El mundo a los cuatro vientos Un estudio estadístico deduce que los polos opuestos no se atraen, al menos cuando se habla de amor. En temas del corazón, cada persona trata de encontrar su alma gemela
01 jul 2003 . Actualizado a las 07:00 h.Dios los cría y ellos se juntan. Una vez más los resultados del trabajo de los científicos más avispados del planeta coinciden con el refranero popular. Lo que nos vienen a decir ahora los investigadores de bata blanca es que los polos opuestos no se atraen, que no buscamos como media naranja a alguien ni diferente, ni complementario a nosotros. Más bien, todo lo contrario. Lo que buscamos y rebuscamos es a alguien lo más parecido a uno mismo. Para que nos entendamos, que si usted es un tipo tirando a feo, tirando a gordo, tirando a aburrido, que antepone un mal video de Alfredo Landa a la charanga de la calle y que no se atreve a engañar a su mujer ni con una foto de la Sharon Stone, entonces, según los científicos de la Universidad de Cornell, en Nueva York, usted buscará en su pareja a alguien tirando a fea, tirando a gorda, tirando a aburrida y a quien George Clooney no le diga ni fu ni fa. Según el estudio basado en las respuestas obtenidas de una encuesta hecha a 978 alumnos y alumnas del centro universitario, la razón de que exista esta atracción entre individuos similares es la suposición de que la relación será más estable. Los atributos más importantes para mantener una relación duradera que fueron identificados durante la investigación son riqueza y estatus, compromiso familiar, apariencia física y fidelidad sexual. O sea que si David Beckham y la Posh se han juntado y su matrimonio dura, no es porque los dos sean ricos y populares. No. Es más bien porque los dos se sienten terriblemente guapos, tope de sexys para media humanidad, se ven como auténticos padrazos e incapaces de engañar al otro con nadie. La manera en la que los científicos Peter Buston y Stephen Emlen alcanzaron esta conclusión (a la que nuestras abuelas ya llegaron mientras pelaban cebollas) fue analizando la valoración que dieron los encuestados a los atributos que buscan en los demás. La mayoría de estas cualidades coincidían con las que destacaban de ellos mismos. Como consecuencia, deducen los autores del estudio: «Los individuos con una concepción muy alta de sí mismos se muestran más discriminatorios a la hora de elegir pareja». Otras conclusiones también confirman lo que los demás habíamos deducido a simple vista. Según Buston y Emlen, las mujeres que se sienten físicamente atractivas tienden a buscar hombres ricos o con alto estatus social y los hombres que se consideran exitosos tienden a buscar mujeres físicamente atractivas. Además, confirman que el pensamiento único es lo que funciona en la pareja. Es decir, que si los dos miembros opinan de forma parecida, todo marcha mucho mejor. Paula Hall, de la organización de caridad británica Relate, coloca una tilde de atención a las divagaciones de saldillo de estos científicos al indicar que «es evidente que cualquier relación se viene abajo si no se comparten los mismos valores. Por tanto, la apuesta más segura cuando se busca pareja, es dar a alguien que sea idéntico a tí en todos los sentidos». Y agrega con mucha flema que «eso sí, sería un auténtico aburrimiento». Probablemente. Queda claro. Estos científicos deberían de olvidarse de tanto estudio y ver más televisión, de las cadenas españolas y más Crónicas Marcianas . Porque hablando de Crónicas , supongamos que Pocholo hace caso a esta investigación y decide buscar a una mujer como él. El resultado sería estrambótico, un pequeño sanatorio de salud mental a escala familiar y con mucho encanto. Pero nadie está libre de caer en la tentación de ser pareja de un Míster Bean. Son muchos los que creen que las parejas se forman porque uno de los miembros quiere aprender y ser como el otro. La mayoría de estos ilusos aprendices acaban desencantados.