Cesáreo Álvarez Fernández, el sacristán de la parroquia de Lestón (A Laracha) denunciado por el fiscal de menores por presuntos abusos sexuales contra una niña de 6 años, fue puesto en libertad con cargos por orden de la titular del Juzgado número 2 de Carballo. A pesar de que el pasado domingo el párroco de Lestón, José Cambón Varela, anunció durante la misa que el sospechoso había quedado libre y sin cargos, la investigación continúa abierta y Cesáreo deberá comparecer en el juzgado todos los días 1 y 15 de cada mes. El cura dijo ayer que está convencido de la inocencia del campanero: «Hablé con él por teléfono y lo encontré muy animado. No está abatido». Añadió que en los próximos días podría incorporarse a las labores que realizaba en la iglesia. La Fiscalía, hasta ayer por la tarde, no había presentado ningún recurso contra la decisión de la jueza de Carballo que, a su vez, contradice la ordenada por el magistrado del juzgado de guardia de A Coruña que encarceló el pasado miércoles en Teixeiro al sacristán. Sorpresa por la libertad Profesionales de la abogacía relacionados con el caso mostraron ayer su sorpresa por el auto firmado por la jueza. Uno de ellos explicó: «En casos de agresiones sexuales a menores, habitualmente no se pone en libertad a los sospechosos por un recurso sobre su salud». Por el momento, no ha trascendido el motivo por el que la jueza resolvió dejar al detenido en libertad provisional, aunque, según los letrados, tiene que haber razones de peso para que haya tomado esa decisión, como por ejemplo falta de pruebas en la acusación. De todas formas, la niña se reafirmó en todas sus declaraciones en la descripción de los hechos que presuntamente ocurrieron a principios de mayo en el desván de la sacristía de Lestón. La pequeña, de tan sólo 6 años, continúa a tratamiento psicológico y la madre ha contratado los servicios de una abogada para, posiblemente, presentar una acusación particular contra Cesáreo Álvarez. Relación de amistad Según comentan los vecinos, la familia de la niña mantenía una estrecha relación de amistad con el sospechoso, quien acudía con frecuencia a la vivienda de la pequeña. Algunos explicaron que Cesáreo Álvarez siempre fue amable con todo el mundo y que tenía muy buena relación con todos los niños, a los que compraba chucherías. El párroco de Lestón, José Cambón Varela, aseguró ayer que la mayoría de los vecinos están contentos del regreso de Cesáreo Álvarez, aunque lo cierto es que mantiene a sus habitantes divididos en torno a la inculpación del sacristán en los supuestos abusos sexuales a la pequeña.