable ajuste de cuentas entre familias. Sin embargo, el perfil de los afectados por las explosiones arroja incógnitas sobre esta suposición. Vecinos y conocidos coinciden al subrayar el carácter afable y hogareño de las víctimas, personas muy queridas en sus respectivos barrios y con una posición económica media. Nada está descartado, ni siquiera la fatal lotería de un asesino que eligió a sus víctimas al azar y preparó los artefactos explosivos por cuenta propia y con demostrados conocimientos. La única certeza que podría conectar ambos sucesos es que el domicilio de los padres y de un hermano de Rosa, la mujer fallecida en la segunda explosión, están a escasos cien metros de la primera de las bombas. Todos eran vecinos, aunque las familias limitan su relación a ese único vínculo de vecindad y niegan cualquier conexión mas allá del habitual saludo entre personas que residen en una misma zona. El director general de la Policía, Agustín Díaz de Mera, dirigió el despliegue policial. Los especialistas en explosivos confirmaron que las bombas contenían pólvora prensada y metralla, con un resorte de tipo péndulo que estalla con el movimiento. Ambos artefactos están siendo analizados en Madrid. Los investigadores tomaron ayer declaración a decenas de personas, pero por ahora no hay detenciones. El delegado del Gobierno en Galicia, Fernández de Mesa, subrayó que están abiertas varias líneas de investigación.